Rusia atenuó su firme oposición de los últimos años a que Estados Unidos se aparte del Tratado sobre Misiles Antibalísticos de 1972, porque los planes de Moscú en materia de armas nucleares también implican distanciarse de acuerdos firmados con Washington.
Los misiles antibalísticos (ABM, por su sigla en inglés) son los que se emplean para interceptar a otros misiles.
El presidente estadounidense, George W. Bush, anunció el martes que quiere dejar de lado el Tratado sobre ABM, al cual considera «una reliquia», y desarrollar un sistema de «Guerra de las Galaxias» con misiles antibalísticos para proteger a Estados Unidos y a sus aliados de «países fuera de la ley» que poseen armas nucleares.
El presidente ruso, Vladimir Putin aceptó dialogar con Bush sobre el asunto para asegurar la «estabilidad estratégica» entre ambas potencias.
Bush habló por teléfono con Putin antes de realizar su anuncio, y Washington aseguró en un comunicado de prensa que el presidente ruso había confirmado su deseo de negociar para reducir arsenales nucleares y prevenir potenciales amenazas «sin destruir acuerdos de desarme logrados en los últimos 30 años».
Rusia había sostenido durante años que el Tratado sobre ABM era un elemento esencial e intocable en el conjunto de acuerdos históricos de desarme nuclear.
Bush no dio detalles el martes sobre el Sistema Misilístico de Defensa Nacional (NMD, por su sigla en inglés) que se propone desarrollar, pero sugirió que incluirá un gran número de sistemas relacionados entre sí, capaces de interceptar misiles en el espacio o en el momento en que reingreses a la atmósfera.
El proyecto podrá incorporar en etapas ulteriores mecanismos de defensa «en la fase de despegue», para interceptar misiles enemigos segundos después de que sean lanzados, señaló.
El Tratado sobre ABM debe ser renegociado o dejado de lado, sostuvo.
El presidente estadounidense pareció muy interesado en lograr apoyo de Rusia a su iniciativa, e incluso manejó la posibilidad de que Washington y Moscú lleguen a desarrollar sistemas de ABM conjuntos.
El principal dirigente del opositor Partido Comunista ruso, Guennady Zyuganov, dijo el miércoles que Washington que en las actuales circunstancias es preciso «defender en forma activa los intereses nacionales de Rusia», informó la agencia de noticias rusa Interfax.
El mismo día, el presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Diputados rusa, Dmitry Ragozin, declaró que el parlamento podría anular el Tratado para la Reducción de Armas Estratégicas (START, por su sigla en inglés) II, firmado en enero de 1993 con Estados Unidos para el desarme nuclear.
El parlamento ratificó en abril del año pasado el START II, bloqueado durante años por la oposición de diputados comunistas y nacionalistas, en cuya opinión ese tratado era desventajoso para el país.
El START II implica alcanzar en 2003 una reducción de dos tercios de los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia, que dejaría a Washington con 3.500 cabezas nucleares de misiles y a Moscú con 3.000.
Está previsto resolver ese desequilibrio mediante la negociación de un START III, para dejar a cada país con unas 2.000 o 2.500 cabezas nucleares de misiles.
Moscú y Washington ya acordaron los «parámetros básicos» de negociación del START-III, pero ahora se prevé que Moscú propondrá una mayor reducción de arsenales, que deje a cada país con 1.500 cabezas nucleares de misiles.
Rusia aceptó que Estados Unidos realice ensayos de sistemas de AMB «no estratégicos», mediante acuerdos que limitan la velocidad y el alcance de los misiles que sean usados como blanco.
A cambio de esa concesión, Washington aceptó extender hasta el 31 de diciembre de 2007 el plazo establecido en el START II para que Moscú destruya cabezas nucleares de misiles. Esa fecha casi coincide con el fin de la vida útil de esas armas.
Zyuganov ha sostenido que el START II, firmado por el ex presidente ruso Boris Yeltsin, fue elaborado por «traidores a los intereses nacionales», ya que implica la destrucción de los misiles pesados SS-18, llamados «Satán», que transportan múltiples cargas nucleares.
Sin embargo, las Fuerzas Armadas rusas han dado a entender que pueden desarrollar misiles más baratos capaces de eludir sistemas de AMB, con base en proyectos elaborados en tiempos de la Unión Soviética para responder a un sistema de AMB estadounidense planeado durante el gobierno de Ronald Reagan (1980-1988).
Esos proyectos se basan en el lanzamiento desde misiles de miles de pequeñas partículas llamadas «chatarra», para engañar a los sistemas de detección, y en el desarrollo de misiles capaces de eludir a los AMB.
En los últimos tiempos, los militares rusos asignaron prioridad al desarrollo durante los próximos 20 años del tosco misil liviano de bajo costo Topol-M, de 47 toneladas de peso y con una sola cabeza nuclear, que emplea combustible sólido y tiene un alcance intercontinental de unos 10.000 kilómetros.
Los Topol-M pueden ser disparados desde vehículos, y eso los hace más útiles para ser empleados tras ataques enemigos que los que se lanzan desde bases fijas.
Además, funcionarios de defensa aseguran que pueden ser adaptados para transportar tres y hasta seis cabezas nucleares, lo cual los convertiría en un tipo de misil prohibido por el START II, e incorporar mecanismos de lanzamiento de «chatarra».
Sin embargo, muchos dudan de que Rusia pueda realizar los gastos necesarios para implementar esos proyectos, dadas sus dificultades económicas.
Putin admitió el año pasado que el país debería gastar unos 60.000 millones de dólares para producir misiles pesados como los «Satán», ya que las fábricas de la ex Unión Soviética estaban en Ucrania, que en la actualidad es un Estado independiente.
El proyecto de producción de Topol-M, mucho más baratos, tiene años de atraso en relación con las previsiones originales, debido a la insuficiencia de los fondos presupuestarios que se le han asignado.
Rusia había intentado desarrollar alianzas internacionales para contrarrestar el plan estadounidense de apartarse del Tratado sobre ABM.
Beijing se opone al desarrollo del NMD, y el 28 de abril los llamados Cinco de Shanghai, o sea China, Rusia y las ex repúblicas soviéticas de Kazajstán, Kirguistán y Tajikistán, ratificaron en Moscú su firme apoyo al tratado de 1972 sobre misiles antibalísticos.
Sin embargo, el ministro de Defensa ruso Sergei Ivanov señaló el mes pasado que no veía con optimismo el futuro del diálogo con Washington sobre el NMD, y opinó que Rusia debía impulsar la creación de un sistema europeo similar si Estados Unidos se apartaba del tratado de 1972.
Moscú dio a conocer en febrero una propuesta para la prevención de conflictos que puede implicar el despliegue de lanzadores móviles de misiles en Europa, y busca apoyo a esa iniciativa por parte de la Unión Europea. (FIN/IPS/tra-eng/sb/da/mp/ip/01