/Integración y Desarrollo/ BRASIL: Un banco contra el hambre (*)

Los alimentos descartados por el comercio ya no son basura, sino un arma contra el hambre en la ciudad brasileña de Santo André, vecina de Sao Paulo.

El Banco Municipal de Alimentos de Santo André, que opera hace seis meses, recoge y distribuye un promedio de 60 toneladas mensuales de productos variados, desde hortalizas a cereales, informó a IPS su director, Newton Narciso Gomes.

De ese modo se obtienen alimentos para 73 instituciones que atienden a la población pobre, como guarderías, hospitales, centros de asistencia a ancianos o a personas con deficiencias, en un universo de 12.000 a 13.000 personas.

La capacidad instalada permitirá aumentar el volumen a 150 toneladas, una meta que se pretende alcanzar a fines de este año, anunció Gomes.

El proyecto, el primero en su tipo de un gobierno municipal en América Latina, fue diseñado para la distribución de 450 toneladas mensuales de alimentos, una cantidad más que suficiente para eliminar el hambre en esta ciudad de 660.000 habitantes.

Unas 28.000 personas sufrían hambre en 1998 en Santo André, según una investigación realizada entonces y que no ha sido actualizada.

La actividad emprendida «nada tiene de complicada y sus bajos costos permiten que cualquier alcaldía la adopte», aseguró Gomes. La idea consiste en aprovechar los productos que los comercios descartan pese a mantener valor nutritivo.

«Un día recibimos mil litros de leche», desechados por un supermercado porque «tres o cuatro envases se rompieron, ensuciando el cargamento», señaló Joao Tadeu Pereira, coordinador del Banco Municipal de Alimentos.

Daños en la etiqueta o en el envase exterior bastan a veces para que algún producto sea desechado por los comerciantes, aunque los sacos de plástico que lo protegen permanezcan intactos. Se convierte en basura o es donado al Banco de Alimentos, cuya tasa de descarte es sólo de cinco por ciento, dijo Pereira.

De esa manera, muchos de los niños y niñas pobres de la guardería Ciudad de los Niños pudieron saborear por primera vez yogur enriquecido con frutas, observó Marcia Cristina Todeschini, dirigente de la institución.

La guardería proporciona alimentos a 420 niños y adolescentes de barrios periféricos pobres de Santo André. Los artículos recibidos del banco permiten un ahorro mensual de 800 reales (350 dólares) en alimentación, calculó Todeschini.

El banco tiene otros efectos positivos. «Estimula la solidaridad, evita el derroche y responsabiliza a la sociedad por el problema del hambre y la pobreza», señaló el fraile franciscano Luis Favaron, director de la Ciudad de los Niños.

El banco también busca socios entre las empresas, involucrándolas en programas más amplios, y estimula el debate social sobre el hambre. En el futuro cobrará uno por ciento del precio de mercado por los alimentos que distribuye, para diferenciar sus prácticas de la caridad.

Los supermercados y el mercado mayorista de productos hortícolas ahorran costos al librarse de desechos que ahora recoge el camión del banco.

Los resultados son positivos para el ambiente, ya que se reduce la acumulación de basura, se promueve un mejor manejo de los alimentos y se estimula una cultura contraria al derroche, indicó Gomes.

El objetivo de este economista es fomentar más allá de Santo André una red pública de bancos de alimentos. Esa red no resolverá el hambre en Brasil, pero despertará la conciencia de la sociedad ante ese extendido problema, afirmó. (FIN/IPS/mo/ff/dv/01) —— (*) Esta información fue publicada originalmente por el multimedios Tierramérica (www.tierramerica.net) —-

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