El Grupo del Banco Mundial muestra cada vez mayor preocupación por los riesgos ambientales y de imagen que le acarrean los proyectos de energía en base a petróleo, gas y carbón en el mundo en desarrollo, en los que invirtió 2.000 millones de dólares al año en la década pasada.
El sector de petróleo, gas y minería constituye un «peligro claro y real» para el trabajo de la agencia, según un informe de la rama del Grupo que atiende al sector privado, la Corporación Financiera Internacional (CFI), parte del cual fue difundido sin autorización de la agencia.
Los redactores del informe atribuyeron tal peligro a la «preocupación mundial acerca de la sustentabilidad inherente de las industrias extractivas».
El documento también cuestiona la electricidad en base a fuentes no renovables de energía, como la generada por centrales a carbón, dada la «gran evidencia de la aceleración del recalentamiento mundial» y el «clamor internacional por acciones contra» los gases invernadero, a los que se atribuye el fenómeno.
En ambos casos, el informe sugiere que el CFI debe hacer más esfuerzos respecto de estas preocupaciones, aunque no establece recomendaciones específicas al respecto.
La mayoría de los científicos atribuye el recalentamiento planetario a la creciente presencia en la atmósfera de gases invernadero, en especial dióxido de carbón, producidos por la quema de combustibles fósiles como petróleo, gas y carbón.
El último estudio científico internacional sobre el recalentamiento mundial advierte que la emisión continua de gases invernadero podría elevar la temperatura promedio de la superficie de la Tierra hasta 5,8 grados centígrados al finalizar el siglo XXI, con potenciales consecuencias catastróficas.
El impacto del cambio climático, de acuerdo con científicos, será al parecer mayor en los países tropicales, en muchos de los cuales el Banco Mundial y sus organizaciones asociadas alientan el desarrollo de los sectores de petróleo y gas.
El documento filtrado es parte de una revisión de la actividad de la CFI y el Banco Mundial sobre industrias extractivas, cuya primera etapa concluirá en las próximas semanas con la difusión de un «memorándum formal», dijo un portavoz del organismo que, sin embargo, prefirió no confirmar la autenticidad del informe.
«Nos comprometeremos en lo sucesivo en una discusión constructiva sobre estos asuntos con participación de una amplia variedad de interesados externos» al Grupo del Banco Mundial, agregó.
Organizaciones de activistas perciben el documento como evidencia de que el Banco Mundial comienza a luchar a brazo partido contra las inversiones en esos sectores.
El año pasado, sólo la CFI aprobó 644 millones de dólares en créditos destinados al petróleo, el gas y el carbón, una parte sustancial de sus préstamos totales por 5.800 millones de dólares.
«Tenemos evidencia de que el Banco Mundial reconoce que, si bien estas industrias son una de las principales fuentes de ingresos y ganancias, también son una de las más problemáticas para su imagen y para el ambiente», dijo Daphne Wisham, analista del Instituto de Estudios Políticos, grupo que obtuvo el informe.
La preocupación del Banco no es ajeno a la creciente toma de conciencia acerca del impacto de las industrias extractivas en el recalentamiento mundial y en el ambiente, así como en los propios países en desarrollo.
A medida que se expandía la economía mundial durante la década pasada, creció con rapidez la necesidad de productos básicos, en especial en el sector energético.
En consecuencia, las empresas petroleras y mineras se vieron empujadas a explotar regiones remotas, que habían permanecido relativamente inalteradas por las sociedades e industrias modernas.
Esas compañías hicieron pesar sus reclamos ante los gobiernos para exigir seguridad en sus operaciones frente a los intereses de las poblaciones locales, un modelo que desató graves violaciones de derechos humanos en países en desarrollo, entre ellos Birmania, Colombia, Indonesia, Nigeria y Sudán.
Muchos de esos proyectos ocasionaron graves daños a ecosistemas delicados, algunos de ellos únicos en el planeta.
Grupos de derechos humanos y ambientalistas como Amnistía Internacional, el Sierra Club, Amigos de la Tierra y Human Rights Watch, entre otros, ejercieron una presión sin precedentes contra esas empresas en procura de respeto a los derechos de las poblaciones locales y para frenar los abusos de las autoridades.
Las empresas también son presionadas por los ambientalistas para que incrementen sus inversiones en fuentes renovables de energía, como la solar o la eólica, en lugar de insistir con los combustibles fósiles no renovables como el petróleo, el carbón, el gas, que agravan el recalentamiento mundial, según expertos.
La empresa petrolera más grande del mundo, ExxonMobil, por ejemplo, deberá hacer frente en su próxima reunión anual de accionistas una resolución, promovida por Greenpeace, que la acusa de confundir a sus accionistas al minimizar los riesgos del recalentamiento de la Tierra.
Otras compañías también deben considerar una mayor inversión en energías renovables.
El Grupo del Banco Mundial se descubrió a sí mismo en medio de esta polémico por varias razones. Se trata de la mayor fuente de ayuda al desarrollo para el mundo pobre, y, como tal, determina qué sectores de esos países merecen su apoyo.
En muchos casos, el petróleo, el gas y la minería pueden ser los de más fácil explotación y los más atractivos para la inversión extranjera.
En efecto, un segundo informe preparado para una reunión de directores de la CFI celebrada en diciembre afirma que «el petróleo, el gas y la minería tuvieron la más alta recuperación de capital según las previsiones específicas» de 26,6 por ciento entre todos los sectores de la cartera de la institución.
Otro argumento a favor del apoyo del Banco Mundial a los proyectos de extracción en el mundo en desarrollo es que el petróleo, el gas y el carbón siguen siendo las fuentes más baratas de energía, mucho más que las fuentes renovables, necesarias para el desarrollo económico de esos países.
Por último, el Grupo del Banco Mundial, en particular la CFI, también actúa como catalizador de la inversión de compañías privadas, entre ellas algunas de las mayores petroleras del mundo. De no ser por el apoyo o las garantías de la CFI, estas empresas no se interesarían en inversiones de gran escala.
«En muchos casos, estos grandes proyectos no avanzarían sin la ayuda del Banco Mundial», dijo Wysham. Las agencias de crédito para las exportaciones de los países ricos también aportaron cientos de millones de dólares para promover la inversión en petróleo, gas y carbón en el mundo pobre, explicó la experta.
Desde la firma en 1992 de la Convención sobre Cambio Climático, primer norma internacional contra el recalentamiento mundial, el Grupo del Banco Mundial invirtió unos 15.700 millones de dólares en proyectos de petróleo, gas, carbón y de generación eléctrica con fuentes de energía no renovables en todo el mundo, calculó Wysham.
En ese mismo periodo, el Grupo invirtió apenas 1.000 millones de dólares en proyectos relacionados con fuentes renovables y en proyectos de generación eficiente de energía. (FIN/IPS/jl/dc-mj/en if/01