Un área fronteriza de 20 kilómetros cuadrados ocupada por Israel y reclamada por Líbano es el objetivo militar de la guerrilla libanesa apoyada por Siria, y podría ser el detonante de una nueva guerra en Medio Oriente.
La guerrilla libanesa Hezbolá atacó con misiles a las tropas israelíes en Shebaa, una estrecha franja entre Israel, Líbano y Siria, y la respuesta fue el bombardeo de territorio libanés.
De pronto, las granjas de Shebaa, cercanas a los altos de Golán, un área siria ocupada por Israel desde la guerra de 1967, se convirtieron en centro de la atención internacional.
El gobierno libanés reclama la retirada de Israel de Shebaa y Hezbolá amenaza con liberar el área por la fuerza con el visto bueno de Siria que, según aseguran varios analistas, está dispuesta a crear allí una provincia autónoma para el grupo guerrillero cuando Israel desocupe los altos del Golán.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) sostiene que la retirada de Israel del sur del Líbano, en junio de 2000, respetó las fronteras aceptadas internacionalmente entre israelíes y libaneses.
Según los mapas reconocidos por la ONU, Shebaa es parte de los altos de Golán y debe ser devuelta a Siria cuando ambos países firmen la paz.
Pero tanto Beirut como Damasco insisten en que el área es libanesa, pues Siria se la cedió a Líbano en los años 50.
Sin embargo, desde la ocupación israelí de las altos de Golán, en 1967, el gobierno libanés nunca reclamó Shebaa como parte de su territorio.
«Todo el mundo sabe que los sirios quieren exprimir a Israel para lograr el mejor acuerdo sobre el Golán. Eso explica por qué Damasco prometió a Hezbolá la creación de una provincia autónoma a lo largo de la frontera libanesa-israelí», sostuvo Michael Young, periodista político libanés.
Siria mantiene 35.000 soldados en Líbano y respalda las acciones de Hezbolá. Si bien no está claro hasta qué punto Damasco controla a la guerrilla, la mayoría de los observadores señalan que el grupo necesita el visto bueno de la jerarquía militar siria para realizar sus operaciones.
«Si los sirios quisieran probar que la zona es libanesa, deberían presentar evidencias. Pero no lo han hecho, permitiendo que continúe el enfrentamiento en el sur del Líbano», dijo un diplomático en Damasco.
Hezbolá atacó con misiles la zona el mes pasado, matando a un soldado israelí, el tercero que muere en el territorio desde mayo del año pasado. Israel contestó con bombardeos aéreos y de artillería sobre la periferia de la aldea de Kfar Shuba, vecina de las granjas de Shebaa.
Dos días después, aviones israelíes lanzaron misiles contra un radar sirio en territorio libanés, provocando el temor a una nueva escalada bélica en la región.
Muchos libaneses creen que las operaciones de la guerrilla no son en favor de su país, y se preguntan si vale la pena poner en riesgo a toda la nación por un pequeño trozo de tierra como Shebaa.
El primer ministro de Líbano, Rafik Hariri, reconoció las mismas dudas.
Poco después del último ataque, un periódico propiedad de Hariri publicó en su portada un artículo titulado «Granjas de Shebaa, la operación inoportuna», para preguntarse si Líbano podría soportar las represalias israelíes, cuando intenta reconstruir su economía y atraer la inversión extranjera.
La abierta crítica de Hariri fue condenada por Hezbolá, por el presidente del Líbano Emile Lahoud e, indirectamente, por Siria.
Las operaciones de Hezbolá le valieron a Líbano condenas internacionales. La ONU exige al gobierno que despliegue sus tropas en la zona limítrofe, pero éste se niega, aduciendo que no puede defenderla de Israel, una prueba más de la influencia siria.
Zahira Abdel Ghani, una aldeana de Kfar Shuba, también quisiera que el gobierno actuara contra la violencia y espera con temor el próximo ataque. «Preferimos que encuentren una solución pacífica, o que dejen el tema por ahora. La gente está cansada, necesitamos paz», dijo Ghani a IPS.
Pero los hombres de la aldea creen que no tienen nada que perder en una guerra por las granjas de Shebaa. Los olivares que sus familias plantaron en esos campos están arruinados, pues durante años no hubo cosechas.
Por eso la mayoría agradece que Hezbolá quiera recuperar Shebaa.
Pero una represalia israelí contra la infraestructura libanesa haría retroceder años al país, alejaría a los inversores y paralizaría la recuperación económica.
«Nos preguntan si hubo pérdidas en la infraestructura. Mire a su alrededor» dijo a IPS Ahmad Ghanem, un aldeano que estuvo preso en Israel durante cinco años.
«No tenemos saneamiento ni líneas telefónicas, el hospital más cercano está a dos horas de autobús, y son escasos los caminos pavimentados. No hay infraestructura que perder», explicó Ghanem.
Cuando se produjo la retirada israelí, el alivio y la esperanza ganaron a los habitantes del sur de Líbano. El gobierno prometió reconstruir y desarrollar el área como recompensa tras años de ocupación extranjera. Un año después, la población local aún espera. (FIN/IPS/tra-en/kg/mn/dc/aq/ip/01