PERU: Los indecisos elegirán al presidente

El voto en blanco, que llegó a cautivar a 26 por ciento del electorado de Perú, pierde terreno al acercarse la segunda vuelta presidencial, del próximo domingo, y quienes abandonan esa opción surgen como el fiel de la balanza entre el centrista Alejandro Toledo y el socialdemócrata Alan García.

Las últimas encuestas registraron un descenso a 17 por ciento en el apoyo a la propuesta de los periodistas Jaime Bayly y Alvaro Vargas Llosa, que hace dos semanas alcanzó 38 por ciento de los consultados en Lima y superaba en todo el país la adhesión de 22 por ciento que recogía García.

La arremetida de García en detrimento del voto en blanco, que acortó las distancia con Toledo en forma notable, hace aún más incierto el resultado electoral y aumenta la importancia de los ciudadanos que aún declaran no haber definido candidato, según distintos analistas políticos.

Los datos publicados en los últimos días siguen dando ganador al economista Toledo, de Perú Posible y ex funcionario del Banco Mundial, con una adhesión que fluctúa entre 44 y 39 por ciento de los encuestados, una ventaja de 10 a tres por ciento sobre el ex presidente García (1985-1990), líder del Partido Aprista Peruano.

Sin embargo, el constante avance de García alienta la esperanza de sus seguidores de superar a su contrincante el próximo domingo.

La socióloga Imelda Vega explicó que «el peso político de los indecisos refleja la ausencia de una institucionalidad de partidos políticos, y la tendencia del electorado a orientar su voto según criterios subjetivos y no ideológicos o programáticos».

«Más que decidir a favor de quién votar, un sector importante de electores reflexiona contra quién votar, en un insólito ejercicio político negativo», apuntó.

Por su parte, Alfredo Torres, de la firma Apoyo, aseguró que «el voto en blanco aún predominaba entre quienes la credibilidad personal tiene mucha importancia, y es probable que en gran parte de ellos exista ahora un voto escondido a favor de García, a causa de la muy dura campaña contra éste realizada por Toledo».

El sociólogo Alberto Panessi, de la Universidad Católica, sostuvo que aún «es temprano para hablar de un empate técnico, como dicen algunos entusiastas 'alanistas' que toman en cuenta el margen de error de 2,8 por ciento que tienen las encuestas, pero hay que estar atentos a la dinámica de la tendencia».

En tanto, la investigadora Giovanna Peñaflor, del instituto independiente Imasen, expresó que, «a diferencia del panorama de hace 15 días, ahora se puede señalar que el final electoral es de pronóstico reservado».

«No se está produciendo un descenso apreciable del apoyo a Toledo, cuyo núcleo duro de respaldo se muestra estable, sino un repunte de García en base a la absorción progresiva de los electores escépticos, que rechazaban a los dos candidatos», agregó.

Peñaflor puntualizó que Toledo tiene un respaldo sólido y estable, que ronda el 40 por ciento logrado en la contienda electoral de abril de 2000 con el destituido presidente Alberto Fujimori (1990-2000), y más del 36,58 por ciento alcanzado en la primera vuelta del actual proceso comicial, realizada el 8 de abril pasado.

Los expertos en consultas de opinión de voto sugieren que el repunte de García procede del sector que expresaba su disconformidad con Toledo y con García anunciando que sufragaría en blanco o que lo anularía.

Ese volumen inicial del voto en blanco, que en Lima superó en algún momento 38 por ciento, reflejaba la animadversión de amplios sectores que no se sienten identificados con ninguno de los dos candidatos que ocuparon los primeros lugares en la primera vuelta electoral.

Los defensores del voto en blanco, como Bayly, Vargas Llosa (hijo del escritor Mario Vargas LLosa) y el izquierdistas Raúl Wiener, sostienen que ninguno de los dos candidatos es «moralmente elegible».

«Será como optar entre la silla eléctrica o la cámara de gas», comentó Vargas Llosa, mientras Lourdes Flores, ex candidata presidencial por el socialcristianismo y que quedó en tercer lugar en abril, dijo que votaría por alguno de los dos, «pero cerrando los ojos y tapándome la nariz».

El cuestionamiento a García se centra en su gestión presidencial, que derivó en una crisis hiperinflacionaria, y en presuntos hechos de corrupción y de violaciones de los derechos humanos.

En tanto, contra Toledo se vuelcan críticas sobre su vida particular y familiar, su supuesta incoherencia en los discursos y posibles irregularidades en el manejo de fondos captados para la campaña contra Fujimori.

Toledo encabezó la batalla contra Fujimori y fue decisivo en su destitución por incapacidad moral, dispuesta por el Congreso sólo cuatro meses después de que iniciara su tercer mandato consecutivo.

Fujimori permanece en Japón, donde estaba cuando el Congreso los destituyó, aprovechando su doble nacionalidad. Esa condición es la que esgrime Tokio para rehusar entregarlo a la justicia peruana, que lo investiga por múltiples acusaciones de corrupción y de violaciones de los derechos humanos.

«Toledo es víctima del mal impacto que causan en su figura de candidato algunas de las características personales que lo hacían eficaz en la agitación contra la dictadura de Fujimori: su emocional agresividad y su escasa tolerancia a las discrepancias», comentó Panessi.

«La guerra dura de Toledo contra sus adversarios, Flores primero y ahora García, y la agresividad con los periodistas que lo entrevistan, no es la conducta más apropiada para ganar simpatías. Toledo mantiene su votación, pero no ha ganado muchos nuevos votos», añadió.

Peñaflor cree que, «si bien resulta evidente que ha habido entre los votos blancos una tendencia a emigrar hacia el candidato que consideran el mal menor, es prematuro decir si ese movimiento se ha detenido o continuará en los próximos días». (FIN/IPS/al/dm/ip/01

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