ECONOMIA-CARIBE: Mercado de valores regional en el tapete

(IPS) Uno de los temas que analizará la cumbre anual de los líderes del Caribe, a celebrarse el mes próximo en Bahamas, serán las dificultades para establecer un mercado de valores del Caribe.

La Asociación Caribeña de Industria y Comercio (CAIC) ya señaló que pretende «presentar una imagen clara» a los líderes durante las deliberaciones que se desarrollarán en Nassau.

La CAIC y la organización regional de trabajadores, el Congreso Caribeño del Trabajo (CCL), participan en una audiencia anual con los líderes caribeños, como parte del proceso de sumar a los actores sociales en el proceso de desarrollo del Caribe de habla inglesa.

La presidenta de CAIC, Charmaine Gardner, advirtió que la región necesita asegurar su capacidad para ingresar al proceso de la globalización, marcado por la liberalización y el libre comercio mundial.

«El potencial de la conectividad sin límites y su manifestación en el comercio electrónico brinda a personas e instituciones poder para comprar y vender a cualquier lugar del mundo sentados en la comodidad de sus hogares u oficinas».

Gardener calificó de «fenomenal» el hecho de que el comercio bursátil, ya sea en Nueva York, Tokio o Londres, ocurre las 24 horas del día durante todo el año. «Pero justamente en el Caribe, esta posibilidad no está disponible para el inversor común», agregó.

Dentro de la Comunida del Caribe (CARICOM) solamente Barbados, Jamaica, Trinidad y Tobago y Bahamas tienen mercados bursátiles activos. Suriname y Guyana han aprobado la legislación necesaria para que sus comisiones bursátiles comiencen a operar.

La pequeña Organización de Estados del Este del Caribe (OECS) que incluye a Dominica, Granada, Santa Lucía, San Vicente y Granadinas, Saint Kitts-Nevis, Montserrat y Antigua y Barbuda, está en proceso de establecer su propio mercado bursátil.

De los países de CARICOM, Belice es el único estado miembro que no tiene un mecanismo para la creación de un mercado de valores.

En 1991, Barbados, Jamaica y Trinidad y Tobago experimentaron el comercio cruzado de acciones entre sus respectivos mercados, como un primer paso en la creación de un mercado de capitales integrado en el CARICOM.

Los países también se plantearon la cuestión de una moneda común para el comercio transfronterizo, a través de un tipo de cambio flotante establecido por cada banco central nacional.

«Si bien el énfasis inicial se puso en el uso de la infraestructura existente en los tres países, la intención y objetivo final era lograr la participación de todos los territorios», dijo Enid Bisamber, economista del Secretariado del CARICOM, con sede en Guyana.

Pero, tal como observó Clair King, asesor del Banco Central de Trinidad y Tobago, el problema que se intentó resolver fue, nada menos, «el comercio en un entorno de monedas distintas y volátiles, o no confiables».

En efecto, existen por lo menos siete monedas diferentes operando dentro del sistema de integración del Caribe y hasta el momento, los intentos de establecer una moneda común han sido infructuosos.

«Algunos autores han sugerido que el final obvio del sistema de flotación será la dolarización de las economías o por lo menos de los mercados de valores», sostuvo King.

«El argumento en favor de la dolarización proviene de la idea de que los regímenes de tasas de interés vinculadas pero ajustables son inestables, mientras los sistemas de tasas flexibles son imposibles o indeseables», agregó.

Desde que en 1988 los líderes caribeños acordaron profundizar el proceso de integración a través del establecimiento de un mercado y economía únicos (CSME) y la creación de un mercado regional de valores, la región debió enfrentar varios problemas.

Algunos son las leyes financieras y de mercados de capitales antiguas y discriminatorias, mercados financieros nacionales en distintas etapas de creación, la limitación en algunos países a la capacidad de extranjeros de adquirir bienes, incluso bienes inmuebles.

Así mismo, «en el Caribe predominan las compañías propiedad de familias, reacias a permitir el control de entidades externas. Por eso existe grandes firmas lucrativas en la región en manos privadas, lo cual limita el número de empresas disponibles para la participación de inversores», explicó Bisember.

Un estudio realizado por Caricom en 2000 halló que un total de 39 empresas en la región tienen operaciones transfronterizas. Pero de esa cifra, sólo 16 operan en los mercados financieros.

No obstante, Bisember asegura que la idea de una bolsa de valores regional vale la pena «porque aún hay inversores dispuestos a aprovechar el mercado regional».

Pero es necesario mejorar la campaña de educación en la región, aumentar el número de instrumentos financieros disponibles y desarrollar y comercializar constantemente nuevos instrumentos, señaló.

Otro paso sería la creación de un organismo con la autoridad para tomar decisiones obligatorias, especialmente en los casos de disputas comerciales entre estados, agregó Bisember. (FIN/IPS/tra-en/pr/da/aq/if/01

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