AMERICA LATINA: Inmigrantes pobres y mujeres blanco de xenofobia

La xenofobia apunta hoy en América Latina contra los inmigrantes de la propia región, por ser considerados una amenaza laboral o por el hecho de ser pobres y en algunos casos analfabetos, rechazo que se acentúa en el caso de las mujeres.

Esta es una de las conclusiones a la que arribó la socióloga Cecilia Lipszyc, Coordinadora Nacional del Instituto Argentino contra la Discriminación (Inadi), en declaraciones a IPS.

El caso más relevante es Argentina, que sigue siendo un importante foco de atracción para trabajadores latinoamericanos, en especial de Bolivia, Paraguay y Perú, la mayoría de los cuales son mujeres.

El Inadi y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) organizaron este mes en Buenos Aires un seminario sobre mujeres inmigrantes en Argentina, para diseñar políticas contra la xenofobia y el racismo de que son víctimas y que ayuden a remover prejuicios y mejorar su inserción.

En el foro, al que asistieron mujeres que trabajan en diversas organizaciones de inmigrantes y en agrupaciones culturales de los países de origen, se examinó además el aumento de los casos mujeres que son llevadas a Buenos Aires desde distintos países de la región para ejercer la prostitución.

También tuvo como objetivo recomendar delegadas para asistir a la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial y las Formas Conexas de Intolerancia, convocada por la Organización de las Naciones Unidas entre el 31 de agosto y el 7 de septiembre en Durban, Sudáfrica.

El seminario examinó los datos de un estudio realizado por la Organización Internacional para las Migraciones, el cual indica que los flujos de emigrantes cambiaron de sentido en las últimas dos décadas.

Así, en Argentina, que durante más de un siglo recibió inmigrantes de Europa y a partir de los años 60 de Chile y de Uruguay, ahora es constante la llegada de ciudadanos de otros países de América Latina.

Peruanos, paraguayos y bolivianos representan hoy alrededor de 80 por ciento de los extranjeros que se radican en Argentina, que aún es el principal destino de emigrantes de América del Sur pese a la crisis económica y el consecuente alto desempleo, que hoy alcanza a 16,7 por ciento de la población económicamente activa.

Una investigación del Servicio Ecuménico de Apoyo a los Inmigrantes y Refugiados indicó que las mujeres inmigrantes tienen escasa visibilidad, porque se las sigue contabilizando en estadísticas como personas a cargo o como desplazadas pasivas, es decir acompañando al jefe de familia varón.

Sin embargo, el estudio reveló que la mayoría de las personas que se radican en Argentina son mujeres que se trasladan solas, muchas veces dejando a sus hijos en el país de origen.

También indicó que 59 por ciento de las 180 mujeres consultadas declararon tener estudios secundarios o terciarios. No obstante esa buena calificación, 68 por ciento dijeron trabajar en el servicio doméstico, sector que mantiene una fuerte demanda pese a la escasa oferta de empleo actual en este país.

Los datos de la investigación descubren así ciertos prejuicios raciales, que limitan las posibilidades de acceso de las mujeres inmigrantes en puestos mejor remunerados.

«No es raro encontrar mujeres peruanas trabajando en casas de familia en las que su empleadora argentina tiene menos estudios cursados que ella», aseguró a IPS la socióloga María Inés Pacceca, una de las responsables de la investigación del Servicio Ecuménico.

Es, precisamente, este nuevo fenómeno social de incorporación de extranjeros lo que desató en diversos países la ola de xenofobia contra inmigrantes de países vecinos, que según la comunicóloga Beatriz Sarlo, son vistos como una amenaza a la propia identidad como nación «europea».

La población urbana de Argentina, debido a la fuerte corriente inmigratoria europea de los siglos XIX y XX, presenta una muy alta proporción de descendientes de italianos, españoles, franceses, alemanes y británicos, superior a la de origen indoamericano.

«La resistencia a aceptar las diferencias culturales se origina en la presión que éstas ejercen sobre la identidad: somos aquello que pensamos que somos», explicó Sarlo.

Esa es una de las razones del rechazo a los inmigrantes latinoamericanos, que no se explicaría sólo por una cuestión de competencia por los puestos laborales, añadió.

En Argentina, este año una mujer boliviana fue arrojada de un tren en movimiento por el guarda que forcejeó con ella, porque se negaba a abonar su boleto. Quienes viajaban junto a ella asistieron impávidos y sin reaccionar ante esa demostración de cruel xenofobia.

«Con los sistemas socioeconómicos de creciente exclusión en nuestra región, los inmigrantes son visualizados como amenaza para las fuentes de trabajo, el sistema educativo y de salud de los sectores más pobres, y sobre eso la xenofobia desarrolla un discurso violento que daña a los extranjeros en forma integral», apuntó Lipszyc.

La socióloga explicó que esa discriminación no sólo se da en el plano cultural y social sino también en el de las políticas públicas y legislación, que resultan restrictivas de la inmigración.

En el caso de Argentina, muchas de esas normas restrictivas que aún persisten datan de la época de la dictadura militar (1976- 1983).

Además, esas leyes dan paso a lo que se llama la «industria de la gestoría», un negocio que le brinda cuantiosas ganancias a muchas personas que cobran cifras desproporcionadas por «ayudar» a los recién llegados a moverse en la maraña de farragosos e interminables trámites de radicación. (FIN/IPS/mv/dm/hd pr/01

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