(Arte y Cultura) KENIA: Zona de riesgo para músicos congoleños

Parece difícil que los fanáticos en Kenia de la rumba congoleña vuelvan a ver a algún intérprete de la República Democrática de Congo (RDC), luego del pésimo resultado de la última visita de Koffi Olomide.

Olomide quedó tan molesto que se negó a realizar su tercer y último espectáculo, y abandonó de inmediato Kenia.

La rumba de la RDC es muy popular en Kenia. Comenzó a ser interpretada en los años 50 por músicos africanos que estuvieron radicados en el Caribe. Olomide, junto a otros, la popularizó en Francia y Bélgica en los años 60 y 70, hasta la explosión internacional de los últimos años.

El músico llegó a Kenia el 28 de junio para realizar un concierto en el Safari Park de Nariobi al día siguiente. Pero el organizador del espectáculo, Joe Mutambo, de la empresa Intersports, no había lanzado aún la campaña publicitaria y le pidió que postergara una semana su actuación.

Olomide aceptó, con la condición de que Mutambo pagara su alojamiento en el Hotel Hilton. En los siete días siguientes, se realizó una rápida ronda de entrevistas, hasta que todo estuvo listo para la gran noche del 6 de este mes.

Pero cientos de fanáticos fueron obligados a esperar más de dos horas antes de que el músico apareciera en el escenario. Olomide tuvo una deslucida actuación de tres horas, en las que en más de una ocasión dejó el escenario o se sentó abatido junto a la batería.

Incluso, los músicos estuvieron 10 minutos discutiendo qué canción iban a tocar, mientras el público esperaba.

«Este fue el peor concierto de Koffi», se quejó uno de sus desilusionados seguidores.

El fracaso provocó una inmediata reacción de la prensa. «Olomide desilusionó a sus seguidores. El renombrado rey de la música tcha tcho no llenó las expecativas. Olomide fue apenas una sombra», señaló el periódico East African Standard.

«En el pasado, la multitud solía pedir a gritos más canciones, pero este concierto fue exactamente lo opuesto, y Koffi terminó preguntando al público qué quería escuchar», añadió.

Fue una absoluta sorpresa por parte de un hombre que apenas días antes había prometido un gran espectáculo. «Los keniatas saben que nosotros (su banda Quartier Latin) somos una apuesta segura. Saben que pueden confiar en nosotros. Saben que tendrán un gran momento y haré lo mejor», había dicho Olomide a la radio FM Metro.

Luego de ese mal comienzo, las cosas empeoraron. Olomide se dirigió a la ciudad de Mombasa para su segundo espectáculo. Pero interpretó sólo una canción y se fue. Se rumoreaba que los organizadores se negaron a pagarle debido a la escasa concurrencia de aficionados.

En lugar de volver a Nairobi para su último concierto, Olomide fue directamente al aeorpuerto de Mombasa y regresó a su país. Poco después se supo lo que realmente sucedió.

DS Njoroge, uno de los más importantes organizadores de espectáculos de Kenia, reveló que la noche del concierto en el Safari Park de Nairobi, el administrador del Hotel Hilton no dejó salir a Olomide porque no había pagado toda su estancia.

«Koffi me llamó para decirme que tenía un problema. El Hilton lo había dejado encerrado. No podía salir para el concierto. El organizador había dejado un depósito de 2.973 dólares, pero ya había sido agotado, porque hubo más gastos. Llamé al Safari Park, enviaron el resto del dinero, y lo dejaron ir», contó Njoroge.

Olomide no es el primer músico congoleño que pasa un mal momento en manos de los organizadores keniatas.

«Kenia tiene una mala reputación con los congoleños. Ya han sido estafados antes. Cuando la banda Lutumba Simarro vino aquí, sólo recibió una pequeña parte de la paga acordada. El organizador desapareció una vez que hubo recolectado el dinero del último concierto», señaló el periodista John Agunda.

«El cantante Alaine Komkoy vino de París hace un par de años con 18 músicos. Los organizadores se declararon en quiebra y no le pagaron. Komkoy y su grupo se quedaron y debieron pedir ayuda a Francia para regresar», refirió Agunda.

Hubo también un problema con el cantante y comediante congoleño Mbuta Likasu en 1999. El organizador contrató un avión liviano para traerlo y llegó tarde, por lo que no pudo hacer ningún espectáculo. El promotor lo abandonó y Likasu se vio obligado a juntar dinero para poder volver a su país.

Incluso, apenas unas semanas antes del espectáculo de Olomide, hubo una gran publicidad anunciando la llegada del músico congoleño Werrasson. Pero éste nunca apareció. «Quería cobrar por adelantado y los organizadores no pudieron pagarle», explicó el periodista.

Pero Njoroge responsabiliza a los artistas. «Esos músicos tienen mucha experiencia. Cuando encuentran un organizador principante, quieren imponerle severas condiciones. Eso es como ponerles una soga al cuello», sostuvo.

«Los músicos viajan con muchos amigos que van de paseo. Yo me pregunto qué es lo que esas 20 personas hacen en el escenario. Son este tipo de gastos los que matan a los organizadores», añadió Njoroge.

Pero Agunda no está de acuerdo. «Es verdad de que los músicos son caros, pero, ¿acaso no se puede calcular aproximadamente cuántas entradas se van a vender? No se trata de adivinar», dijo.

Agunda sostiene que los organizadores keniatas no están comprometidos con la industria del entretenimiento. «Son sólo amigos que se reúnen para hacer estas cosas. No han hecho nada por un largo tiempo. Sólo toman el dinero y desaparecen», dijo.

Njoroge adimte que la mayoría de los organizadores no son profesionales. «No hay reglas ni controles para los que entran al mercado. Cualquiera con dinero en el banco cree que puede ser un organizador. Pero si ni siquiera han preparado una fiesta de cumpleaños, ¿cómo piensan entonces patrocinar a un artista», se preguntó. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/rp-ff/cr/01

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