(Arte y Cultura) DANZA-PERU: El mal supremo

Un espectáculo de danza retrata de modo alegórico en Perú la vida política y la sociedad durante los 10 años de gobierno de Alberto Fujimori, una etapa caracterizada por la corrupción y el abuso de poder.

El espectáculo coreográfico «Colapso Gótico», estrenado en Lima por nueve bailarines, describe sobre un escenario iluminado con luces de rojo intenso y un fondo sonoro de graves coros en latín las andanzas de un personaje sanguinario y subterráneo del siglo XVII en Hungría.

La creadora de «Colapso Gótico», la bailarina y escritora Morella Petrozzi, explicó que se trata de una alegoría sobre la política peruana de la última década, pese a la distancia histórica y geográfica en que se enmarca la obra.

«Creo que el público peruano está maduro para ver esta historia, que en cierto modo retrata la sociedad y el momento en que vivimos», agregó.

El personaje central del espectáculo es un ser enfermo de desorbitada codicia e ilimitada maldad, que se convierte en demonio.

«El diablo tal vez no existe, pero la etapa de la que está saliendo Perú nos ha demostrado que existe el mal supremo, y que su forma política es la corrupción y el abuso del poder», aseguró la coreógrafa en clara referencia al período gubernamental del destituido presidente Fujimori (1990-2000).

«Colapso Gótico», estrenado en el teatro Británico, un viejo cine de Lima rescatado de la demolición, es una versión coreográfica de «La Condesa Sangrienta», ensayo biográfico de la condesa húngara Erzébet Báthory escrito por la francesa Valentine Penrose.

Báthory, acusada en 1611 de torturar y asesinar en rituales perversos a unas 650 mujeres jóvenes en busca de la «eterna juventud», es un personaje cuya historia de sangre y erotismo ha inspirado numerosas obras artísticas.

«Los baños con sangre de mujeres jóvenes fueron para mí la única manera de mantenerme joven», respondió la sanguinaria condesa ante el tribunal que la juzgó.

«La condesa Bathory fue encontrada culpable por sus crímenes confesos, pero no fue condenada a muerte por su condición de noble y permaneció hasta su muerte encerrada en el castillo de Csejthe, recordó Petrozzi.

La artista añadió que el caso es similar a lo que ocurre con el ex presidente Fujimori, «quien quedará impune por ser japonés».

Fujimori se radicó en Japón en noviembre, aprovechando su doble nacionalidad por ser hijo de japoneses, tras ser destituido por el Congreso legislativo.

«Trato de transmitir una sensación a partir de una historia, no estrictamente de narrar esa historia», aclaró Petrozzi ante la observación de que la relación entre la condesa húngara del siglo XVII y Fujimori pudiera no ser percibida por los espectadores.

«Hay dos tipos de danza: en una de ellas, cuyo más prestigioso exponente es la clásica, la historia no interesa, sino que es un pretexto para expresar la belleza a través del movimiento por el movimiento. Allí el público va con la idea de: siéntate y disfruta», comentó.

La otra vertiente es «el baile moderno, en que la historia es un punto de partida para dar una opinión, un comentario, una sensación cuestionadora», sostuvo.

Petrozzi contó en una entrevista periodística que fue bailarina de ballet clásico hasta los 16 años, «momento en el que sentí que eso no iba conmigo, que necesitaba algo más libre y al mismo tiempo más expresivo».

«Terminé el colegio (escuela) y me fui a Estados Unidos a tratar de convertirme en bailarina de danza contemporánea. Viola Farber, quien murió hace dos años, me introdujo en la técnica del coreógrafo estadounidense Merce Cunnigham y más tarde Clara Gamble me condujo a la técnica normativa de Erick Hawkins», añadió.

El montaje coreográfico de «Colapso Gótico» está inspirado en un concepto de Jean Paul Sartre, el filósofo francés padre del existencialismo: «La libertad absoluta de la criatura humana es horrible, una libertad sin parámetro genera al criminal».

«Entiendo que la auténtico criminal es, al mismo tiempo, la auténtica belleza, que es lo que trato de mostrar en 'Colapso Gótico' a través de un personaje de maldad extrema, cuya historia me fascinó desde que lo conocí cuando era adolescente», apuntó Petrozzi.

«Conocí a la condesa Báthory mencionada en un ensayo de la argentina Alejandra Pizarnik, quien me parece que estaba enamorada de esa verduga insaciable que buscó la eterna juventud abriendo venas y cortando sangre humana. Hace cinco años cayó en mis manos la versión de Penrose y decidí convertirla en coreografía», añadió.

Aunque en la historia original el personaje es, obviamente, femenino, en la coreografía de Petrozzi asume un dualismo mujer- hombre que es, tal vez, una clave de interpretación.

La versión femenina del demoníaco personaje es la bailarina Ducelia Wol, quien por coincidencia quizás no inocente, es en la vida real madre de la coreógrafa y directora.

«No es la primera vez que dirijo a mi madre, ya que en 1997, cuando tenía 22 años y volví a Perú de vacaciones, hicimos «La Noche Verde» en el Parque del Laberinto. Después ella me dirigió en Matagente, que presentamos en el Décimo Festival Internacional de Danza», informó. (FIN/IPS/al/dm/cr/01

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