EEUU-CHINA: Rumbo a una segunda guerra fría

Los tres meses que ha pasado George W. Bush como presidente de Estados Unidos llevaron la relación bilateral con China a su punto más bajo en los últimos 30 años.

Y Washington parece decidido a agravar la situación, ahora que está de vuelta en Estados Unidos la tripulación del avión espía estadounidense obligada a aterrizar en la isla de Hainan luego de colisionar en vuelo contra un caza chino el 1 de abril.

Washington no sólo ofreció venderle a Taiwan, que China considera una provincia rebelde, prácticamente todas las armas que la isla pretendía adquirir, sino que Bush declaró en televisión la semana pasada que haría «lo que hiciera falta» para defender a Taiwan en caso de un ataque de China.

El gobierno luego precisó que las declaraciones de Bush no significan que Washington abandonará la política de «ambigüedad estratégica» adoptada hace 30 años para mantener a China y Taiwan en estado de incertidumbre sobre la posible reacción de Estados Unidos ante un ataque chino contra la isla.

Pero el vicepresidente Dick Cheney, en otra entrevista, sugirió que debía abandonarse esa vieja política.

Al lanzar su campaña para desarrollar e instalar un sistema nacional de misiles, Bush propuso que Washington y Moscú cooperaran en materia de defensa en el futuro, y anunció que enviará delegaciones de alto nivel la semana próxima para consultar con aliados de Estados Unidos en Asia y Europa sobre los planes del gobierno.

China considera el sistema nacional de misiles como un elemento dirigido en su contra, pero Bush sólo declaró que espera «atraer» a Beijing hacia el plan.

La delegación estadounidense pasará por alto a China y visitará a Corea del Sur, Japón e India, que considera a Beijing su principal rival estratégico.

Es política «de contención, lisa y llana», dijo un colaborador del Congreso esta semana, luego de enterarse de que el subsecretario de Estado Richard Armitage visitaría India.

«A China no le puede gustar el simbolismo de equiparar (en el viaje) a India con Japón y Corea del Norte», comentó.

Pero los insultos no terminaron ahí. El miércoles, mientras China permitía que técnicos estadounidenses examinaran el avión espía, que permanece en la isla de Hainan, el Pentágono anunció la suspensión de los intercambios militares con Beijing.

Eso pareció demasiado al Departamento de Estado (cancillería) y la Casa Blanca, que dos horas después declaró que un colaborador del jefe del Pentágono Donald Rumsfeld había malinterpretado su orden y que los futuros contactos militares se decidirían «caso por caso».

Al terminar la semana, la propia China endurecía el tono contra Estados Unidos, acusando a Washington de buscar la «supremacía militar absoluta» en el mundo, y advirtiendo que «se encaminaba por una vía peligrosa».

La conducta de Washington también asombró a algunos analistas estadounidenses, que se preguntan si el gobierno se dirige conscientemente o no hacia un enfrentamiento con China.

«Creo que (el gobierno de Bush) aún está tanteando el camino», opinó Alan Romberg, antiguo experto del Departamento de Estado sobre China.

Minxin Pei, especialista en China de la organización Carnegie Endowment for International Peace, también atribuye los tropiezos de Washington a «incompetencia y descuido», y no a la premeditación.

Pero la relación bilateral quizá no sea tan fuerte como para sobrevivir por la misma senda, sobre todo después del daño del incidente del avión espía.

«Si este tipo de actitud continúa a alto nivel, entonces nos dirigimos hacia una nueva guerra fría», dijo a IPS. La decisión de incluir a India y excluir a China del próximo viaje de la delegación gubernamental es «asombrosa», subrayó.

Pero hay mucho que mantiene a Estados Unidos y China vinculados, como la relación comercial de 80.000 millones de dólares por año, así como la inversión de miles de millones de dólares por empresas estadounidenses en China.

Así mismo, los dos países, ambos con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, cooperaron estrechamente en varios problemas multilaterales y regionales, en los cuales tienen un interés estratégico en común, como la contención de Afganistán y el mantenimiento de la paz en Corea.

«Ambos países están mostrando sus músculos por ahora, pero creo que lo más fundamental es lo que ha sido su relación hasta ahora. No creo que eso vaya a terminar», señaló John Ford, de la organización US-China Business Council.

Pero otros, incluso algunos que expresaron opiniones similares sobre la fuerza de la relación bilateral hace unas semanas, ahora ya no están tan seguros.

«Las relaciones están en un punto bajo, y podría ser peor», dijo Nicholas Lardy, especialista en economía china en la influyente Brookings Institution, de Washington.

«No hay duda de que la preocupación va en aumento entre los empresarios y en otros ámbitos», destacó, agregando que las idas y venidas de Washington con respecto a Taiwan y los lazos militares con China sugieren que el gobierno de Bush aún no tiene «un rumbo político claro».

«El incidente del avión y la venta de armas a Taiwan podría pasar, pero decir que se va a defender a Taiwan es un enorme cambio en la política, y es un golpe a la base fundamental de la relación bilateral», agregó Lardy.

Con respecto a China, hay pocas dudas entre los analistas de Estados Unidos de que las medidas del gobierno en las últimas semanas, sean intencionales o descuidadas, habrán de reforzar los sectores en Beijing que favorecen una política de enfrentamiento con Washington, mientras China ingresa a un crucial período de sucesión del poder. (FIN/IPS/tra-en/jl/da/aq/ip/01

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