ISRAEL-EEUU: Rebrotan viejas discrepancias

Israel teme que se repita la tensión de 1991 con Estados Unidos por la construcción de asentamientos judíos en territorios palestinos, cuando gobernaba George Bush (1988-1992), padre del actual jefe de la Casa Blanca.

Una hilera de grises armazones de metal y de concreto, que en el futuro serán el esqueleto de una serie de casas, va creciendo poco a poco en los alrededores del asentamiento israelí de Beit El, al norte de la ciudad palestina de Ramallá, en Cisjordania.

Esta expansión de las colonias judías en los territorios ocupados es exactamente lo que la comunidad internacional quiere evitar, pues la delicada tregua entre palestinos e israelíes puede caerse a pedazos ante cualquier provocación.

Ambas partes acordaron un cese al fuego hace tres semanas, con el auspicio del director de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), George Tenet, que visitó Medio Oriente para intentar poner fin a ocho meses de sangriento conflicto.

A comienzos de esta semana, el presidente estadounidense George W. Bush se reunió con el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, por segunda vez en tres meses. Bush pidió a Sharon que fuera más flexible ante las demandas palestinas, según trascendió.

Mientras, el secretario de Estado estadounidense Colin Powell realiza una gira por Medio Oriente para dar nuevos bríos a la delicada tregua, pero no pudo evitar nuevos actos de violencia ni la pérdida de vidas en ambas partes.

La administración de Bush es arrastrada, inevitablemente, a tomar parte en el conflicto palestino-israelí, pese a que al comienzo pretendía mantenerse alejada. Y este acercamiento, por otra parte, está mostrando poco a poco divergencias entre Tel Aviv y Washington.

Las autoridades israelíes insisten en exigir un completo cese de la violencia como requisito para cualquier acuerdo político, pero las estadounidenses discrepan.

Se espera que Powell atienda en su visita la principal demanda palestina: un calendario fijo para poner en práctica el resto de las recomendaciones hechas por la comisión internacional que preside el ex senador estadounidense George Mitchell, en especial la que propone detener la construcción de asentamientos.

La comisión realizó un informe sobre las causas del comienzo en septiembre de la segunda intifada, o leventamiento popular palestino, y concluyó que la construcción de asentamientos judíos en terrorios palestinos fue la principal causa del estallido de violencia.

Estados Unidos y la Unión Europea apoyaron los resultados de la comisión, mientras que el resto de la comunidad internacional reconoció que los asentamientos son ilegales y un obstáculo para lograr una paz permanente entre palestinos e israelíes.

«Este lugar será siempre parte de Israel», dijo Uri Ariel, presidente del consejo local de Beit El. Representantes del gobierno israelí, tanto de izquierda como derecha, prometieron colaborar con el asentamiento, que está ubicado en el corazón de las tierras bíblicas de Israel, aseguró.

«Vinimos para quedarnos ¿Por qué no deberíamos seguir edificando?», se pregunto Ariel. Los israelíes ortodoxos consideran que los asentamientos son una forma de mantener el control sobre Cisjordania, a la que llaman por los nombres bíblicos de Judea y Samaria.

Ariel está plenamente confiado sobre el futuro de Beit El, pero pierde el control cuando se nombra al ex presidente George Bush, padre del actual jefe de Estado estadounidense.

«George Bush cometió un gran error al retener el dinero para que pararamos la construcción de asentamientos» dijo Ariel, al referirse a los 10.000 millones de dólares en garantías de préstamo que Washington retuvo en 1991.

Políticos israelíes temen un rebrote del diferendo con Estados Unidos sobre los asentamientos. La preocupación surgió cuando George W. Bush asumió la Presidencia y convocó a funcionarios clave del gobierno de su padre.

Sin embargo, al inicio las relaciones se desarrollaron con normalidad, y la política de Bush dejó al nuevo gobierno de Sharon con gran libertad de maniobra.

«Estamos gratamente sorprendidos. Las políticas de Bush y de Sharon parecen congeniar», dijo el director de la oficina en Jerusalén del Congreso Judío-estadounidense, David Clayman, antes del giro de Bush, manifestado en la última reunión con el primer ministro de Israel.

El ex embajador israelí en Washington y actual asesor de Sharon, Zalman Shoval, había sido más cauto y previó que su país sería presionado por Washington para ser más flexible con los palestinos.

«Israel no quiere ir en contra de Estados Unidos, ni en especial contra esta administración», dijo Shoval.

Israel se vio obligado en varias oportunidades a limitar la construcción de asentamientos debido a la presión internacional, y aceptó el principio de detener su extensión cuando firmó los acuerdos de paz de Oslo, en 1993.

Pero en la práctica, la construcción aumentó notoriamente desde que comenzó el proceso de paz, y el número de colonos ascendió de 116.000 a 250.000.

El actual gobierno israelí de «unidad nacional» prometió no construir nuevos asentamientos, aunque ello no implica prohibir la expansión de los ya existentes por «crecimiento natural».

El gobierno de Sharon, desde que asumió en marzo, anunció la edificación de 737 grupos de viviendas en Cisjordania, sin incluir la construcción en nuevos vecindarios judíos en los alrededores de Jerusalén, también tierras ocupadas.

Debido a estas prácticas, los distintos gobiernos israelíes, tanto de izquierda como de derecha, perdieron credibilidad ante los palestinos y ante la comunidad internacional. Es por esto que ahora Israel es presionado para que atienda de una vez por todas las demandas palestinas.

Las dos alas del gobierno israelí tienen a veces posiciones encontradas sobre la situación palestina. Cuando el ministro de Defensa, Benjamin Ben Eliezer, del Partido Laborista, anunció esta semana que quería desmantelar 15 asentamientos, los ministros del Likud de Sharon bloquearon la medida.

Los ministros de derecha en particular dicen que no quieren conceder nada a los palestinos mientras continúe la violencia. No están dispuestos, bajo ninguna circunstancia, a detener la construcción de asentamientos.

Quizás la presión de Estados Unidos termine por convencerlos de que no tienen otra opción. (FIN/IPS/MM/IP/fb/mn/rp/ip/01

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