CIENCIA: Cavernas, entre la investigación y el turismo

El descubrimiento de cavernas puede modificar la vida de pequeñas ciudades, convirtiéndolas en centros de turismo ecológico, deportivo y cultural.

Así pasó con Sao Raimundo Nonato, municipio del pobre nordeste de Brasil cerca del Parque Nacional de la Sierra de Capivara, en cuyas cuevas y cañones se descubrieron, desde 1963, 535 sitios arqueológicos y unas 30.000 pinturas rupestres.

El gran interés despertado se debe a que, según aseguran los científicos, allí están las señales más antiguas de la presencia humana en el continente americano, además de los atractivos de la naturaleza circundante.

El Parque, instituido en 1979, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO). Sao Raimundo, a 30 kilómetros y con 26.880 habitantes según el censo de 2000, es la ciudad por donde llegan la mayoría de los turistas.

Pero su progreso se debió principalmente a las obras y empleos generados por la creación, mantenimiento y protección del Parque, dijo a IPS Rosa Trakalo, administradora uruguaya que se estableció en Sao Raimundo en 1992, con una agencia de viajes.

La corriente turística que comenzó hace pocos años ganó impulso con la inauguración del Hotel Sierra de Capivara en diciembre de 1992, año en que hubo solo 292 visitantes. Pero en 2000 sumaron 14.000 y este año se esperan 18.000 turistas, informó Trakalo.

Suerte similar pueden tener muchas otras ciudades. La Sociedad Brasileña de Espeleología, la ciencia que estudia las cavidades en la superficie de la Tierra, registró casi 3.000 cavernas en el país, pero estima que existen 10 veces más. Desde 1985 se descubren 100 nuevas cada año.

Ese recurso natural vulnerable, de gran interés científico y turístico, es la cuestión central de una gran reunión de investigadores de todo el mundo en Brasilia a partir de este domingo.

El Congreso Internacional de Espeleología, que se celebra cada cuatro años y ya va por su decimotercera edición, concluirá el 22 de este mes, con cerca de 600 participantes de 50 países. El sitio de internet http://www.speleobrazil2001.org.br informa sobre la reunión.

Es la primera vez que esta conferencia se realiza en América del Sur y coincide con el cuarto congreso latinoamericano y con el vigesimosexto brasileño.

El principal punto de discusión será «El desarrollo sustentable de las áreas cársticas», es decir las que tienen suelos propicios para la formación de cavidades superficiales y subterráneas, como las tierras calcáreas.

Simposios y cursos paralelos discutirán cuestiones como arqueología y paleontología, ecoturismo, deportes, educación ambiental y otras actividades vinculadas a las cuevas, abismos, cañones y rabiones (corrientes de río estrechas e impetuosas).

Las cavernas son importantes para varias ciencias, pues en su interior se concentran fósiles y sitios arqueológicos al haber servido de vivienda o refugio de seres humanos y animales, dijo a IPS Clayton Lino, presidente de la Comisión Organizadora del Congreso internacional.

Como son lugares protegidos de la intemperie con temperatura y humedad constantes, conservan fósiles y diseños en sus rocas, y constituyen el hábitat de especies animales y vegetales singulares, que interesan a la biología. Además, son materia natural de estudios geológicos.

El misterio y el fascinio de las cavernas atraen creciente cantidad de turistas, interesados en el contacto con la naturaleza, la práctica de deportes radicales (riesgosos) y en arqueología.

Y tienen algo de religioso, pues «influyeron en el diseño de las iglesias góticas y barrocas», señaló Lino, un arquitecto que se hizo espeleólogo.

El Parque Estatal de Alto Ribeira, a unos 300 kilómetros a suroeste de Sao Paulo, el principal polo industrial brasileño, es un ejemplo de la evolución del turismo de aventura y ecológico hacia las cavernas.

El parque, de 36.000 hectáreas, fue fundado en 1958, pero el turismo sólo se desarrolló, de hecho, en los últimos 10 años, según Vamir dos Santos, uno de los 80 guías que trabajan en el área, que posee 250 cavernas conocidas.

En 1999 hubo 47.000 visitantes, alentando la economía de Iporanga, ciudad cercana que, según el censo de 2000, tiene 4.563 habitantes de 2000. «Antes venían algunas personas en temporada de vacaciones, pero en los últimos años crecieron las visitas en los fines de semana», comentó Dos Santos.

Los hoteles se multiplicaron y la pionera Posada de Diva, que hace 10 años era una cabaña de madera que podía albergar unos pocos «aventureros», se expandió y hoy tiene capacidad para 200 huéspedes, destacó el guía turístico.

Son, en general, «turistas pobres», lo que limita su aporte económico a la región. Gran parte son jóvenes interesados en deportes como la travesía en canoa por los rabiones y el «rapel», salto desde gran altura con el pie atado a una soga elástica, disciplina de la que Dos Santos es practicante y orientador.

Pero el turismo preocupa a los espeleólogos. Es necesario limitar y disciplinar las visitas a las cavernas, porque su impacto puede ser dañino para su delicado ambiente, advirtió Pedro Gnaspini, zoólogo de la Universidad de Sao Paulo.

La simple respiración de muchos visitantes afecta el equilibrio interno de esas cavidades subterráneas, pues emite gases y altera la temperatura, explicó. (FIN/IPS/mo/mj/en sc/01

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