ISRAEL: El miedo vence toda rutina

El miedo se ha instalado en la vida cotidiana de los israelíes al comienzo del noveno mes de intifada (insurrección) palestina, y causa cambios drásticos de conducta en una población a la que se creía acostumbrada a la violencia.

El Barrio Ruso de Jerusalén, en el que se concentran bares y discotecas, estuvo casi desierto en las últimas semanas. Un coche bomba con poderosos explosivos estalló en la zona hace un mes sin causar víctimas. Una semana después, un atentado suicida frente a una discoteca de Tel Aviv produjo la muerte de 20 jóvenes.

«Es la primera vez que veo a los israelíes reaccionar de este modo. La gente cambió sus costumbres y ya no está de humor para salir a divertirse», dijo Gilly Sharoni, de 23 años, propietario del bar Heleni, uno de los más populares del barrio.

Casi no hay clientes en el contiguo bar de Moshe, donde los camareros aprovechan para bailar.

Adi Elbaz, de 15 años y cliente habitual de ese establecimento, no entiende por qué sus amigos se han quedado en sus casas. «Otra bomba ¿y qué? Estamos acostumbrados a eso y no deberíamos dejar que nos afecte», dijo a IPS.

Muchos israelíes se sienten vulnerables a ataques de militantes palestinos, y piensan que el primer ministro Ariel Sharon debería «permitir una victoria del Ejército», pero la mayoría de las casi 600 personas muertas en incidentes violentos desde el comienzo de la intifada han sido palestinas.

Medidas de seguridad adoptadas por Israel son consideradas por los palestinos una forma de represalia. Los caminos que conducen a muchos pueblos palestinos fueron obstruidos con bloques de cemento, y eso obliga hombres, mujeres y niños a desplazarse a pie o por un laberinto de senderos laterales.

En las carreteras transitables, los vehículos son demorados por largos períodos en puestos de control israelíes, bajo el sol del verano boreal.

El creciente sentimiento de frustración entre los palestinos ha hecho que aumente el apoyo a los grupos más radicales, responsables de ataques suicidas y otros atentados en los últimos meses.

El creciente temor a atentados con bombas «hace que la gente mire a los autos vacíos estacionados de otra manera», y que «muchos adultos acompañados por niños eviten los centros comerciales», señaló Mina Zemach, especialista en encuestas de opinión pública.

La compañía de autobuses urbanos Egged es un blanco frecuente de atentados con bombas, y muchos prefieren viajar en taxi si tienen sus ingresos se lo permiten.

«Al comienzo de esta intifada la gente tenía miedo de viajar en autobús, pero tras ocho meses, muchos se han acostumbrado a la nueva situación», aseguró el portavoz de Egged, Ron Ratner.

«La única vida que conocemos los sabras (judíos nacidos en Israel) es la que otras personas pueden considerar 'anormal'», apuntó Moshe Lissak, profesor de sociología en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

«Desde que era niño me inculcaron que debía seguir adelante sin desertar, pasara lo que pasara», dijo Lissak.

Muchos israelíes consideran desertores a los judíos instalados en el país tras su creación en 1948 que no soportaron el clima de violencia y regresaron a su país de origen.

Lissak cree que la población volverá pronto a sus rutinas anteriores a la intifada. «Hemos estado muchas veces en situaciones como ésta. Sabemos que la paz puede tardar mucho en llegar, y la única opción es seguir con nuestras vidas», afirmó.

Sharoni no piensa lo mismo. «Tendré que cerrar mi establecimiento si todos permanecen en casa tras cada atentado, porque la guerra está lejos de terminar», comentó. (FIN/IPS/tra- eng/vq/mn/mp/ip cr/01

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