DROGAS-LIBANO: Gobierno dividido ante cultivos de marihuana

Mientras el primer ministro de Líbano promete destruir las plantaciones de cannabis del país, el Ministerio del Interior asegura que sus fuerzas no tomarían ninguna acción contra los responsables de ese cultivo ilícito.

«Los cultivos de este año no serán cosechados», dijo el primer ministro Rafik Hariri. Pero el ministro del Interior Elías Murr afirmó que no permitiría que las fuerzas policiales bajo su mando actuaran contra los productores de cannabis, materia prima de la marihuana y el hachís.

La superficie destinada al cultivo de drogas ilícitas pasó de 8.000 hectáreas en 2000 a 40.000 este año en el fértil valle del Bekaa, ubicado en la región nororiental del país, a pesar de la campaña de erradicación que el año pasado generó enfrentamientos entre los campesinos y la policía, así como varios muertos.

Hussein Musawi, representante local en el Parlamento, llamó a los agricultores a impedir cualquier intento de destruir los cultivos «bloqueando caminos y carreteras con sus cuerpos y con los cuerpos de sus hijos».

«Si el gobierno quiere destruir el hachís, por qué no lo compra y destruye luego», propuso Musawi durante una gira por la zona.

Pero Hariri advirtió que las autoridades no pagarían a los agricultores por plantar drogas, pues eso promovería el retorno al cultivo ilícito de otros productores que habían optado por cultivos legales.

A comienzos de este mes el gobierno anunció un plan para destruir los cultivos sin perjudicar a los agricultores e introduciendo un nuevo programa de desarrollo para la región.

Durante una reunión con un legislador del grupo islámico Hezbolá, Hariri prometió iniciar en el Bekaa proyectos de desarrollo por valor de 750 millones de dólares, para la instalación de redes de riego y agua potable, saneamiento y caminería.

«El año pasado muchas personas murieron. Es lógico que cuando el ejército y la policía vienen a erradicar cultivos ilegales, la gente que sufre hambre trate de detenerlos», dijo Nasser Ferjani, director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Rural en el Valle del Bekaa que trabaja desde 1994 con los pobladores locales.

La plantación de cannabis fue habitual en el valle del Bekaa durante cientos de años. El arbusto formaba parte de la cultura de la zona y se utilizaba como moneda de cambio y para agasajar a los huéspedes.

Pero el período de la guerra civil en Líbano (1975-1990) fue la etapa dorada para el cultivo y producción de drogas ilegales en la región. Finalizado el conflicto, la comunidad internacional presionó al gobierno libanés para que terminara con las plantaciones de drogas ilícitas.

Desde el fin de la guerra Líbano ha intentado salir de las listas negras de países productores de drogas y favorables al lavado de dinero procedente de actividades delictivas.

En los primeros años de la década de 1990, el gobierno implementó una exitosa campaña de erradicación, anunciando planes de asistencia para la reconversión de cultivos.

Pero los mismos nunca se materializaron. La opción para los agricultores fue plantar papas o cebollas, con ingresos casi 1.500 veces inferiores al del cannabis.

En los últimos años se produjo la explosión de los cultivos que alcanzaron 40.000 hectáreas este verano boreal, en su mayor parte destinadas al cannabis y en segundo lugar a la amapola para la producción de opio. También funcionan laboratorios que elaboran las drogas.

La nueva embestida oficial aparece tras la publicación de informes de prensa sobre el retorno del cultivo a la región.

Hasta la fecha no se han tomado medidas concretas. «El gobierno comenzó a lanzar panfletos desde helicópteros advirtiendo a los agricultores sobre el cultivo ilegal», dijo Ferjani.

Mientras tanto, los agricultures del valle se aprontan para la cosecha y para un enfrentamiento armado, advirtiendo que no permitirán la destrucción de los cultivos.

«Seguimos las indicaciones del gobierno y no plantamos cannabis por más de cinco años. En ese tiempo 80 por ciento de nosotros no pudo enviar a sus hijos a la escuela. Volvimos al cannabis porque no hubo cultivos alternativos ni asistencia. Si vienen a destruir las plantaciones volveremos a luchar», dijo un campesino que se reservó su nombre.

El proceso de erradicación podría ser el mayor desafío del actual gobierno. Según los expertos llevaría cinco horas de trabajo de tractor destruir completamente una hectárea plantada con cannabis.

Si el ejército libanés dispusiera de unos 200 tractores para destruir las 40.000 hectáreas plantadas, le llevaría 100 días terminar la tarea.

Para entonces, mediados de octubre, gran parte del cannabis ya se estaría vendiendo en las calles de las ciudades europeas en forma de marihuana o hachís. (FIN/IPS/tra-en/kg/mn/dc/aq/ip/01

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