COSTA RICA-NICARAGUA: Una mala señal en la frontera

El muro de casi un kilómetro de longitud que Costa Rica construye en la frontera con Nicaragua es una mala señal para la integración centroamericana, aunque el gobierno costarricense asegura que sólo lo levanta para regular el tránsito.

El ministro de Defensa de Nicaragua, José Adán Guerra, deploró la edificación de la valla y la consideró un signo negativo para toda América Central. «No es un buen mensaje» en momentos en que la región procura fortalecer su integración, dijo Guerra.

La construcción del muro de 972 metros de largo y dos metros de altura en el puesto fronterizo costarricense de Peñas Blancas, 400 kilómetros al norte de San José, comenzó el 5 de junio.

Pero «este muro no es para impedir la entrada de nicaragüenses» sino para resguardar los vehículos de transporte pesado que estacionan del lado costarricense a esperar los trámites aduaneros, explicó Oscar Vindas, gerente del puesto fronterizo.

El objetivo, agregó, es regular el paso de los vehículos entre Costa Rica y Nicaragua.

Vindas consideró ilógico que con la construcción se pretenda frenar la migración de nicaragüenses a Costa Rica, pues el límite entre ambos países mide casi 311 kilómetros y el muro apenas tiene dos metros de altura y casi un kilómetro de largo.

El funcionario también señaló que el muro se construye en territorio costarricense, sin lesionar en absoluto la soberanía de Nicaragua.

El ministerio de Hacienda de Costa Rica ratificó la versión de Vindas sobre el muro, adjudicado a una empresa privada a un costo de 92.000 dólares.

Según fuentes ministeriales, el muro es parte de una remodelación de la aduana costarricense en el puesto fronterizo.

Pero «un muro en cualquier frontera del mundo es símbolo ofensivo», dijo a IPS Luis Guillermo Solís, historiador y politólogo de la Universidad de Costa Rica.

Solís destacó que la existencia del muro será percibida siempre como un mal signo, aunque las autoridades costarricenses aseguren que no es su intención frenar el ingreso de nicaragüenses.

«Además, Nicaragua está en un proceso electoral p-rumbo a los comicios generales del 4 de noviembre— y cualquier cosa que haga Costa Rica será interpretada como una agresión», añadió el experto.

Las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua sufrieron roces en los últimos tres años por reclamos relacionados con la navegación por el fronterizo río San Juan.

Nicaragua sostiene que por el río no pueden navegar policías costarricenses armados, pero Costa Rica alega que sí tiene esa potestad, si bien reconoce la soberanía nicaragüense sobre esa vía fluvial.

En Costa Rica, país de cuatro millones de habitantes, viven más de 300.000 inmigrantes nicaragüenses, la mayoría de los cuales viajaron a este país en los últimos años en busca de trabajo.

Analistas locales afirman que esta cifra podría ser muy superior debido al ingreso de inmigrantes clandestinos, 300 cada día, según informó un oficial de la policía fronteriza nicaragüense al diario costarricense La Nación.

El funcionario explicó que el tráfico de personas aumenta los fines de semana, cuando cruzan la frontera unas 1.000 personas.

La construcción del muro fue objeto de pronunciamiento de dirigentes de otros países de la región, reunidos la semana pasada en la X Conferencia de Partidos Políticos organizada por el Parlamento Centroamericano.

«Creo que hay que solucionar ese problema, replantearlo con objetividad y con una visión centroamericanista y unionista, porque quien sale perdiendo es Centroamérica», dijo a la prensa nicaragüense el ex presidente de El Salvador Armando Calderón Sol, actual diputado del Parlamento Centroamericano.

Calderón Sol rechazó la construcción del muro, pero aseguró que no afectará la integración centroamericana. (FIN/IPS/nms/mj/ip/01

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