La crisis energética reducirá la producción industrial y el crecimiento de Brasil, pero también presenta la oportunidad de acelerar la integración energética sudamericana.
Además, el vigoroso impulso oficial al sector eléctrico, que ya está en marcha, puede atenuar los efectos económicos de la reducción de la actividad industrial brasileña.
La falta de electricidad es atribuida por el gobierno a las escasas lluvias de este año, pero detrás de este motivo circunstancial se esconde la extrema dependencia de Brasil de las fuentes hídricas de energía, que, según algunos estudios, llega a 92 por ciento del total generado.
El director del no gubernamental Instituto de Desarrollo Estratégico del Sector Eléctrico, Joaquim de Carvalho, atribuyó la crisis energética brasileña a la política de privatización del gobierno y formuló negros vaticinios para los próximos años.
«Si el gobierno insiste en la privatización de lo que queda del sistema público de generación y basa la expansión del sistema en la iniciativa privada de termoeléctricas a gas natural, Brasil se hundirá en una crisis de abastecimiento de electricidad de la que no saldrá en menos de una década», dijo Carvalho a IPS.
Empujado por la inminencia de un colapso energético que ya derrumbó la popularidad del presidente Fernando Henrique Cardoso, Brasil se dispone a alterar la matriz energética del país mediante la construcción de 49 centrales termoeléctricas y miles de kilómetros de líneas de trasmisión.
Estos proyectos demandarán una inversión total de 30.000 millones de dólares, que será asumida por el gobierno y por compañías privadas de varios países.
Brasil tiene hoy una capacidad instalada de generación de 66.000 megavatios por hora, pero necesita 12.600 adicionales para mantener el crecimiento económico entre cuatro y cinco por ciento anual.
Entre las obras de mayor impacto regional se destaca el aumento de la compra de gas boliviano, actualmente de 30.000 metros cúbicos diarios, hasta un total de 150.000.
El presidente Cardoso suspendió una visita programada para fines de este mes a Rusia y Ucrania, cargada de expectativas comerciales, a fin de viajar a La Paz, donde debatirá con su par boliviano Hugo Banzer las condiciones para la importación de gas, entre otros proyectos bilaterales.
Las reservas bolivianas de gas natural pasaron de 4,3 billones de pies cúbicos en 1997 a 47 billones en los últimos cuatro años, un volumen que, conjugado con el crónico déficit energético de Brasil, representará un apreciable impulso a la economía de Bolivia.
Brasil podrá pagar su cuenta de gas con grandes obras de infraestructura en Bolivia, como la construcción de una carretera de 600 kilómetros entre la localidad fronteriza de Puerto Suárez y Santa Cruz de la Sierra, en el centro del país, ya adjudicada por Bánzer a la empresa brasileña Norberto Odebrecht.
También figura entre los proyectos la construcción en Puerto Suárez de un polo petroquímico por parte de Odebrecht en conjunto con la empresa petrolera estatal brasileña Petrobrás.
Brasil considera duplicar la extensión del gasoducto de 3.150 kilómetros construido a un costo de 2.000 millones de dólares e inaugurado en 1999 entre Santa Cruz de la Sierra y Sao Paulo, para que la participación del gas natural en la matriz energética del país pase del actual 2,7 por ciento a 12 por ciento en 2010.
Los negocios con los países vecinos se multiplican, ahondando la integración energética. En Uruguay, la empresa española Endesa y la francoalemana Alstom construirán una central termoeléctrica a gas natural por 730 millones de dólares, en ciudad de Paysandú, fronteriza con Argentina, sólo para vender energía a Brasil.
Esta semana, la compañía estatal electroenergética uruguaya UTE inauguró en la ciudad de Rivera, fronteriza con Brasil, una interconexión con la ciudad vecina de Santana do Livramento, Brasil, para el objeto de vender electricidad a este país.
La empresa estadounidense El Paso Energy International se dispone a invertir hasta 5.000 millones de dólares para dirigir a Brasil 5.000 megavatios por hora excedentes de Argentina por falta de líneas de transmisión.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estudia la posibilidad de financiar cuatro proyectos de generación, transmisión y distribución en Brasil.
Parte de los 2.200 millones de dólares destinados por el BID a distintos proyectos en Brasil pueden dirigirse al sector eléctrico, según su presidente, Enrique Iglesias.
Paraguay consume apenas 14 por ciento de la energía generada por las centrales binacionales de Itaipú, compartida con Brasil, y Yacyretá, con Argentina.
La crisis energética brasileña ofrece a Paraguay la oportunidad de participar en un sector que en los próximos años podrá recibir inversiones por unos 1.000 millones de dólares en ambas centrales.
Paraguay ya acelera su proyecto de construcción de una represa hidroeléctrica en Anacuá, que generará 200 megavatios para consumo local y le permitirá vender a Brasil más energía de Itaipú.
Mientras, el tendido eléctrico de 1.500 kilómetros para transportar 200 megavatios por hora entre la represa de Guri, sureste de Venezuela, y el estado septentrional brasileño de Roraima, acordado en 1997, sufre retrasos por protestas de ambientalistas e indígenas venezolanas.
«Toda crisis trae consigo riesgos y oportunidades», sentenció exultante José Augusto Marques, presidente de la Asociación Brasileña de Industrias de Base (Abdib).
En efecto, la crisis moviliza también a los fabricantes de equipos para obras de infraestructura, generación y distribución de electricidad, que este año facturará unos 10.000 millones de dólares, según algunos cálculos.
Antes del estallido de la crisis, la Abdib preveía inversiones por 9.000 millones de dólares, pero Marques sostiene que «ahora, con la aceleración de los proyectos existentes y el desarrollo de otros nuevos, el mercado para estos equipos debe crecer mucho más de lo que habíamos previsto». (FIN/IPS/vg/mj/if en/01