(Arte y Cultura) TEATRO-PERU: Algo se pudre en Lima, igual que en Dinamarca

Los espectadores de la última puesta en escena limeña de «Hamlet» son obligados a recordar que «algo se pudre» en Perú, como en la Dinamarca retratada por William Shakespeare, y que hace pocos meses debieron «tomar armas contra un mar de dudas» para derribar un corrompido poder político.

«Hamlet» se exhibe en el Centro Cultural de la Universidad Católica de Lima, y fue conducida por Alberto Isola, considerado el principal director teatral peruano.

En esta ocasión, como en muchas otras, el teatro clásico es empleado como una herramienta para ayudar a comprender la naturaleza de las pasiones humanas en relación con los procesos políticos contemporáneos.

Meses atrás, otra puesta en Lima, «Macbeth», retrató el carácter criminal de la ambición política desmedida. Ahora, «Hamlet», la obra más conocida de Shakespeare, revela la corrupción que suele acompañar la usurpación del poder y la violencia que es a veces necesaria para ponerle fin.

En el proyecto teatral original, el vestuario, la escenografía y la conducta de los personajes correspondían a la década del 60, con referencias a Estados Unidos y a la Presidencia de John F. Kennedy. Pero en el curso del montaje la actualidad política peruana terminó imponiéndose.

«No quise incurrir en la puesta tradicional, que hace de Shakesperae un monumento teatral extraordinario pero distante. Por otro lado, evité también caer en una modernización superficial», sostuvo Isola.

«Para modernizar sin desvirtuar los valores y la belleza literaria de esta obra, respetamos el texto, pero buscamos detrás de las palabras, de las acciones y de las intenciones que le dan origen, y hemos resaltado la importancia de algunos personajes, como Polonio, que suelen ser presentados opacos», explicó.

«Cuando se monta una obra clásica, se suele asumir que se debe recrear el ambiente de la época en que fue estrenada. Pero cabe recordar que en tiempo de Shakespeare los espectadores veían acciones de siglos atrás, y que el texto aludía al momento contemporáneo», afirmó Isola.

Los personajes de Gertrudis, la madre de Hamlet, y de Claudio, el usurpador, se inspiran en Jacqueline Kennedy y John F. Kennedy. Para Polonio, el director apeló a la imagen de Edgar J. Hoover, el máximo jefe del FBI, la Oficina Federal de Investigaciones estadounidense.

«La primera imagen de Claudio no es la de un hombre malo, sino la de un tipo encantador, carismático, como era el joven Kennedy antes del ataque a Cuba en la bahía de Cochinos», sostuvo Isola.

«Quisimos presentar a Polonio como el símbolo del poder oscuro, un funcionario maquiavélico que apela al espionaje y a la conspiracion para alcanzar sus fines», añadió.

«Usualmente, Polonio es interpretado como un personaje gracioso, casi un bobo, y sus frases intrigantes parecen incoherencias si no se expone su intención criminal. Polonio no sólo sirve al usurpador Claudio sino que también lo maneja para ascender políticamente», explicó Isola.

Para el público limeño, la trama de «Hamlet» refiere a la política peruana de los últimos años: el usurpador Claudio representa al ex dictador Alberto Fujimori, derrocado en noviembre, y el intrigante Polonio al ex jefe de la inteligencia, Vladimiro Montesinos, ambos prófugos hoy.

Hamlet sigue exponiendo la torturante duda del intelectual que vacila para hacer frente a la corrupción, que descubre y no resuelve con facilidad cómo combatir un sistema podrido sin caer a su vez en la podredumbre, y que acaba incurriendo también en la violencia.

«A Hamlet, un fantasma (¿su conciencia?) le revela que Claudio ha dado muerte a su padre y debe vengarlo. Pero Hamlet rechaza la violencia y su duda es cómo poner fin a la usurpación, pues el sarcasmo no basta», explicó el director.

«En este punto la obra plantea un tema absolutamente contemporáneo: si se puede hacer frente a un sistema podrido, como combatir sin caer en la podredumbre. Eso es arquetípicamente actual, eso es lo universal de 'Hamlet'», dijo Isola.

«Sería ingenuo decir que no he pensado en las connotaciones políticas de este montaje. Es imposible desligar una obra como ésta de la realidad», concluyó.

Los actores también lo entendieron así, y en la construcción de sus personajes reforzaron los referentes peruanos actuales, en especial respecto de Polonio, personaje que alcanza mayor relevancia.

Mario Velásquez, el actor que lo interpreta, usó como modelo a Montesinos. Isola hizo que Hamlet descubra la conspiración al hallar el micrófono escondido por Polonio en el vestido de su amada, Ofelia.

«Cuando comenzamos a discutir las motivaciones de Ofelia, descubrimos que representa a quienes son utilizadas por personas vinculadas con el poder que atentan contra el respeto de los derechos y sentimientos individuales para conseguir sus fines», señaló la actriz que la encarna, Norma Martínez.

Isola siempre quiso dirigir Hamlet, pero no se atrevió a intentarlo hasta no encontrar el actor adecuado para el papel protagónico. Ahora, está seguro de que Bruno Odar «está pintado» como la encarnación de indecisión, atrapado en el dilema de la vacilación y de su conciencia ética.

«Para encarnar a Hamlet no quise recurrir a disfraces sino a vivencias. Me ayudó haber atravesado antes el campo minado de la incertidumbre y de la depresión paralizante, hasta que en 1996, una terapia psicológica me recuperó. Creo que puedo acercarme a Hamlet para interpretarlo y distanciarme para exponerlo», dijo Odar.

«Desde que comenzamos a estudiar la obra sentimos que se iba a producir un paralelo, y ahora descubrimos que estamos involucrados en la situación política. Es claro que lo peor es el silencio», dijo, por su parte, el actor Sergio Galliani, a cargo de Claudio, el tirano usurpador. (FIN/IPS/al/mj/ip cr/01

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