ESTADOS UNIDOS: Asia, la prioridad estratégica

Asia será la principal preocupación estratégica de Estados Unidos en los próximos 10 años, desplazando a Europa al segundo lugar, coincidieron expertos en asuntos de defensa.

La falta de mecanismos de seguridad multilateral en la región, la escasa confianza entre los principales países y el ritmo de los cambios económicos, políticos y militares en Asia son los aspectos que más preocupan a analistas y gobernantes en Estados Unidos.

La prioridad asiática en los asuntos de seguridad de Estados Unidos puso fin a una década en que Europa dominó «casi 90 por ciento de la reflexión y la acción estratégicas», dijo Kurt Campbell, experto en Asia del Departamento de Defensa (Pentágono) durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001).

En efecto, la transición de la Rusia post soviética, la reunificación de Alemania, la reconfiguración de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las guerras de Yugoslavia fueron los asuntos centrales de la política estratégica estadounidense en los años 90.

Pero los grandes desafíos asiáticos reclamarán mayor atención en la próxima década. Los más inmediatos y peligrosos son la relación entre Corea del Norte y del Sur, la situación entre China y Taiwan, el riesgo latente de un enfrentamiento nuclear entre India y Pakistán y el deterioro de la situación interna de Indonesia.

«Los gobernantes deben examinar la región en forma más general, desde el Golfo hasta el estrecho de Malacca (que une el océano Indico y el Mar de China) y hacia el oceáno Pacífico occidental», sostuvo Teresita Schaffer, directora del programa sobre Asia meridional del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

Ese proceso ya está en marcha, y quedó de manifiesto cuando un alto funcionario del Departamento de Estado pasó por Nueva Delhi, tras visitar Japón y Corea del Sur, para presentar al gobierno indio el plan nacional de defensa contra misiles (NMD) del presidente George W. Bush.

«India debe ser considerada como un factor de peso en Asia. Sé que el secretario (de Defensa) Donald Rumsfeld desea ir a India», afirmó un alto funcionario del Pentágono.

Pero el aspecto más relevante es el surgimiento de China como una superpotencia regional con la aparente voluntad de reducir o eliminar la presencia y la influencia de Estados Unidos en Asia, señaló Tom Robinson, presidente del grupo asesor American Asian Research Enterprises.

El gobierno de Bush se muestra dividido acerca de cómo manejar las aspiraciones de China, y esa discrepancia causa un «profundo desagrado» en los tradicionales aliados asiáticos de Washington, dijo Robinson.

Las posturas más duras, concentradas en el Pentágono, favorecen una política de «contención» mediante alianzas regionales entre Corea del Sur, Japón y posiblemente India, para cerrar el círculo en torno de China y potenciar la presencia militar de Washington.

Por otro lado, las fuerzas moderadas, respaldadas por las grandes empresas interesadas en el enorme mercado chino, consideran que una política de mayor compromiso con Beijing logrará incorporar a China al sistema internacional dominado por Occidente.

Una preocupación adicional es la isla de Taiwan, que para el gobierno chino es una provincia renegada, cuya independencia formal ha intentado evitar de todas formas.

Tras aprobar una importante venta de armas a Taiwan, Bush fue más lejos que sus predecesores al afirmar que su gobierno intervendría militarmente si Beijing atacara a la isla.

A la inestabilidad de Taiwan se suma el intento de China de «hacer que la isla se sienta insegura» y la ausencia de un mediador entre las autoridades de Beijing y Taipei, explicó Campbell.

Si bien cada parte dice entender muy bien a la otra, «no conozco dos gobiernos que mantengan tales discrepancias estratégicas», señaló.

Sin embargo, los malentendidos son comunes en Asia. Por ejemplo, la decisión de Bush de profundizar la cooperación defensiva con Japón «alarmó a mucha gente en Asia», y no sólo a China, Corea del Sur u otros países que sufrieron la ocupación japonesa hasta la segunda guerra mundial, señaló Campbell.

En los últimos años, el presidente sudcoreano Kim Dae Jung logró un acercamiento histórico con Japón, contando con el visto bueno estadounidense.

Pero ese logro, que según Campbell tenía «enormes implicancias estratégicas», fue anulado en pocos meses, debido a la publicación en Japón de un libro escolar de historia que eludía el reconocimiento de los crímenes de guerra cometidos durante la ocupación de países vecinos.

El hecho ilustra la profunda desconfianza que subsiste entre los dos principales aliados de Washington en la región.

De hecho, si se retiraran los 37.000 soldados estadounidenses apostados en Corea del Sur, «la carrera armamentista se dispararía en Asia nororiental», afirmó David Steinberg, veterano especialista en la región de la Universidad de Georgetown.

«Si Estados Unidos no estuviera presente, Corea del Sur intentaría desarrollar sus propias defensas contra Japón», dijo.

Tal posibilidad no es plausible a corto plazo. Pero el riesgo de conflicto entre Corea del Norte y del Sur —que necesariamente incluiría a las tropas estadounidenses en la zona— preocupa tanto como el caso de Taiwan a los especialistas en seguridad de Washington.

La política del líder sudcoreano Kim Dae Jung para comprometer a Corea del Norte en un diálogo pareció congelarse indefinidamente desde que el propio Bush manifestó su escepticismo, humillando públicamente a Kim.

Además, si bien el gobierno estadounidense reiteró su voluntad de reanudar el diálogo sobre cuestiones de seguridad con Corea del Norte, Pyongyang no se ha mostrado interesado en conversar con Washington sobre armamento convencional.

«Se está acabando el tiempo para que (Corea del Norte) logre acuerdos con los poderes de Washington, Tokio y Seúl», advirtió Douglas Paal, presidente del Centro de Políticas sobre Asia y el Pacífico y principal asesor sobre asuntos asiáticos en el Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de George Bush padre (1989-1993).

Según Paal, es muy probable que Kim sea reemplazado en las eleciones sudcoreanas de 2002 por un candidato menos proclive a un entendimiento con Pyongyang, tal como fue sustituido Clinton por Bush poco antes de que lograra un acuerdo para congelar el programa de misiles y la exportación de armas de Corea del Norte.

«Corea del Norte intenta mantener la ventaja sobre Japón, Corea del Sur y Estados Unidos», realizando pruebas de misiles y señalando que no mantendrá por mucho tiempo su suspensión voluntaria del programa nuclear. El fin de esa suspensión podría precipitar otra crisis, advirtió Paal. (FIN/IPS/tra- en/jl/aa/dc/aq/ip/01

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