/Integración y Desarrollo/ BRASIL: Acciones integradas para superar exclusión social

Santo André será la única ciudad brasileña representada la semana próxima en Nueva York, en la conferencia de la ONU sobre desarrollo urbano, donde expondrá un programa considerado ejemplar para atacar la marginación.

Este municipio de 650.000 habitantes vecino de Sao Paulo, la ciudad más habitada y principal polo industrial de Brasil, en el sudeste brasileño, implementa desde 1997 el ambicioso Programa Integrado de Inclusión Social.

Urbanización, entrega de asistencia económica para completar un ingreso mínimo familiar, alfabetización, capacitación profesional, facilitación de microcréditos, ayuda para el establecimiento de cooperativas y de pequeños negocios y asistencia sanitaria y educativa componen el programa oficial.

Los beneficiados en esta primera fase son los pobladores de cuatro favelas (barrios hacinados instalados de manera irregular), con un total de 3.540 familias o 16.042 personas, informó a IPS Miriam Belchior, secretaria municipal de Inclusión Social y Vivienda de Santo André.

La innovación consiste en tratar el problema en todas sus dimensiones, «todo a la vez en un solo lugar», de modo que todas las soluciones se fortalezcan de forma recíproca, explicó. La participación comunitaria es también un factor clave, agregó Belchior.

Es necesario evitar «la lógica sectorial», porque la urbanización por sí sola, tal como las mejoras aisladas en materia de educación y de salud, no logran «romper el círculo vicioso de la miseria», sostuvo la secretaria. Pero para los beneficiados la vivienda «es el comienzo de todo».

La reunión en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) revisará, entre el martes y viernes próximos, los avances en materia de desarrollo urbano cinco años después de la Segunda Conferencia sobre Asentamientos Humanos (Hábitat II) o «cumbre de las ciudades» celebrada en Estambul.

«Nunca más la casucha con ratones», celebró Hilda Pereira de Carvalho Silva, al señalar que pronto recibirá en Santo André su nueva casa, de tres pisos, donde se acomodará su familia de 11 personas (ella, su marido, cuatro hijos y cinco nietos).

Las viejas chozas de madera de la favela Sacadura Cabral, de cuya Asociación de Moradores es vicepresidenta Carvalho Silva, son gradualmente sustituidas por viviendas de ladrillo, en un plan de urbanización que incluye pavimentación de calles, regularización del usufructo de los terrenos y saneamiento.

Eso exigió reducir el hacinamiento, con el traslado de 200 de las 748 familias locales a edificios vecinos de Sacadura Cabral y el alojamiento temporal en nuevas construcciones de quienes habitaban casas precarias que debieron ser demolidas.

En un edificio cercano que en otros tiempos albergó una cárcel se apretan actualmente 124 familias. Otras están en un campamento. La familia Carvalho Silva, hace siete meses fuera de su antigua casa, es una de las que esperan concluir su nueva vivienda, más acogedora.

Angelina Nunes de Oliveira se enfrenta con peor suerte. Espera hace dos años, porque el terreno asignado originalmente para su nueva vivienda resultó inadecuado. También necesita una casa de tres pisos para su familia de 10 integrantes.

A cada grupo familiar le corresponde un terreno de 45 metros cuadrados promedio, 50 como máximo, explicó Marcia de Oliveira, Asistente Social de la alcaldía. Por eso es necesario construir más pisos en el caso de familias numerosas.

La urbanización incluye la pavimentación de calles para el paso de vehículos de recolección de basura. También se entrega gas embotellado. La idea es abrir la relación entre las comunidades y la ciudad, «romper el gueto», explicó Belchior.

Pero esto sólo no basta. Sin mejoras en otros aspectos, como educación y fuentes de ingreso, no hay verdadera inclusión, y los pobladores pueden ser forzados a «comer la casa», es decir, venderla para sobrevivir, señaló la funcionaria.

Por eso, el plan de urbanización previó un área para «unidades de negocios», para empresas individuales o colectivas dirigidas por pobladores del lugar o procedentes de otros. Además, se construye un centro comunitario, cuyas actividades serán decididas por la propia población.

El Programa de Inclusión Social comprende también la entrega de ayuda económica para complementar el ingreso de las familias más pobres cuyos hijos cursan estudios en la enseñanza básica.

Pero esa asistencia se limita a un año y medio, con el fin de apoyar a la familia en la lucha por la independencia económica, a través, también, de la capacitación profesional o el inicio de algún negocio o actividad remunerada.

El Banco del Pueblo, que facilitando el préstamo de pequeñas sumas de dinero, es un instrumento con que se fomenta la capacidad emprendedora de los pobladores de las favelas.

Cuatro cooperativas se crearon en este proceso. En Sacadura Cabral, 32 mujeres se unieron para prestar servicios de costura. Pero el grupo se redujo y ahora son 11 las integrantes, se lamentó Angelina Nunes de Oliveira, líder de la cooperativa.

«El cooperativismo es difícil» porque exige disciplina, dedicación y trabajo sin remuneración por un largo periodo hasta lograr productividad, admitió Nunes de Oliveira.

De todas formas, otras experiencias indican que esa deserción es usual luego de la fase inicial de las cooperativas. Quedan las cooperativistas más decididas, cuyo éxito atrae a nuevas integrantes, observó confiante Angelina de Oliveira.

Alfabetización de jóvenes y adultos, asistencia a las familias por enfermeros y agentes comunitarios de salud, clases de refuerzo para niños con deficiencia escolar e instalaciones deportivas complementan el Programa de Inclusión Social en las favelas.

El programa, reconocido como una de las mejores prácticas por agencias de la ONU, cuenta con apoyo del Programa de Gestión Urbana del foro mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Unión Europea.

En la conferencia en Nueva York, conocida como Estambul+5 por servir para revisar lo actuado cinco años después de la Conferencia en la ciudad turca, otras dos otras ciudades latinoamericanas presentarán sus buenas experiencias: Bogotá y Villa El Salvador, de Perú. (FIN/IPS/mo/mj/dv/01

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