CUBA: Castro vuelve al frente

El presidente de Cuba, Fidel Castro, volvió a presentarse hoy en un acto político, a menos de una semana de sufrir un desmayo cuando hablaba ante unas 60.000 personas.

Castro se ubicó entre el público que asistía a una tribuna abierta, celebrada al aire libre, como parte de su campaña por la liberación de cinco cubanos detenidos desde 1998 en Estados Unidos y declarados culpables de espionaje este mes por un tribunal en Miami.

A punto de cumplir 75 años, el mandatario ha mantenido su rutina diaria de asistir a mesas redondas organizadas por el gobierno que desde hace un año se transmiten cada día por la televisión.

«Estoy entero» y «hay muchas cosas que quiero hacer», dijo Castro el último sábado, luego de que su guardia personal tuviera que sacarlo en brazos de la tribuna donde se refería al caso de los espías.

Por un lado, las autoridades insisten en mantener el fervor de la campaña ideológica contra Estados Unidos iniciada hace más de un año y que incluye las mesas redondas televisivas, manifestaciones semanales y marchas de protesta.

Por el otro, intentan demostrar que nada ha pasado, que la salud del presidente es perfecta y que lo sucedido el día 23 fue consecuencia de un descenso de presión atribuido al calor y al intenso sol.

Para reforzar esa imagen, el propio Castro indicó que otras 655 personas fueron auxiliadas por fatiga durante la concentración de ese día, a causa del calor.

Castro dijo el jueves a la cadena estadounidense de televisión NBC que el incidente habría sido importante si en lugar de un vahído hubiese sufrido un ataque al corazón o una apoplejía, pero aseguró «eso no es muy probable».

El nivel de colesterol en la sangre del presidente «es de 3,75, un poco por debajo de cuatro, y mi pulso es el de un atleta, normalmente 60 latidos por minuto. Aumenta con el ejercicio, pero vuelve a bajar en cuestión de segundos», dijo.

De todos modos, recordó que su hermano Raúl Castro, ministro de Defensa y primer vicepresidente del Consejo de Estado, máximo órgano del Poder Ejecutivo, es el «camarada que tiene la mayor autoridad» después de él. Raúl Castro, de 70 años, tiene «la capacidad para sucederme», agregó en su entrevista con NBC.

A pesar de la presencia del líder cubano en el acto de este viernes, la incertidumbre sigue reinando en las calles, donde la mayoría de la población, independientemente de inclinaciones políticas, se pregunta cómo será un futuro sin Castro.

Líderes de grupos disidentes sostuvieron en los últimos años que cualquier transición en Cuba habría sido mejor bajo el liderazgo del actual presidente, considerada la única figura capaz de lograr consenso entre diversas tendencias y grupos.

Mientras, las organizaciones más radicales del exilio apuestan por una «solución biológica», seguros de que tras la muerte del presidente sobrevendrá el fin del socialismo en este país.

Castro, por su parte, afirma estar convencido de que la Revolución cuyo triunfo encabezó él mismo en 1959 lo sobrevivirá. La tesis es también defendida por sus seguidores más cercanos, entre los cuales figuran representantes de generaciones muy jóvenes.

«Pasado el susto del momento, queda haber visto la forma en que las principales figuras del gobierno supieron mantener la calma, la de ellos y la de miles de personas. Aquello podía haber sido el caos», dijo Guillermo Portuondo, trabajador del turismo.

Portuondo, presente en el acto del sábado pasado, contó a IPS que a su alrededor vio personas llorando, otras riendo de nerviosismo y «hasta gente que se arrodilló a rezar». «Creo que a partir de ahora nada será igual», dijo.

El presidente cubano, en tanto, reconoció que debía ser más prudente en el cuidado de su salud, pero que esperaba que sus médicos y colaboradores le dejaran «trabajar en paz».

La prudencia comenzó este jueves. Algo más de 40.000 cubanos asistieron al acto, el cual fue citado para temprano en la mañana y terminó antes de la hora de mayor temperatura.

«Se insiste en la necesidad de que concurra sólo el número de personas convocadas, pues de nuevo es necesario ahorrar fuerzas y energías para una lucha que será sin duda larga y prolongada», afirmó la convocatoria oficial.

El inicio de la lucha por la liberación de los cinco espías coincidió con el primer aniversario del retorno a Cuba, el 28 de junio de 2000, del niño Elián González, quien durante siete meses vivió en Estados Unidos contra la voluntad de su padre.

El regreso de Elián, víctima del naufragio de una nave de emigrantes clandestinos en que murió su madre, se convirtió en una causa nacional e internacional el pasado año y, al parecer, el gobierno cubano pretende conseguir ahora un efecto similar.

Las historias, sin embargo, son diferentes. «Entiendo que estaban defendiendo los intereses nacionales, pero un espía es un espía dondequiera y está violando las leyes» del país donde opera, dijo a IPS un hombre de 42 años, ingeniero de profesión.

La Habana reconoció el pasado día 20 que René González Sehwerert, Ramón Labañino Salazar, Fernando González Llort, Antonio Guerrero Rodríguez y Gerardo Hernández Nordelo, realizaban labor de espionaje en Estados Unidos.

La misión de los agentes consistía en «descubrir e informar (sobre) los planes terroristas» de exiliados cubanos contra la isla, hecho que a los ojos del gobierno de Castro los acredita como verdaderos patriotas que no merecen la cárcel.

La tribuna abierta de este viernes fue convocada para protestar contra el internamiento de los cubanos en una unidad especial, conocida por El Hueco, donde los presos son despojados de todas sus pertenencias y se mantienen prácticamente incomunicados. (FIN/IPS/da/27/06/01

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