INDIA-PAKISTAN: Diálogo continuará pese al traspié de la cumbre

La expectativa generada por la cumbre entre India y Pakistán se esfumó cuando los líderes de ambos países se enfrentaron al desafío de modificar la situación de Cachemira, el territorio que se disputan desde 1947.

Fue la reunión cumbre más celebrada por los medios de prensa de la región en las últimas décadas, y probablemente la más televisada.

El encuentro del domingo y lunes entre el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, y el primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, en la ciudad india de Agra despertó la euforia de los medios. Pero de la excitación se pasó al pesimismo.

Pakistán e India se acercaron, pero mantuvieron sus diferencias no sólo en una fórmula, sino en el camino para lograr un acuerdo bilateral que resuelva la situación de Cachemira. El lunes murieron 90 personas en enfrentamientos en la zona.

La disputa llevó a los países a tres guerras. Tras la última, en 1971, acordaron la creación de una zona de alto el fuego a ambos lados de la línea fronteriza, con lo cual la población cachemira quedó dividida, nueve millones del lado indio y tres millones del lado paquistaní.

En 1989 se inició en el territorio un movimiento armado que reclama la creación de un estado independiente.

Las pocas acusaciones recíprocas y la inexistente «guerra de declaraciones» tras la cumbre de Agra señalan el deseo común de continuar el diálogo.

El encuentro se inició el domingo cuando la ministra india de Información Sushma Swaraj omitió a Cachemira en la lista de los asuntos a debatir. Pakistán replicó con su respuesta habitual sobre el papel central de Cachemira en cualquier entendimiento entre los dos vecinos.

El lunes, el general Musharraf mantuvo un desayuno de trabajo con periodistas indios, que fue televisado, donde reiteró que la cuestión de Cachemira era el asunto central de la cumbre y criticó a la ministra de Información por su omiso comunicado.

Ocho horas más tarde, los indios reiteraron la fórmula dada por Vajpayee en su declaración de apertura del encuentro, es decir una lista de todos los asuntos «relevantes» para India.

La prensa calificó de «cita a ciegas» el encuentro entre Musharraf, militar devenido en político, y Vajpayee, poeta devenido en político. Sin embargo, ambos lograron un buen acercamiento durante las conversaciones reservadas de seis horas.

Al final los paquistaníes acusaron a los indios de volver a su plan original al menos tres veces, y los indios culparon a los paquistaníes por no aceptar su fórmula de «terrorismo transfronterizo» en Cachemira.

Pero a pesar de este pequeño juego, ninguno aceptó que la cumbre fuera un «fracaso». Según las declaraciones oficiales, existen tres cuestiones en las que habría convergencia.

Primero, tanto si Cachemira es un «asunto, problema o disputa», «esencial o central» o una «cuestión» más, se considera el principal obstáculo para cualquier normalización de las relaciones entre ambos.

Segundo, ambas partes son proclives a continuar el diálogo. Y por último, Vajpayye aceptó la invitación de Musharraf para visitar Pakistán. Ambos gobiernos informaron que se realizaría un nuevo encuentro antes de fin de año.

Sin embargo, aún subsisten algunas preguntas sin contestar. Pakistán acusó a la «burocracia» india de socavar el aparente acuerdo logrado en el diálogo privado entre ambos líderes.

Eso parece inexplicable, pues tales decisiones son tomadas en la instancia política más alta, y los burócratas están presentes para aplicar lo que los gobernantes ordenan, no pueden deshacer las decisiones.

¿Si el diálogo fue un «fracaso» tan notorio, por qué Vajpayee habría aceptado viajar a Islamabad en los próximos meses, o por qué las dos partes acordaron seguir las conversaciones?

¿Si no lograron «acercar posiciones básicas para las relaciones bilaterales», por qué no hicieron lo mismo que estadounidenses y chinos cuando enfrentaron una situación similar en la visita del presidente Richard Nixon a China en 1972?

En esa ocasión, pese al desacuerdo sobre la isla de Taiwan, los dos gobiernos decidieron redactar un comunicado conjunto en el que cada parte estableció su respectiva fórmula, en lugar de forzar un entendimiento.

Más allá de la especulación de la prensa y de la revisión de cada paso dado en la cumbre, ambas partes son conscientes de lo mucho que hay en juego en un potencial conflicto entre dos países con armas nucleares.

Durante el segundo día de la cumbre, 90 personas murieron en combates en Cachemira, un hecho que subrayó el peligro de una escalada bélica con muchas pérdidas humanas.

Finalmente, la presión de la comunidad internacional sobre los dos países continuará para evitar que este traspié incremente las tensiones entre ambos gobiernos.

Lo mejor de la cumbre fue la transparencia y la apertura. Más de 100 medios periodísticos y más de 50 universitarios y activistas paquistaníes visitaron India.

Además, mediante la televisión millones de habitantes a ambos lados de la frontera común pudieron escuchar los puntos de vista ajenos, debatirlos y mantener un intercambio poco frecuente entre los pueblos de esos dos vecinos adversarios. (FIN/IPS/tra-en/mh/ral/dc/aq/ip/01

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