Un nuevo orden económico mundial sustituirá al actual capitalismo de mercado, sostuvo hoy el economista estadounidense Jeremy Rifkin, en una conferencia previa a la cumbre anual del Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo (G-8) el próximo mes en esta ciudad italiana.
El hambre, el orden económico vigente, las críticas que se le oponen y los actuales procesos de cambio fueron este viernes los puntos centrales de la conferencia «La periferia y el centro en la era de la mundialización», abierta el jueves en Génova por el último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov.
«Así como hace 300 años se asistió al nacimiento de la revolución capitalista, ahora estamos viendo el embrión de una nueva economía que dejará atrás al capitalismo de mercado», afirmó Rifkin, autor de libros como «La economía del acceso» y «El fin del trabajo».
«Para aquella revolución fue necesario inventar el compás —y así dominar la geografía—, el reloj mecánico, la imprenta. Ahora hemos inventado las redes telemáticas», explicó Rifkin.
«Nos desplazamos en el ciberespacio en lugar de recorrer la geografía, el acceso a las redes va reemplazando el valor de la propiedad privada, y la producción industrial es desplazada por la del entretenimiento», agregó.
Según Rifkin, este proceso «no cuenta aún con la respuesta política que necesitamos para orientarlo y mejorar su impacto».
En cuanto a las protestas juveniles que han rodeado en los últimos años conferencias internacionales como la próxima cumbre del G-8 del 20 al 22 de julio, constituyen «una reacción cultural y un reclamo contra una mundialización que amenaza con hacernos perder nuestras identidades».
Pero Edward Luttwak, integrante del Grupo de Estudio del Departamento de Defensa (Pentágono) de Estados Unidos, sostuvo que «estos jóvenes no entienden nada de economía internacional». «Son todos burgueses que tampoco entienden que actúan contra sus propios intereses», sostuvo.
El Forum Social de Génova (FSG) aglutina el movimiento de oposición a la próxima cumbre del G-8, que reúne a unas 750 organizaciones de todo el mundo.
El FSG prevé recibir a unas 150.000 personas que visitarán esta ciudad italiana para manifestarse contra los efectos de la mundialización en ocasión de la cumbre, a la que asistirán los jefes de gobierno de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Rusia.
Los servicios de inteligencia de los países del G-8 participan en un dispositivo de seguridad alrededor de la cumbre que incluye el desplazamiento de 20.000 policías y militares para proteger a los primeros ministros y sus 1.500 delegados.
Mientras, el FSG negocia con el gobierno italiano la libertad de manifestarse contra la mundialización en las calles de Génova.
«Me siento orgulloso de formar parte de la gente que no entiende nada, orgulloso de integrar el 'pueblo de Porto Alegre'», dijo, replicando a Luttwak, el italiano Riccardo Petrella, profesor de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
Petrella se refería al Foro Social Mundial celebrado en enero por activistas en esa ciudad brasileña, en respuesta al Foro Económico Mundial que nuclea a gobernantes y empresarios celebrado al mismo tiempo en Davos, Suiza.
En la conferencia de Porto Alegre fue la instancia elegida por activistas de todo el mundo para abrir un debate que oponga propuestas concretas al actual modelo de mundialización. Petrella, ex director del programa económico de la Comisión Europea y consultor de la UNESCO, participó en ese foro.
«Esta mundialización no es un hecho natural e irreversible. Se equivoca (el ex secretario de Estado estadounidense) Henry Kissinger cuando la considera como la lluvia, ya que puede y debe ser cambiada porque no es una buena forma de organizar la economía ni de vivir juntos», afirmó Petrella.
Según el experto italiano, la actual economía internacional se basa en «el individualismo contra el bien común, el mercado contra el Estado, el crecimiento del capital financiero contra la seguridad social».
Sus mandamientos son «liberalizar el comercio, privatizar, competir, innovar tecnológicamente y ser global», afirmó.
«El resultado es que todo se convierte en una mercadería, incluso nuestros genes, y que en vez de vivir se nos impone una cultura de supervivencia. La solidaridad ya no es un valor porque no produce plusvalía y la democracia pierde realidad», agregó.
Por su parte, Rifkin recordó que «la renta anual de las 356 personas más ricas del mundo equivale a la renta anual de 40 por ciento de la humanidad, 66 por ciento de la cual jamás usó un teléfono y 40 por ciento carece de luz».
El hambre que sufren 800 millones de personas en la actualidad fue considerado un efecto de la mundialización por Stephen Zunes, presidente del programa de estudios sobre Paz y Justicia de la Universidad de San Francisco.
«En última instancia, los pueblos padecen hambre como resultado de malas decisiones políticas. El hambre es una condición política y la Tierra tiene recursos suficientes para erradicarla», spstivp Zunes.
El experto estadounidense subrayó que «incluso el Banco Mundial ha reconocido la necesidad de controlar el mercado y que el crecimiento económico no garantiza el acceso a los alimentos».
Sin embargo, Zunes afirmó que la mundialización es inevitable. Pero se trata, dijo, de definir si «queremos que sea organizada desde arriba o desde abajo, si veremos una aldea mundial o un pillaje global».
«Eso determinará si y cuán rápido eliminaremos el hambre, el destino del ambiente, de la calidad de la vida y el sentido de la democracia», agregó.
Rifkin consideró fundamental encontrar medios de preservación de la diversidad cultural y la biológica, «que pueden desaparecer si se transforman en una experiencia meramente comercial».
«Se estima que dentro de 100 años susbsistirán sólo 300 de las 6.000 lenguas que se hablan actualmente. ¿Qué sucedería si hablásemos un único idioma?», preguntó. Cada rasgo cultural característico perdido equivale a la pérdida de una especie, afirmó.
«En realidad, los iluministas, Adam Smith y Carlos Marx no tenían razón: las condiciones materiales no son la base de la cultura sino que, gracias a la cultura, existen el comercio y los gobiernos. Una cultura sana genera una economía sana», opinó.
Rifkin afirmó que la dirección de la mundialización «requiere que gobiernos e instituciones acepten la activa participación de la sociedad civil y que los liderazgos se definan en las comunidades locales».
Por su parte, Petrella propuso que «el político salga del baúl del automóvil y desplace al financiero que lo conduce ahora», y afirmó la posibilidad de «recrear un sistema mundial de seguridad social que se proponga garantizar que en 20 años más todos tengan agua, alimentos, salud y educación».
En la conferencia participaron el jueves los ex presidentes Mijail Gorbachov, de la disuelta Unión Soviética, y Frederik De Klerk, de Sudáfrica, ambos ganadores del premio Nobel de la Paz.
Esta instancia fue convocada por la organización no gubernamental Planet para influir en las propuestas que elevará al G-8 Italia, que este año ejerce la presidencia rotativa del grupo. (FIN/IPS/rg/mj/ip dv/01