ECONOMIA-ARGENTINA: Mercado rechaza ajuste antes que la población

La decisión del gobierno de Argentina de priorizar el pago de su deuda externa por sobre los salarios y otros gastos internos causó hoy una paradójica reacción negativa en los mercados financieros, más preocupados por el panorama político que por la gestión económica.

La Bolsa de Buenos Aires cayó este jueves hasta casi 14 por ciento, logrando luego una tibia recuperación, los bonos se desplomaron y el escepticismo cundió en mercados de América Latina, España y Estados Unidos, seguros de que Argentina deberá dejar de pagar la deuda externa y devaluar, venciendo su reticencia.

Los mercados dudan del apoyo político al ajuste anunciado el miércoles por el presidente Fernando de la Rúa, explicó Walter Molano, analista de la firma de bolsa BCP Securities. Otros expertos consideraron que los mercados preferían una reestructura del Estado y no un ajuste de salarios, dado su carácter recesivo.

Este jueves, la firma evaluadora de riesgo financiero Standard & Poors redujo la calificación de los títulos de la deuda externa argentina de largo plazo de B a B menos, por el temor a que el ajuste anunciado produzca un «debilitamiento de la cohesión dentro de la coalición gobernante» que bloquee su aplicación.

Argentina se ubica hoy en el epicentro de la crisis financiera de los mercados emergentes. El nerviosismo recrudeció en lugar de tener un corte brusco como el esperado por el gobierno cuando decidió este drástico recorte de sus gastos, excepto los de la deuda externa, que asciende a 128.000 millones de dólares.

En un nuevo intento por eludir la cesación de pagos, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, se comprometió el miércoles a reducir el déficit fiscal a cero, y para lograrlo dispuso que el Estado sólo gastará lo que recaude.

«Por supuesto, pagaremos puntualmente todos los vencimientos de la deuda», aclaró, sin embargo.

En cambio, los salarios públicos, las jubilaciones superiores a 200 dólares, los pagos a proveedores y hasta los subsidios para pobres y desempleados sufrirán recortes desde este mes en porcentajes impredecibles pues dependerán de lo que recaude cada mes el Estado, pero estimados entre ocho y 10 por ciento.

El ajuste, considerado por expertos como el más drástico y severo de los siete impuestos en los 19 meses que lleva De la Rúa como presidente, tuvo el efecto paradójico de lograr una reacción de rechazo en los mercados financieros y una más cautelosa de los sectores políticos y sindicales.

La coalición gobernante Alianza, conformada por la Unión Cívica Radical y el Frente País Solidario, exhortó este jueves en un comunicado a resolver «rápida y prudentemente» la «cruda realidad», y solo pareció discrepar con el ajuste del miércoles al reclamar que el ajuste recaiga sobre los que más tienen.

«Debemos buscar consensos con todos los partidos para que, de inmediato, elaboremos un conjunto de propuestas para enfrentar esta crisis política, económica y social, basadas en una equidad, para que el esfuerzo recaiga sobre los que tienen mayores posibilidades económicas», reza la declaración.

Dirigentes del Frente País Solidario, grupo cuya lealtad al gobierno pende de un hilo, habían advertido que este ajuste era el límite que definiría su permanencia en la coalición, pero hasta el momento no hubo deserciones, y ni siquiera renuncias, como sí las hubo hace apenas tres meses ante un ajuste menor.

Mientras, en el opositor Partido Justicialista (peronismo) reinó el hermetismo. El gobierno de la provincia de Buenos Aires — la más populosa del país, gobernada por el justicialista Carlos Ruckauf— puso en marcha un plan para pagar los salarios de sus funcionarios con bonos.

Los expertos prevén que los empleados de la administración, docentes, médicos, enfermeros, policías y otras fuerzas de seguridad de Buenos Aires no podrán canjear esos bonos a su valor nominal, sino por mucho menos.

Las centrales sindicales, por su parte, ya manifestaron su oposición al ajuste, pero aún no anunciaron medidas de protesta.

El Banco Central de Brasil debió intervenir en el mercado para impedir el miércoles un agravamiento de la depreciación del real. Mientras, la Bolsa de San Pablo cayó 2,23 por ciento, y comenzaba a recuperarse con dificultades al comienzo de la jornada de este jueves.

El peso chileno, por su parte, cayó frente al dólar, y se mantuvo en niveles similares este jueves, al igual que en Uruguay, donde el Banco Central también se vio obligado a vender divisas.

Pero la desconfianza de los inversores trascendió la región. En reacciones atribuidas a los acontecimientos en Argentina, la bolsa española, donde cotizan importantes empresas que se hicieron cargo de servicios públicos privatizados en este país, la caída del miércoles fue de 2,35 por ciento.

Mientras, el índice de la Bolsa de México cayó 2,2 por ciento el miércoles y en la Bolsa de Nueva York sólo al final de esa jornada se corrigió la caída del inicio.

En el marco de una crisis que se aceleró en los últimos 15 días por el creciente costo del crédito, De la Rúa insistió entre el lunes y el miércoles en que Argentina es incapaz de obtener financiamiento externo y que debe vivir con lo que recauda, una política que Cavallo prometió aplicar con su ajuste.

La postura de De la Rúa quedó en evidencia cuando el tesoro debió pagar el martes tasas de interés de entre 14 y 16 por ciento para colocar letras por 850 millones de dólares, con el fin de obtener el financiamiento necesario para cancelar este viernes vencimientos de deuda por un monto apenas superior.

Los banqueros habían exigido en principio tasas cercanas a 20 por ciento.

Ante esta reacción del mercado bancario, Cavallo admitió que el gobierno no podía seguir aceptando esas tasas y anunció su determinación de gastar sólo lo que se recaude y de licitar letras sólo en casos puntuales de necesidades externas.

«Hay un solo camino para resolver nuestros problemas: gastar sólo lo que tenemos», dijo De la Rúa al anunciar las medidas, a las que definió como el único modo de impedir la devaluación de la moneda o la cesación de pagos.

Todo hacía suponer una inmediata reacción popular, sindical y política, como ocurrió hace tres meses cuando un ajuste menos drástico causó la caída del predecesor de Cavallo, Ricardo López Murphy, pero esta vez el voto negativo del mercado se anticipó al rechazo de la población.

El indicador de riesgo país —la diferencia en la tasa que pagan los bonos argentinos por encima de las de los bonos del tesoro de Estados Unidos— superó los 1.500 puntos básicos, o sea que subió 15 puntos porcentuales. Este índice revela la caída del valor de los títulos públicos argentinos.

Argentina afronta hace tres años una severa recesión y una alta tasa de desempleo. La ley de convertibilidad, que permitió la estabilización de los precios en los años 90, restringe las posibilidades de una devaluación y origina la fuerte demanda de capitales externos para nutrir al sistema.

Esa ley, aprobada en los primeros años del gobierno del justicialista Carlos Menem (1989-1999) e impulsada por Cavallo, entonces también como ministro de Economía, creó una caja de conversión que contiene un dólar por cada peso argentino circulante, y estableció la paridad entre esas dos monedas.

Desde la segunda mitad de 1998, las inversiones mermaron por la crisis rusa y la depreciación del real en Brasil, y la economía argentina comenzó a replegarse, produciendose así un círculo vicioso por el que se encarece el crédito, el producto se estanca, la recaudación fiscal cae y el déficit fiscal crece. (FIN/IPS/mv/mj/if/01

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