AMBIENTE: Debate del G-8 sumido en contradicciones

Los líderes europeos y de Japón podrían aprovechar la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos que comienza el viernes para persuadir al presidente estadounidense George W.Bush de sus posturas sobre cambio climático y energía renovable.

Activistas y analistas señalan, sin embargo, que es dudoso que Bush cambie su postura ante el Protocolo de Kyoto sobre Cambio Climático que procura reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que recalientan el clima del planeta.

En su segundo viaje a Europa en dos meses, Bush se presentará el viernes en la ciudad italiana de Génova para la cumbre del G-8 integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.

Una vez más, dicen los ambientalistas, lo hará con las manos vacías.

Simultáneamente, los representantes oficiales de 180 naciones están reunidos en Bonn discutiendo la aplicación del Protocolo de Kyoto. La delegación estadounidense no tiene posición para esas negociaciones ni alternativa al acuerdo de Kyoto.

En marzo Bush rechazó públicamente el Protocolo y dijo que su país no lo ratificaría.

«A menos que asista con un amplio paquete de ayuda tecnológica para que los países en desarrollo reduzcan sus emisiones de gases, (Bush) debe esperar un total aislamiento cuando se presente la discusión ambiental en Génova», dijo William Antholis, miembro del German Marshall Fund y ex director del Consejo Nacional de Seguridad para asuntos del G-8 durante la presidencia de Bill Clinton.

Sin embargo Bush puede tener algo que decir. Estados Unidos y Canadá quieren bloquear un plan del G-8 para impulsar las energías renovables en el mundo, diseñado por un grupo de trabajo presidido por la Royal Dutch Shell Corporation y el Ministerio Italiano de Ambiente.

Esa propuesta, que fue bienvenida por los ecologistas, incluye la reforma de las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, y exigiría a las agencias gubernamentales que aumenten su apoyo financiero para las tecnologías de energía renovable, como el sol y el viento, en las naciones en desarrollo.

El Grupo de Trabajo sobre Energía Renovable también recomienda a los gobiernos del G-8 la paulatina reducción de subsidios a los combustibles fósiles y a la energía nuclear, y más inversiones en la investigación de tecnologías limpias.

Según la organización ecologista Amigos de la Tierra, entre 1948 y 1998 Estados Unidos otorgó subsidios por 25.000 millones de dólares a los combustibles fósiles, y 66.000 millones de dólares a la energía nuclear.

En el mismo periodo, menos de 5.000 millones de dólares de subsidios se destinaron a tecnologías de energía solar, eólica y geotermal, sostuvo el grupo de presión con sede en Washington.

El gobierno de Bush se opone a la meta propuesta por el grupo de trabajo del G-8, que plantea suministrar energía renovable a 1.000 millones de personas para 2010. Canadá rechaza el retiro de subsidios a la energía nuclear.

«Es incomprensible que el presidente Bush, quien declarara recientemente que apoya un abordaje tecnológico para combatir el cambio climático, busque minar la iniciativa del G-8 para promover las tecnologías renovables», dijo Brent Blackwelder, presidente de Amigos de la Tierra Estados Unidos.

Bush propuso recortes presupuestales a la ayuda destinada a asistir a los países en desarrollo a generar tecnologías de energía renovable.

Este mes envió al Congreso de Estados Unidos un informe recomendando que el presupuesto de 2002 para los proyectos de cambio climático en el extranjero se reduzca a 117 millones de dólares, frente a los 158 millones de dólares de este año.

Aunque Bush insiste en que los países en desarrollo tomen medidas para limitar sus emisiones de combustibles fósiles, su propuesta reduciría los fondos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para ayudar a Africa, América Latina y Asia a desarrollar formas de energía renovable.

No obstante, aunque Bush podría ser considerado como antiecologista en la cumbre de Génova, su gobierno recibió cautos elogios de parte de organizaciones ambientalistas y defensoras de los derechos humanos.

Estados Unidos es el único país del G-8 a favor de crear fuertes pautas ambientales en común para las agencias de financiación a la exportación.

Pero los ecologistas siguen culpando a las agencias de financiacion a la exportación (AFE) de Estados Unidos, Europa y Japón de apoyar los proyectos de combustible fósil.

Entre 1994 y 1999, las AFE del G-8 apoyaron proyectos de combustible fósil por más de 115.000 millones de dólares en los países en desarrollo, según Jon Sohn, de Amigos de la Tierra.

Estos proyectos liberarán 29.300 millones de toneladas de dióxido de carbono, o más del total de las emisiones mundiales en 1996, según Sohn.

A pesar del fuerte apoyo de sus gobiernos al Protocolo de Kyoto, las AFE alemanas y japonesas superan a sus contrapartes de Estados Unidos en la financiación de proyectos de petróleo, gas y carbón, agregó.

«Es un contraste muy interesante», dijo Antholis, del Fondo Alemán Marshall, un centro de investigación dedicado a las relaciones entre Estados Unidos y Europa.

«Eso subraya que aún estamos en una etapa muy temprana del gobierno mundial. Las políticas del G-8 no sólo son contradictorias entre sí, sino internamente». (FIN/IPS/tra- en/dk/aa/dc aq/en/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe