AGRICULTURA: China ignora pronóstico negativo

Las advertencias de una ONG ambientalista sobre grave escasez de granos en China no inquietan a Beijing, cuyas estimaciones, como las del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), prevén reservas suficientes para este año.

Una «profunda revisión» de sus estimaciones llevó al USDA a concluir que «no hay elementos para creer que China deba importar grandes cantidades de granos en el año comercial 2001/2002».

El USDA ajustó las cifras de los últimos diez años para multiplicar casi por cuatro su cálculo de las actuales reservas de granos en China.

El estudio «Earth Policy Alert», firmado por Lester Brown, presidente del no gubernamental Earth Policy Institute, radicado en Washington, había advertido que procesos de desertización, degradación de capas freáticas e inundaciones causarán una catástrofe ambiental en China y una consecuente escasez de alimentos.

Pero las reservas de arroz, trigo y granos verdes de China suman 230 millones de toneladas, según los nuevos cálculos de Estados Unidos, que previamente las había reducido a sólo 66 millones.

Estas reservas equivalen a 61 por ciento del consumo anual del país, en lugar de 17,3 por ciento estimado con anterioridad.

El informe del gobierno estadounidense se basó en «información nueva procedente del primer censo agrícola chino, de documentos oficiales y de cifras extraídas de modelos comerciales y de precios», dijo el USDA.

No obstante, esas reservas de cereales son relativamente bajas con relación a las necesidades anuales e inferiores «a los niveles óptimos de seguridad alimentaria recomendados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura», sostuvo el USDA.

Las cifras oficiales de Beijing sobre producción agrícola y reservas de granos son un secreto de Estado, de modo que muchos países confían sus previsiones a la información del USDA.

Un importante déficit de cereales de China, el país más poblado del mundo, determinaría el aumento de precios agrícolas internacionales.

«El agotamiento de los acuíferos y la distribución de agua a las ciudades reducirá la capacidad de riego. El país se verá obligado a importar granos a gran escala, lo cual podría desestabilizar los mercados de granos», dijo Brown en su informe, publicado en mayo.

El documento subraya que el abrupto incremento de las importaciones chinas de cereales elevaría los precios del mercado internacional. Pero no inquietó a Beijing, que en 1994 había reaccionado con alarma ante otro pronóstico de Brown.

En aquella ocasión, el documento «¿Quién alimentará a China?» generó indujo al gobierno de China a frenar el proceso de liberalización agrícola y restaurar el estricto control estatal.

La autosuficiencia alimentaria se convirtió en una prioridad para China en la segunda mitad de la década de 1990.

Para impulsar la ampliación de los cultivos, el gobierno elevó los precios mayoristas. En consecuencia, la producción de granos creció de 466 millones de toneladas en 1995 a 508 millones en 1999.

Desde entonces, Beijing ha implementado cambios graduales en la producción agrícola, mientras procura ajustar ese sector a las exigencias de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Incluso antes de que se conociera el informe del USDA, gobierno y medios de prensa de China habían asegurado que los depósitos de cereales estaban llenos.

A comienzos de este año, el primer ministro Zhu Rongji ordenó a los depósitos estatales que iniciaran las licitaciones y las importaciones de cereales, gran parte de las cuales proceden de Canadá y Estados Unidos.

El 1 de abril, el gobierno comenzó la inspección nacional de los depósitos cerealeros para conocer las «reservas reales», informó el diario del Partido Comunista.

El viceprimer ministro Wen Jiabao dijo que la inspección permitiría diseñar «políticas precisas, acelerar la restructura agrícola y profundizar la reforma de los sistemas de reserva, circulación y administración de granos».

Estas son señales claras de que el gobierno enfrenta la cuestión y se prepara para su ingreso en la OMC.

China debe reducir sus reservas y terminar con los subsidios a cultivos de baja demanda para concluir 14 años de negociaciones en procura de incorporarse a la OMC.

Los subsidios agrícolas son el mayor obstáculo en ese proceso. China arguye que debería ser considerada un país en desarrollo, para mantener los subsidios de 10 por ciento a su producción.

Pero Estados Unidos y la Unión Europea, presionados por intereses comerciales que pretenden un lugar en el enorme mercado chino, insisten en que China sea tratado como un país industrializado y que debe entonces restringir sus subsidios a cinco por ciento.

Unos 10 millones de agricultores chinos perderán su fuente de recursos en los siete años posteriores al ingreso a la OMC, según cálculos oficiales.

Los ingresos del sector agrícola han sido estables en los últimos años, y el gobierno se ve en la encrucijada de preservar la estabilidad social o permitir que una enorme población quede fuera del sistema productivo en el periodo de transición.

Si bien la seguridad alimentaria es una cuestión sensible en China, las predicciones negativas, como la del ambientalista Brown, no cambiarán el ritmo de la liberalización del sector agrícola.

La situación cerealera relativamente favorable fortalece la decisión del primer ministro Zhu en favor de un mercado agrícola libre del control estatal.

De hecho, Beijing comenzó a adaptar sus políticas. Las primeras modificaciones permitirán que las empresas privadas participen del comercio y la distribución de cereales.

Otra de las medidas apunta a que las cosechas de granos de las regiones septentrional y central se orienten a abastecer la zona mediterránea occidental, permitiendo que las provincias del sudeste importen lo que necesite.

«No interesa cuándo se producirá el ingreso a la OMC, la tendencia a crear un mercado agrícola más libre es irreversible en China», dijo Zhang Hongyu, alto funcionario del Ministerio de Agricultura durante un seminario de la OMC en Beijing. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/dc-ff/dv/01

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