Los seres humanos son en promedio más saludables que hace 20 años, pero la salud de los pobres se ha deteriorado a causa de la liberalización económica, señalaron investigadores en un nuevo informe.
«Las reformas de los sistemas de salud basadas en privatizaciones y reducción del gasto en salud pública ponen a las nuevas tecnologías aún más lejos del alcance de los pobres», advierte «Injusticias en salud: De la ética a la acción», un estudio de 13 países industrializados y en desarrollo.
Los planificadores de salud deberían esforzarse mucho más para que sus políticas reduzcan la brecha social en materia de salud, en especial en los países en desarrollo, insta el informe, patrocinado por la Fundación Rockefeller y la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional.
«Las desigualdades de salud en un país dado son un barómetro de la experiencia de sus ciudadanos sobre justicia social y derechos humanos», sostiene el documento.
En cuanto a la brecha de salud entre distintos países, no recibe suficiente atención, advirtieron los investigadores.
Por ejemplo, la expectativa de vida de Japón era en 1996 el doble que la de Sierra Leona, mientras la mortalidad infantil en Guinea era 300 veces superior a la de Noruega.
«En China, Chile y Rusia, las diferencias en la expectativa de vida de distintos grupos sociales se están ampliando, en reflejo del deterioro de los servicios de salud para ciertas comunidades», señala el informe.
«Las desigualdades pueden acentuarse en la búsqueda de un rápido crecimiento económico, porque los grupos marginados no sólo no comparten sus beneficios, sino que en muchos casos se transforman en perdedores netos», agrega.
Los países estudiados por los investigadores son Bangladesh, Chile, China, Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Kenia, México, Rusia, Sudáfrica, Suecia, Tanzania y Vietnam.
Factores económicos, culturales y sociales, incluidos el acceso a la educación, el papel de cada género, la capacitación laboral y las políticas macroeconómicas, influyen en la desigualdad en materia de salud.
La pobreza y la marginación son las principales causas de esa desigualdad, y la combinación de ambas, como sucedió en Sudáfrica durante el apartheid o régimen de segregación racial, es particularmente devastadora.
En 1993, la mortalidad infantil entre los negros sudafricanos era más de cinco veces superior a la de los blancos, señala el estudio.
Un problema similar ocurre en Estados Unidos, donde los hombres y mujeres pobres tienen una expectativa de vida sustancialmente menor que la de los ricos.
Además, los afroestadounidenses pobres tienen menor expectativa de vida y mayor índice de discapacidad que los blancos pobres.
En México, un estudio reveló enormes diferencias en las condiciones de salud entre los habitantes de áreas urbanas prósperas y los de zonas montañosas rurales, donde predomina la población indígena, discriminada en el acceso a la educación, al trabajo y a servicios básicos como el saneamiento.
El estudio concluyó que los miembros de esas comunidades viven en promedio 13 años menos que los de áreas urbanas prósperas.
Los autores del nuevo informe expresaron particular preocupación por el impacto de la liberalización económica sobre la salud de los sectores más pobres, marginados y menos educados.
En Rusia, la mortalidad masculina aumentó abruptamente durante la transición del socialismo hacia el capitalismo, en particular entre los hombres con menos años de estudio.
Las mujeres rusas viven en promedio 13 años más que los hombres, una diferencia dos veces mayor que en otros países industrializados.
En China, pese al impresionante crecimiento económico y a la reducción de la pobreza en su transición hacia una economía de mercado, iniciada hace 20 años, se abrieron importantes brechas, en especial entre las áreas urbanas costeras y las rurales del interior, con una diferencia de 10 años en la expectativa de vida.
La mortalidad infantil en los condados más pobres de China aumentó 25 por ciento desde los años 80, según el informe.
Además, la mortalidad y el índice de discapacidad entre las niñas chinas ha subido constantemente desde 1982, mientras en los varones descendió, tanto en áreas urbanas como rurales.
En América Latina, las políticas económicas redujeron en algunos países el número de personas que viven en la pobreza extrema, pero, al igual que en China, las condiciones de salud de aquellos que se quedaron atrás empeoraron en los últimos años, según el informe.
En Africa, los programas de ajuste estructural y los consiguientes recortes en el gasto social contribuyeron al aumento de las desigualdades en materia de salud.
Por ejemplo, en Tanzania «un número alarmante de adolescentes» no puede pagarse las cuotas de sus estudios, impuestas en el marco de las reformas económicas, y como resultado deben realizar tareas peligrosas en la minería y la agricultura, que aumentan su riesgo de lesiones y de contagio del VIH/sida.
La educación y los ingresos de una persona determinan su grado de acceso a los servicios de salud, concluye el informe.
Chile, que comenzó a liberalizar su economía a mediados de los años 70, registró un aumento sustancial en el nivel de ingresos de su población e incrementó su gasto en educación.
Como resultado, la expectativa de vida ha aumentado constantemente para la mayor parte de la población, aunque el ritmo de aumento ha sido mayor entre los chilenos con más años de educación formal.
Sin embargo, la expectativa de vida de los hombres con escasa o nula escolaridad disminuyó entre 1985 y 1996, sostiene el informe. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/mlm/he-dv/01