DERECHOS HUMANOS: Guerras biológicas en el horizonte

Las guerras del futuro se alimentarán de los negocios ilegales y los fomentarán, con el riesgo adicional del uso de armas biológicas de tecnología avanzada capaces de conducir el mundo a una catástrofe, aseguran expertos.

El informe anual del no gubernamental Centro de Investigación para la Paz (CIP), divulgado este viernes en Madrid, y advertencias de científicos de destacada actuación internacional coinciden en esas advertencias.

Muchos de los conflictos armados que se desarrollan hoy en el mundo ya son financiados o fomentados por el tráfico de armas, de drogas, de diamantes y hasta de personas, señala el Anuario 2001 del CIP, organización no gubernamental con sede en España.

Las 30 guerras localizadas, desde Colombia hasta Indonesia, pasando por Afganistán, el Cáucaso, parte del Africa subsahariana y las escaramuzas en los Balcanes, tienen un inmenso costo económico y generan enormes movimientos de capital, señala.

Las economías ilegales están sustituyendo a las legales en los lugares de conflicto, al tiempo que se expanden por el sistema internacional, alcanzando a los países desarrollados y generando más corrupción y violencia, agrega.

El director del CIP, Mariano Aguirre, dijo a IPS que «se está creando una globalización ilegal y en la sombra, que tendrá muy serias consecuencias para la economía mundial».

Por otra parte, Luis Enjuánez, experto del estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas, también de la capital española, advirtió que «el conocimiento del genoma humano permite detectar diferencias genéticas en etnias concretas y elaborar armas que sólo actúen contra un determinado pueblo».

Así, ya están sentadas las bases científicas para que alguien pueda tomar la determinación, por ejemplo, de arrojar bombas que afecten a los habitantes de un país o región con el botulismo, una enfermedad que en pocos días puede causar la muerte de todos ellos.

Los elementos para provocar una catástrofe de ese tipo están a disposición de cualquier laboratorio en el mundo, según explicó el biofísico Steven Block, de la Universidad de Stanford, en un artículo publicado en la revista estadounidense Nature.

Esa arma se podría producir manipulando genéticamente una bacteria muy común en los seres humanos, la Escherichia Coli, para que, una vez instalada en el intestino humano, comience a segregar la toxina del botulismo.

Enjuánez va más allá y aporta la tesis de que algún país podría desarrollar una vacuna para, luego de ser inoculada la población local o la de naciones que desee proteger, utilizar el arma biológica contra otros.

El Convenio sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Tóxicas y sobre su Destrucción fue aprobado en 1972 y ratificado luego por 143 países.

Entre los estados que no forma parte del Convenio se encuentran Libia, Irán, Irak y Corea del Norte, entre otros.

Sin embargo, el convenio sobre armas biológicas sigue sin aplicación práctica, pues aún no se ha logrado acordar un protocolo de verificación, aunque en 1995 se creó un grupo de trabajo para elaborarlo.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, comunicó a fines de mayo que no apoyará un protocolo que permita la aplicación efectiva de ese Convenio.

Bush expuso su postura sobre el asunto días después de que divulgara que no propondría al Congreso de su país la ratificación del Protocolo de Kyoto, que debe regular la emisión de gases que provocan el llamado efecto invernadero.

La falta de control sobre la venta de armas en general es otro problema añadido a la causa de la paz.

En el caso de España, 40 por ciento de la exportación de armamento tiene como destino a países que no cumplen con los requisitos dispuestos por la Unión Europea, advirtió la Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Turquía, tercer comprador de las armas españolas después de Gran Bretaña y de Estados Unidos, afronta denuncias por violaciones de los derechos humanos y mantiene un conflicto con la población kurda y con Chipre, sostiene esa Cátedra.

Además, la empresa estatal española CASA, fabricante de aviones civiles y de guerra, tiene instalada una fábrica en Turquía.

Entre los países que también importan armas de España figuran Israel, Arabia Saudita, Jordania y Emiratos Arabes Unidos.

El diario La Vanguardia, de Barcelona, insistió en la falta de control sobre el comercio de armas en una nota publicada en abril, ilustrado con la fotografía de una modelo con prendas diminutas, algo inusual en los países árabes, acompañada de otras dos mujeres vestidas con ropas largas, rostro semicubierto y gorra militar.

Las tres modelos, con armas cortas y largas en sus manos, cartucheras y zapatos militares, promocionaron armas españolas en una feria de material bélico en Emiratos Arabes Unidos.

Precisamente, los grupos no gubernamentales pacifistas aseguran que es demasiado fácil burlar el destino original de las armas vendidas, para ser desviadas hacia otros lugares.

En principio son enviadas a un país no sujeto a embargo, donde se certifica que quedan en un depósito. Pero la realidad es que muchas veces las armas son reexportadas.

Uno de los casos más notorios es el que investiga la justicia de Argentina, a raíz de la venta de armas de ese país a Croacia a comienzos de la década del 90, cuando pesaba un embargo de la Organización de las Naciones Unidas. Esos embarque salieron con destino original a Panamá, pese a que no cuenta con fuerzas armadas.

El CIP también precisa en su informe anual que los conflictos armados pueden ser alimentados por la necesidad de controlar recursos naturales estratégicos, cada vez más escasos en relación a la demanda.

El consumo humano aumenta la demanda sobre tierras cultivables y agua, los modelos industriales requieren más minerales y los modelos sociales de producción y consumo necesitan ampliar la provisión de petróleo y de gas. Todo ello a una velocidad muy superior a su capacidad de producción, explica el grupo.

Mientras, la globalización de las relaciones económicas, el crecimiento poblacional de los países más pobres y la urbanización rápida son tres variables que condicionan el incremento de la demanda de recursos, agrega el CIP.

También determinados minerales con valores de inversión financiera, como diamantes, esmeraldas y oro son objeto de conflicto, que se unen a las disputas por el narcotráfico, añaden las organizaciones no gubernamentales.

Una situación general que requiere un profundo cambio en la conciencia mundial para impedirlo, coinciden. (FIN/IPS/td/dm/ /01

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