CHILE-ARGENTINA: Cecilia Bolocco, ni santa ni Evita

Como en una forzada réplica de la historia de Juan Domingo Perón y Eva Duarte, en Chile hay quienes esperan que la ex miss Universo chilena Cecilia Bolocco alcance protagonismo político en Argentina con la detención de su esposo, el ex presidente Carlos Menem.

Pero son más los que observan con escepticismo la posibilidad de que Bolocco pueda siquiera aproximarse a la figura del mayor mito de la Argentina del siglo XX, recreado por el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez en su obra «Santa Evita».

La prueba de fuego para Bolocco tendrá lugar el día 29, como oradora central de un acto de masas en demanda de la libertad de Menem, convocado por el Partido Justicialista (Peronista) en la ciudad de La Rioja, 1.168 kilómetros al noreste de Buenos Aires y capital de la provincia del mismo nombre.

El 9 de octubre de 1945, el entonces coronel Perón fue obligado por el presidente Edelmiro Farrell a renunciar a sus cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario del Trabajo, y cuatro días después fue confinado en la isla Martín García, en el Río de la Plata.

El 17 de octubre, Perón fue rescatado del confinamiento por una movilización popular que lo llevó casi directamente al poder, en lo que se conoce en la historiografía justicialista como «el Día de la Lealtad».

Eva Duarte, una actriz de radioteatro de 26 años y origen humilde, que había conocido al militar en enero de 1944, se legitimó en esa jornada como la fiel y combativa compañera de Perón, adorada por las masas de «descamisados» hasta su prematura muerte por cáncer el 26 de julio de 1952.

Poco después del «Día de la Lealtad», el 27 de octubre de 1945, Perón se casó en segundas nupcias con Eva.

Perón, quien tenía entonces 50 años, fue elegido presidente en 1946 y reelegido en 1952. Derrocado en 1955 por un golpe militar, vivió un largo exilio, sobre todo en Madrid, donde tuvo lugar su tercer matrimonio con la argentina María Estela Martínez, una bailarina de variedades.

El 20 de junio de 1973, el anciano caudillo justicialista regresó a Argentina y el 23 de septiembre del mismo año fue elegido presidente con 62 por ciento de los votos, en una fórmula que llevó a la vicepresidencia a Isabelita Perón, como la llamaban sus partidarios.

Perón falleció el 1 de julio de 1974, a los 79 años. Isabelita accedió a la presidencia para llevar a cabo una controvertida gestión, interrumpida por el golpe militar del 24 de marzo de 1976, que dio inicio a siete años de cruenta dictadura.

Menem y Bolocco se casaron, ambos en segundas nupcias, el 26 de mayo último en La Rioja, tras un año de romance que fue un festín permanente para las llamadas revistas del corazón y los papparazzis, perseguidores implacables de la pareja en Miami, Chile y Argentina.

Apenas 11 días después de la comentada boda, el juez federal Jorge Urso ordenó la detención domiciliaria del ex presidente (1989-1999) bajo cargos de asociación ilícita y contrabando de armas a Croacia y Ecuador durante su gobierno.

Menem, nacido en la localidad riojana de Anillaco en 1930, cumplirá 71 años este 2 de julio. Por ser ya mayor de 70 tiene derecho a cumplir la detención en domicilio.

Bolocco, que celebró su cumpleaños número 36 una semana antes de la boda, acompaña al ex mandatario en su detención en una suerte de jaula de lujo: una amplia mansión en la localidad de Don Torcuato, a 30 kilómetros de Buenos Aires.

Allí, la ex miss Universo y animadora de televisión tuvo ya su primera aparición «política» el último fin de semana, cuando traspuso la reja de la finca para saludar a algunas decenas de peronistas que llegaron a solidarizarse con Menem.

La tentación a las comparaciones lleva a recordar que así como Perón doblaba en edad a Evita cuando se casaron, Menem ha vivido el doble de años que Bolocco.

El ahora arrestado ex presidente se considera el heredero político de Perón y al igual que él ejerció el mandato en dos períodos consecutivos, sin ocultar su afán de postularse a una tercera gestión el año 2003, para igualar el registro del fundador del peronismo.

En la dimensión histórica, las figuras de Perón y Menem tienen tal vez como único denominador común al justicialismo, pero si el primero, junto a Evita, dio nacimiento a este movimiento político, el segundo se encargó de reformularlo sin ser necesariamente fiel a sus raíces.

El populismo de la primera época de Perón tuvo fuertes componentes nacionalistas que en su momento lo distanciaron fuertemente de Estados Unidos.

Menem, caracterizado por algunos analistas como prototipo del «populismo neoliberal», un nuevo espécimen político latinoamericano, tuvo en su gestión presidencial un grado de aproximación a Washington tan alto que incluso sus adversarios lo acusaron de «servilismo».

En una suerte de invocación a la historia, Menem dice ser víctima de una persecución política del presidente argentino Fernando de la Rúa, a quien responsabiliza de su detención, así como Perón en 1945 fue confinado por Farrell.

Pero mientras el breve confinamiento de Perón hace 55 años tuvo motivaciones estrictamente políticas, el arresto de Menem tiene fundamentos judiciales, al punto que la acusación del ex presidente a De la Rúa no tuvo impacto significativo.

También la comparación entre Eva Duarte y Cecilia Bolocco resulta forzada.

«Ambas llegan a vincularse sentimentalmente con el poder político desde el mundo del espectáculo, pero la afinidad entre Evita y 'Chechi' llega sólo hasta ahí», comentó Francisca Araya, una estudiante de Periodismo.

«En Eva, nacida como hija natural en una pobre familia provinciana, operó una especie de resentimiento social que la llevó a ambicionar el poder para ser adorada por sus 'grasitas', como llamaba a los desposeídos de la Argentina, con un afán casi obsesivo de beneficencia pública», dijo la estudiante, reciente lectora de «Santa Evita».

Para Jorge Román, también estudiante, la vinculación de Bolocco con Menem y el justicialismo tiene sus fundamentos en la ambición, con una boda que tuvo todos los ingredientes del «marketing» social y que ahora podría seguir rindiendo dividendos desde los estrados políticos.

«¿Tendremos ahora que llamarla santa Chechi», se preguntó Román. (FIN/IPS/ggr/ff/ip/01

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