(Arte y Cultura) MUSICA: Natalia Oreiro sigue su propio camino

Es uruguaya, tiene 24 años, vendió dos millones de discos y se convirtió en una estrella de la música pop en Grecia, Hungría, Israel, Polonia, Rusia, Rumania y Turquía. El cineasta estadounidense Quentin Tarantino le ofreció trabajo. Pero Natalia Oreiro no quiere cantar en inglés.

Pero Oreiro no afrontó la prueba por la que pasan muchos artistas latinoamericanos consagrados: la ciudad estadounidense de Miami. «Mi caso es especial», aseguró la candidata a un premio Grammy de la Academia Latina de las Artes y las Ciencias Discográficas de Estados Unidos por su álbum «Tu veneno».

Mientras la colombiana Shakira —que con apenas dos años más ya vendió 3,5 millones de discos— estudia inglés con fruición, lee al poeta estadounidense Walt Withman y escribe canciones en la lengua de William Shakespeare, Oreiro prefirió llegar a la cima de la fama por otra vía, y hasta ahora no le fue mal.

En los últimos años, muchos artistas consagrados en América latina, sobre todo músicos, han intentado lograr aceptación en el mercado de Estados Unidos, que los importa y adapta sus estilos personales para convertirlos en artistas «globales».

La transformación no está exenta de riesgos. Shakira, nacida en Barranquilla, dijo que, además de cantar en inglés para conquistar al público estadounidense, trata de hacerlo sin atisbos de su acento nativo. «No quiero que mi acento moleste al oído», explicó.

En cambio, Oreiro, segura de la veneración que logró en Europa oriental y en Asia —donde no se habla el español—, prefiere mantener sus marcas de fábrica. «Los artistas latinos, en general, llegan primero a Estados Unidos y después a Europa, y yo hice el camino inverso, pero no sé si fue azaroso», sostuvo.

«Yo me siento atraída por lo europeo», afirmó la uruguaya, quien comenzó su carrera artística, al igual que Shakira, como actriz, para saltar luego a la música. Hasta ahora, la respuesta del público fue el fanatismo. Algunos adolescentes le suplican que los adopte y los lleve con ella, según sus allegados.

Cuando era niña, Oreiro filmó avisos publicitarios en Uruguay. A los 14 años, integró el elenco de bailarinas acompañantes de la animadora brasileña de programas televisivos Xuxa, y a los 16 se afincó en Argentina, donde protagonizó novelas («Muñeca Brava» y «Ricos y famosos») exhibidas en diversos países.

Pero fue con su primer disco, «Natalia Oreiro», que la popularidad de esta hermosa mujer de largo cabello negro creció de manera explosiva. Hoy, una visita de Oreiro a Moscú repercute en la portada de los diarios más populares.

Así, desde que comenzó su carrera como cantante, fue galardonada como celebridad de 2000 por el canal de televisión para abonados E! Entertainment, fue invitada ese mismo año a la Gala de la Hispanidad en España y es candidata al Grammy latino, premio que se entregará en septiembre en Miami.

Los diarios, radios y programas de televisión de los países en que ya es famosa coinciden en señalar la adicción que genera el fenómeno. Una vez que dan a conocer a Oreiro, se ven obligados por el público a difundir periódicamente novedades sobre sus giras, sus premios, sus discos o su vida privada.

Los fanáticos de Oreiro pueden terminar retirados en camilla de un recital —como ocurrió en Polonia— o recibir un abrazo, un beso o una caricia de la cantante uruguaya, capaz de pasar horas enteras entre sus seguidores, firmando autógrafos y saludándolos.

Esa es, quizá, un detalle que convirtió a la actriz en un personaje entrañable en Europa oriental. El acortamiento de la distancia con el público que ella procura todo el tiempo, incluso invitando a niños y jóvenes al escenario —un estilo que probablemente imitó de Xuxa—, parece ser el secreto de su éxito.

En todo caso, su empecinamiento en evitar el mercado estadounidense, en negarse a cantar en inglés y en evitar a toda costa una transformación que la convertiría en un producto preconcebido por la industria del espectáculo puede marcar el inicio de un nuevo recorrido posible para los artistas latinoamericanos que quieren conservar su identidad. (FIN/IPS/mv/mj/cr/01

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