(Arte y Cultura) LITERATURA-NICARAGUA: La sociedad de los poetas huérfanos

Un grupo de escritores de entre 25 y 30 años se empeña en sacar del anonimato a la poesía joven de Nicaragua, con la publicación de la revista 400 Elefantes y de la antología «Los huérfanos de Rubén».

Esta recopilación realizada por Marco Morelli recoge obras de Carola Brantome, Marta Leonor González, Serdán Zelaya, Héctor Avellán, Juan Sobalvarro, Tania Montenegro, Blanca Castellón y France Dalí Montenegro.

Morelli, un estadounidense que llegó a Nicaragua hace tres años en el marco de un proyecto de cooperación, reunió a poetas que han trabajado en torno de la revista literaria 400 Elefantes, creada en 1995 por González, Sobalvarro y Brantome.

En «Los huérfanos de Rubén» está «el espíritu de 400 Elefantes, que es el de dar a conocer lo que se ha obviado, lo que se ha querido ignorar», señalan los jóvenes poetas.

La publicación sólo se distribuye en Nicaragua, pero tiene una versión en Internet (red mundial de computadoras) en la página geocities.com/los_400elefantes/.

González explicó que «la mayoría de los que aparecemos en la antología de Morelli empezamos a escribir en los años 90 y se nos ha llamado los poetas de la orfandad, porque no somos los herederos de la vanguardia, ni de la revolución ni de los talleres de Ernesto Cardenal».

«Somos escritores sin bandera política y sin escuelas literarias, con una visión muy particular de la vida», agregó.

Para Morelli, esta generación de jóvenes escritores son huérfanos porque no crecieron durante la efervescencia política que imperó en Nicaragua en los años 70 y 80, sino en un período de naciente democracia y de globalización. Pero los poetas contemporáneos son también huérfanos de su sociedad actual.

«Las antologías de poesía nicaragüense llegan hasta los años 60, porque se ha creído que (la generación nacida) después de esa época no ha creado literatura», señaló González, quien también es editora del suplemento cultural del diario local La Prensa.

De ahí la importancia de esta recopilación, la primera que se hace sobre poesía de autores jóvenes de este país, destacó.

«El fenómeno político se tragó a mucha gente, pero nosotros tenemos que dar la pauta para salir adelante. Debemos cambiar el stablishment literario, experimentar, y demostrar que no sólo existe la vanguardia con Pablo Antonio Cuadra y Ernesto Cardenal, sino que hay más cosas, hay narrativa y poesía nueva», indicó.

A su vez, Morelli apunto que los cuatro autores hombres y las cuatro mujeres incluidas en la recopilación «son los que más me gustaron y me llamaron la atención por su fuerza. Creo que la poesía contemporánea de Nicaragua es muy intensa».

El escritor publicó su antología también en inglés con el fin de distribuirla en Estados Unidos.

La intención es que se conozca en Estados Unidos un poco sobre lo que hacen hoy en Nicaragua unos muchachos para los cuales el enfrentamiento ideológico entre los dos países, ocurrido durante el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional en la década del 80, no es un referente importante.

Morelli detalló que en la recopilación hay varios poemas que tratan sobre la cultura estadounidense, con sentimientos ambivalentes.

Por ejemplo, de Héctor Avellán se incluyó un poema de amor para Kurt Cobain, el fallecido líder del grupo de rock Nirvana, mientras que se tomó de otros autores obras en las que se critica la cultura de consumo estadounidense.

«La cultura gringa es como una polilla que anda en todos lados. Empieza a seducir con los puestos de comida rápida», comentó González.

«En Nicaragua ya se asimila. En los 80 no teníamos ni eso, pero ya hay, la asimilamos (la cultura) y no nos cuesta, porque hay una necesidad de supervivencia. Se siente bien sentarse en un McDonalds a tomarse una Coca Cola y comerse una hamburguesa», opinó.

Por otra parte, Morelli también se encargó en su antología de conectar a la nueva generación de escritores con Rubén Darío, al incluir el poema «Lo fatal», en el cual el padre del modernismo revela su angustia por el ser y la muerte.

Morelli indicó que los poetas nuevos reflejan cierta continuidad literaria, en cuanto a temas, con los que manejaba Darío hace 100 años.

González es clarísima al definir la ruta de la poesía nicaragüense contemporánea.

«Ya nadie habla de la revolución como una opción política y la guerra es un tema desprovisto de etiquetas ideológicas. Hablamos de la sexualidad, del género, sin caer en el feminismo radical y sin la perspectiva del panfleto, sino de lo interno de la condición humana», precisó.

La antología de Morelli, en cuanto a estilos, presenta unos más herméticos que otros, algunos más libres, y también quienes juegan con el lenguaje popular nicaragüense. Hay una actitud de caos, de maroma en el lenguaje, de tirarse de un trapecio a otro para ir creando nuevas formas, explican.

Un ejemplo de ello es el caso de Serdán Zelaya, con «Managua no cree en lágrimas», donde relata sentimientos de un médico en un hospital de la capital de Nicaragua frente a la muerte, la enfermedad, la pobreza.

Es imposible decir si es un poema, una crónica, un cuento o un artículo periodístico, sólo «le puedo decir que es una actitud experimental», señaló González.

La escritora acepta que aunque la suya es una generación huérfana, no está desheredada, pues el pasado de la narrativa nicaragüense es muy importante y reconoce que hay influencias de algunos de sus baluartes.

«En los años 80 todo el mundo escribía como Ernesto Cardenal, o todo el mundo seguía los preceptos del exilio interior proclamado por Pablo Antonio Cuadra», afirmó González.

«Cardenal aboga por una poesía sin metáforas, estructuralmente más sencilla, una poesía de izquierda, mientras que Pablo Antonio lo hacía por una poesía más interior, calificada de derecha. En nuestra generación no se ven esos dos estilos sino una experimentación, una búsqueda, aunque ellos siguen siendo una referencia», explicó.

La poesía nicaragüense atravesó en el siglo XX por varias etapas. Al comienzo se destaca la obra de los autores nacidos en el siglo XIX como Rubén Darío, Azarías Pallais y Alfonso Cortés.

Luego vino la llamada generación de vanguardia con Pablo Antonio Cuadra, Luis Alberto Cabrales, Joaquín Pasos y Manolo Cuadra, entre otros, y posteriormente la generación de los años 40, con Ernesto Cardenal a la cabeza, quien también lideró la creación revolucionaria.

La década del 60 presenta entre lo más destacado el surgimiento de muchas mujeres como Gioconda Beli, Rosario Murillo y Daisy Zamora. (FIN/IPS/mso/dm/cr/01

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