/Integración y Desarrollo/ NICARAGUA: Un granero vacío y pobre

Nicaragua, otrora considerada el granero de América Central, presenta en la actualidad una economía estancada y severos problemas sociales que reducen la expectativa de vida de la población.

Esta nación de cinco millones de habitantes, con exportaciones anuales de sólo 600 millones de dólares y con más de un millón de personas que viven con menos de un dólar diario, se debate hoy entre el hambre y la desesperación.

Especialistas consultados por IPS advirtieron el pobre desempeño de la economía y el empeoramiento de la calidad de vida de agricultores, empresarios, profesionales y de la población en general, en un año electoral con candidatos que lanzan promesas difíciles de cumplir.

«Es increíble, pero nos estamos acercando aceleradamente a la pobreza de Africa», dijo el economista Ricardo Zambrana, uno de los analistas más destacado de Nicaragua.

Zambrana, director de la organización no gubernamental Coordinadora Civil para la Emergencia y la Reconstrucción (CCER), señaló a IPS que la ganadería y la producción de maíz, frijoles y café, que antaño eran fuentes de esperanza para el país, en estos días parecen un sueño perdido.

La caída de la producción provoca un aumento constante del desempleo, de la violencia y de la emigración a países como Costa Rica y Estados Unidos, comentó el experto, al adelantar los resultados de un estudio que se divulgará en septiembre.

«En la zona norte de Nicaragua, muchas madres echan cloro en el agua y se la dan a beber a sus hijos para dormirlos y así quitarles la sensación de hambre», indicó Zambrana a modo de ejemplo de la grave situación que afrontan los nicaragüenses.

El estudio de la CCER sobre 7.500 familias, llamado Auditoría Social, pone en evidencia un alto grado de desnutrición de la población estudiada. Una causa de ello es que, ante la falta de dinero para comprar leche, muchas madres dan a sus hijos café diluido.

La comparación de la situación de Nicaragua con los países africanos se sustenta en el difícil panorama económico y social.

Varios analistas consideran que el granero de América Central, como era considerado Nicaragua, perdió su esplendor en los últimos 20 años, debido en parte a la inestabilidad política y al conflicto armado de la década del 80.

También ha influido el sistema paternalista promovido durante muchos años por una clase política acusada de corrupción.

«En la década del 70, en Nicaragua había tres cabezas de ganado por habitante, pero en la actualidad es al revés, hay tres habitantes por cada cabeza de ganado», indicó a IPS Manuel Esquivel, funcionario asignado a un proyecto impulsado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).

Esquivel destacó que la exportación de granos básicos y de ganado, que antaño producía ventas millonarias, hoy reporta ingresos raquíticos.

Estadísticas oficiales indican que el año pasado no se exportó ninguna partida de algodón, que en el pasado fue uno los productos tradicionales de Nicaragua.

En tanto, la exportación de carne vacuna también registra una tendencia a la baja, pues pasó 63 millones de dólares en 1994 a sólo 51 millones de dólares en 2000.

El desempeño de las exportaciones de granos básicos es alarmante para los analistas. Las ventas de arroz cayeron de 315.000 dólares en 1995 a 24.000 dólares el año pasado, mientras que las de frijoles pasaron de 8,7 millones de dólares a casi a la mitad en el mismo lapso.

El principal producto de exportación de Nicaragua en la actualidad es el café, que aporta prácticamente la mitad de los 600 millones de dólares de exportaciones totales.

Sin embargo, los cafetaleros nicaragüenses han entrado en una severa crisis, debido al panorama internacional de sobreoferta y de retroceso de los precios.

Mientras, la pobreza, que afecta a cerca de 60 por ciento de la población del país, está en franco crecimiento.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) informó que un quinto de los habitantes de Nicaragua sobreviven con menos de un dólar al día.

Además, 24,2 por ciento de los nicaragüenses sufren pobreza extrema y 12,2 por ciento no sobreviven a los 40 años de edad, según el PNUD.

Los más perjudicados por el deterioro económico y social son los agricultores y campesinos en general. En efecto, se calcula que 70 por ciento de los pobres residen en el campo.

«Nosotros no tenemos electricidad ni agua, no tenemos semillas ni crédito, nos estamos muriendo de a poquito», advirtió a IPS Seferino Rugama, un campesino de la zona aledaña a la ciudad de Jinotepe, 43 kilómetros al sur de Managua.

Rugama señaló que los agricultores de Nicaragua cada vez están más agobiados por la pobreza, el hambre y la sequía.

Al igual que este campesino, miles de agricultores viven en condiciones paupérrimas, un extremo que fue comprobado por IPS en una recorrida por varias áreas rurales.

Muchas comunidades no cuentan con alumbrado público, los caminos son inadecuados, no hay alcantarillado ni servicios sanitarios y, a veces, ni siquiera letrinas.

La economía de Nicaragua creció en promedio cinco por ciento en los años 90, gracias al buen desempeño del sector de los servicios, pero la pobreza se ha incrementado a ritmo acelerado.

El PNUD señaló que entre 1993 y 1995, unas 300.000 personas se sumaron a la población pobre.

El presidente Arnoldo Alemán prometió al comenzar su gestión, en 1996, que el país volvería a ser el granero de América Central. Pero no ha logrado ese resultado.

El economista Carlos Laínez sostuvo que los propietarios de establecimientos rurales y los empresarios están en vías de desaparición.

«Vamos en camino de transformarnos en un enorme K-mart (supermercado) y en una gran zona franca», comentó Laínez a la prensa local.

El notable retroceso económico se siente en especial en las poblaciones más pobres del país, como Santa María, en el municipio de Nueva Segovia, 260 kilómetros al norte de Managua.

El alcalde de Santa María, Eduardo Cáceres, tuvo que declarar este mes el estado de emergencia y pidió ayuda a las autoridades nacionales y a los organismos internacionales para los 3.700 habitantes del lugar.

Hace tres años «que la sequía nos afecta y los pobladores nos encontramos sin reservas alimenticias», advirtió Cáceres.

Según expertos, las difíciles condiciones sociales y económicas afectan de manera notoria la salud de los nicaragüenses. En 1998 en el país se consumían en promedio 53 gramos de proteínas, frente a los 67 gramos por día que se ingerían en 1967.

La psicóloga Ligia Gutiérrez, que trabaja en el septentrional departamento de Estelí, comentó a IPS que es «impresionante» ver a personas que sufren mareos y desmayos a causa de la desnutrición.

«Lo que los nicaragenses tienen es hambre y así nadie puede trabajar», afirmó Gutiérrez. (FIN/IPS/nms/dm/if/01

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