CAFE: Mercado mundial ahoga al Sur productor

Los hundidos precios del café evidencian la imposibilidad de promover el desarrollo de países pobres con exportaciones agrícolas, en las actuales condiciones del comercio mundial.

La cotización promedio del café en el mercado internacional ronda hoy los 50 centavos de dólar la libra (0,453 kilogramos), lo cual lleva a 66 dólares el saco de 60 kilogramos.

Para que «nos permita a todos sobrevivir sin enriquecernos», el precio de cada saco debería ubicarse en torno de los 120 dólares, comentó a IPS Hercilio Amaral, secretario general del Consejo Nacional de Café, que representa a los casi 250.000 caficultores brasileños.

Un precio muy superior a 120 dólares, como ocurrió hace cinco o seis años atrás, provocaría el exceso de oferta. Los altos precios de hace un lustro condujeron a Vietnam a aumentar en gran medida su producción, con la consecuencia de la sobreoferta en el mercado internacional.

La estabilidad de la producción y de los precios parece una meta imposible para una mercancía cuya producción es exclusiva de países tropicales pobres y el consumo se concentra en el Norte industrializado.

Los países muy pobres, como los de Africa y los del sudeste asiático, pueden soportar la caída de precios internacionales, porque «pagan salarios también muy bajos, que llegan hasta 10 dólares» al mes, en una producción en que la mano de obra representa el costo mayor, observó Amaral.

Eso explicaría el fracaso de la medida de retención de 20 por ciento de la oferta exportable, adoptada en mayo de 2000 por la Asociación de Países Productores de Café (APPC) para intentar recuperar los precios desde el año pasado.

Pocos miembros de la APPC cumplieron la meta y Vietnam prácticamente duplicó sus ventas, superando a Colombia como segundo mayor exportador mundial.

La permanencia de la depresión del mercado llevó a que la APPC discuta en estos días en Londres nuevas medidas para tratar de mejorar los precios.

Otra trampa que afrontan los caficultores es el dominio del mercado por media docena de grandes empresas transnacionales, que controlan cerca de dos tercios del comercio cafetalero y cuyas decisiones tienen fuerte impacto sobre las cotizaciones.

La industrialización, distribución y venta final acapara las ganancias que permite el café como bebida, según Amaral.

El secretario general del Consejo Nacional de Café de Brasil estimó que una tasa de café le cuesta al consumidor europeo cerca de 170 veces el valor pagado al caficultor de su país.

La organización no gubernamental Oxfam, con sede en Gran Bretaña, calculó que a los productores sólo reciben siete por ciento de lo que paga el consumidor final, y que 90 por ciento queda en manos de los procesadores y distribuidores de los países ricos.

La caída de 60 por ciento de las cotizaciones en los últimos tres años agrava las desigualdades, ya que la industria y comercio de los países desarrollados aumentaron sus ganancias, manteniendo sus precios al consumidor, indicó Oxfam.

Mientras, se agravan los problemas sociales de los países productores, todos pobres y que exportan básicamente el café en grano, sin procesarlo.

La solución sería agregar valor al producto, con torrefacción y molienda, pero las condiciones financieras, de infraestructura y costos no lo permite, lamentó Amaral.

El desequilibrio queda más evidente cuando se nota que países que no poseen ningún cafetal, como Alemania, son grandes exportadores de café, señaló Rubens Ricupero, secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Alemania respondía en 1999 por casi nueve por ciento de las exportaciones mundiales de café, observó Ricupero, quien fue ministro de Hacienda de Brasil.

Explicó que Alemania importó ese año 13 millones de sacos de café en grano a bajos precios y exportó cuatro millones procesado en la forma tostada y soluble, con valor agregado.

Amaral precisó que el café es muy atractivo para las naciones más pobres por generar muchos empleos. En Brasil, la caficultura sostiene directamente unas cuatro millones de personas, contando las familias de caficultores y sus auxiliares que viven en las propiedades.

Durante la cosecha del grano se ocupan varios millones de trabajadores en Brasil. Una crisis como la que vivió este país en 1984, por ejemplo, dejó sin esa fuente de ingresos a cerca de dos millones de personas, apuntó el secretario general del Consejo Nacional del Café.

Respecto de la medida de retención, Amaral reconoció que es difícil de cumplir para algunos países sin la infraestructura necesaria.

Países como Vietnam y los de Africa no disponen siquiera de almacenes, que requieren condiciones especiales para no deteriorar el producto. Además, como son muy pobres, no pueden dejar de exportar, añadió.

En ese cuadro, sólo un cambio improbable en las relaciones internacionales permitiría que el café pueda tener precios adecuados para los países productores y contribuir así en forma efectiva a su desarrollo. (FIN/IPS/mo/dm/if/01

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