REFUGIADOS-COREA DEL NORTE: El dilema de China

El pedido de asilo de una familia norcoreana en la oficina del ACNUR en Beijing puso en aprietos a China, obligada por un tratado a repatriar a los «desertores» de Corea del Norte.

El episodio es también una nueva evidencia de la situación de miles de norcoreanos que huyen de la represión y del hambre.

«Rogamos a la comunidad internacional, en nombre de miles de compatriotas escondidos en China, que atienda nuestra situación», dijo la familia que solicitó asilo este martes.

Miles de norcoreanos han cruzado la frontera en busca de refugio y comida. Grupos de asistencia internacional calculan entre 150.000 y 300.000 la cantidad de refugiados norcoreanos ocultos en el noreste de China y en Mongolia.

Más de seis años de severa escasez de alimentos, debido a una mala administración de la agricultura y a desastres naturales, causaron desnutrición generalizada en la población de Corea del Norte. Al menos tres millones de personas murieron en ese periodo por falta de comida.

Un estudio realizado en 1998 por organizaciones de asistencia internacional reveló que 62 por ciento de los niños menores de siete años tienen dificultades de crecimiento. Esto significa que una generación de norcoreanos tendrá importantes carencias mentales y físicas debido a la prolongada desnutrición.

La cantidad de norcoreanos que huyen de su país se incrementó sensiblemente en los últimos años. Casi todos llegaron a Corea del Sur a través de terceros países. Los refugiados recorren China a lo largo del río Tumen y piden asilo en alguna embajada de Corea del Sur en el sudeste de Asia.

Pero la familia que se refugió el martes en la oficina del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) en Beijing optó por una táctica diferente.

Sus siete integrantes, de edad entre los 15 y 69 años, pretendían llegar a Corea del Sur a través de Mongolia, pero acudieron al ACNUR cuando se complicó el viaje, informó el grupo japonés Rescate al Pueblo de Corea del Norte (RENX).

China ahora afronta un dilema diplomático y considera las consecuencias que podría tener reconocer a los norcoreanos como refugiados o deportarlos.

Por un lado, Beijing está obligada por un tratado a repatriar a los «desertores» de Corea del Norte. El gobierno, para evitar la entrada masiva de refugiados, impuso una severa política de control, que motivó protestas del ACNUR y de grupos defensores de los derechos humanos.

Parece difícil que Beijing se arriesgue a dañar las relaciones con su aliado Pyongyang, que en los últimos dos años mejoraron notoriamente luego de dos visitas a China del líder norcoreano Kim Jong Il. Así mismo, crearía un precedente si reconociera a la familia como refugiada.

Pero, por otro lado, deportarla perjudicaría la imagen de China unas semanas antes de que el Comité Olímpico Internacional designe la ciudad sede de los Juegos Olímpicos de 2008, una distinción a la que aspira Beijing.

La familia desertó de Corea del Norte en 1999 porque había publicado un libro con dibujos que ilustraban el hambre y la represión política en su país, explicó Jiro Ishimaru, un periodista japonés que la acompañó hasta la oficina del ACNUR.

RENK advirtió que agentes norcoreanos buscaban a la familia en China y que, si Beijing no reconocía su condición de refugiada, sería deportada a Pyongyang. El artículo 47 del código penal norcoreano establece que los «desertores» sufrirán una condena no menor de siete años de prisión o incluso la pena de muerte.

«Nos quedaremos hasta que nuestras demandas sean aceptadas. No nos vamos a mover. Ya no temenos morir», expresó la familia en una declaración divulgada por RENK.

El ACNUR considera que los norcoreanos huyen de la persecución y su situación está contemplada en la Convención sobre Refugiados de 1951, de la que China es signataria. Pero Beijing sostiene que se trata de inmigrantes con problemas económicos, que deben ser deportados conforme al tratado con Pyongyang.

El martes, el portavoz de la cancillería china Zhang Qiyue se negó a aceptar a la familia como un grupo de refugiados y no dejó claro si su gobierno reconoce a la oficina del ACNUR como una misión extranjera con inmunidad diplomática.

Por otra parte, el incidente se produce en el marco de una polémica provocada por las dramáticas revelaciones de un refugiado.

La semana pasada, un norcoreano que, pese a las protestas del ACNUR, fue deportado el año pasado por las autoridades chinas, y que posteriormente logró escapar a Bangkok, aseguró a grupos de derechos humanos que fue encarcelado y torturado en su país.

Park Chong Il, de 33 años, que usaba el seudónimo chino de Kim Kuk Chol, se refirió a padecimientos sufridos junto a otros siete prisioneros en una cárcel subterránea en la ciudad norcoreana de Chongjin, donde, según dijo, fue interrogado en una cámara de tortura.

«Estaban previstas dos sesiones de tortura para cada prisionero ante un foco de luz. Golpeaban con todo tipo de instrumentos: cadenas de hierro, correas de goma, palos de madera… Muchas veces vi a las víctimas colgadas boca abajo», aseguró.

Park sobrevivió al tormento, pero varias veces consideró suicidarse, hasta que decidió intentar una vez más la huida a China. No sabe qué sucedió con el resto de sus compañeros de prisión.

En enero de 2000, la decisión de Beijing de repatriar al refugiado provocó la protesta de Seúl y la del entonces titular del ACNUR, Sadako Ogata.

El mes pasado, el ACNUR presentó una petición firmada por 11 millones de surcoreanos, un cuarto de la población del país, para que a los «desertores» se les reconozca como refugiados en los países donde busquen asilo. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/rp-aq/pr hd/01

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe