DERECHOS HUMANOS-BRASIL: La pobreza es negra y femenina

Las mujeres negras son las mayores víctimas de la desigualdad social en Brasil, al acumular en su contra la discriminación racial y la de género.

Las negras tienen ingresos 55 por ciento inferiores a los de las blancas, que por su parte ganan menos que los hombres, según un estudio de la organización no gubernamental Articulación de Mujeres Brasileñas (AMB).

El estudio indica que en 1999 había 36,3 millones de mujeres descendientes de africanos en Brasil, que constituyen 23 por ciento de la población total y 44 por ciento de la femenina. A ellas se les atribuye las ocupaciones más precarias.

Entre los cinco millones de empleadas domésticas, que en general no disfrutan de los derechos laborales establecidos por las leyes, 56 por ciento son negras o «pardas», como se identifica a las mestizas.

Además, ellas sufren en mayor medida el desempleo y la falta de escolaridad, y, contrariando la tendencia mundial a la mayor longevidad femenina, viven menos que los hombres blancos, dijo a IPS Guacira César de Oliveira, secretaria ejecutiva de la AMB.

No es coincidencia, por lo tanto, que las mujeres negras constituyeron la mayoría de los 1.500 participantes en la Conferencia Nacional contra el Racismo y la Intolerancia, cuyos tres días de deliberaciones concluyeron el domingo en Río de Janeiro.

La reunión preparó la participación brasileña en la tercera Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia, que se celebrará del 31 de agosto al 7 de septiembre en Durban, Sudáfrica.

Un documento aprobado por la conferencia incluye cerca de 300 medidas propuestas por militantes de movimientos y organizaciones de negros, indígenas, mujeres, religiosos y otras minorías, como homosexuales, portadores de deficiencias y migrantes.

Los reclamos detallados incluyen desde cuotas para el ingreso de estudiantes negros en las universidades y apoyo a las demandas de indemnizaciones a los indígenas por los daños sufridos en la historia.

El gobierno brasileño debe poner «verdaderamente en práctica su buen discurso y los compromisos asumidos en conferencias anteriores», resumió De Oliveira, también directora del Centro Feminista de Estudios y Asesoria (Cfemea), organización no gubernamental radicada en Brasilia.

Con ese fin, todos los programas del gobierno deben contemplar una atención especial a la cuestión étnica, para combatir «la desigualdad generada por el racismo», reclamó la activista.

La política de seguridad pública, por ejemplo, debe basarse sobre el hecho de que «son jóvenes negros las mayores víctimas de homicidios y las mujeres negras las que más sufren la violencia doméstica», explicó.

La discriminación contra los negros ocurre principalmente en el trabajo, reflejada en los salarios más bajos, despidos más frecuentes y funciones inferiores, a pesar de los méritos, opinó Claudia Regina de Oliveira, cocinera del Fondo Social de Solidaridad de Guarulhos, ciudad de la periferia de Sao Paulo.

En su caso no es tan fuerte, porque ella es funcionaria de la alcaldía que obtuvo su trabajo por concurso público y gana un salario razonable, de 280 dólares, en comparación con el de otras mujeres negras, comentó De Oliveira a IPS durante la conferencia en que participó junto con cuatro trabajadoras de Guarulhos.

La dificultad que enfrenta el movimiento antirracista, por lo menos en Guarulhos, es que los propios negros no reconocen sufrir discriminaciones, según Clea Dias da Silva, coordinadora del Fondo Social.

Una creencia muy difundida en Brasil es que en este país no hay racismo, sino rechazo a los pobres. El propio gobierno está dividido sobre la cuestión, pues algunos ministros niegan la existencia de discriminación por razones étnicas, lamentó De Oliveira.

Pero «la pobreza sí tiene color en el país, y es negra», sentenció Roberto Martins, presidente del Instituto de Investigación Económica Aplicada, dependiente del Ministerio de Planificación, al presentar las conclusiones de un estudio en Río de Janeiro.

El ingreso por persona promedio de los blancos es 2,5 veces superior al de los negros, y 68,85 por ciento de los pobres brasileños son negros, concluyó el estudio, sobre la base de estadísticas oficiales.

Los descendientes de africanos constituyen 45,3 por ciento de la población total de Brasil, y, por lo tanto, resulta desproporcionada su participación en la pobreza, hecho que resalta la necesidad de políticas específicas a favor de los negros y pardos para reducir la desigualdad, según Martins.

Las diferencias se confirman en otras áreas: el desempleo era de 11 por ciento entre los negros el año pasado, ante 7,5 por ciento entre los blancos, y sólo dos por ciento de los descendientes de negros llegaron a la universidad, contra 11 por ciento de los blancos.

Pese a la insatisfacción del movimiento social ante las escasas acciones prácticas del gobierno, la diplomacia brasileña cumple un rol positivo en las discusiones internacionales contra el racismo, admitió De Oliveira.

Son otros los orígenes de obstáculos que amenazan con impedir la aprobación en Durban de principios y un plan de acción global contra la discriminación racial y la intolerancia, evaluó.

El rechazo de Europa a la condena al tráfico de esclavos como crimen contra la humanidad y a las consecuentes reparaciones, el desconocimiento en los países ricos de los derechos de los inmigrantes y los numerosos conflictos étnicos que azotan el mundo hacen de esta conferencia mundial la más dificil entre todas, concluyó. (FIN/IPS/mo/mj/hd/01

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