La literatura de China, antes sometida al rígido control del Partido Comunista, se caracteriza ahora por el auge de las novelas eróticas, el crecimiento de las casas editoriales y el surgimiento de los libros electrónicos.
Las obras poéticas y filosóficas del líder comunista Mao Zedong, reunidas en su «Libro Rojo», dominaron el panorama literario de este país por generaciones, pero los lectores se inclinan en la actualidad por otro tipo de literatura.
«Cuando Jacque desabotonó el vestido Saint Laurent de Lucy, el cuerpo esbelto y blanco de ella emergió como una sirena entre las aguas…». Con frases como ésta, la escritora Ai Man cautiva a los lectores de Bejing. Ai es una de «las chicas», o «las bellas», nombres con que la crítica identifica a nuevas autoras nacidas en los años 70.
El panorama literario chino parece un campo de guerra en el que los escritores más leídos caen en manos de una crítica cruel, denominada «kuping», que, paradójicamente, los vuelve más famosos.
La feroz competencia por los lectores va más allá del mercado editorial convencional y se extiende a la Internet, la red mundial de computadoras, donde nuevos sitios literarios introducen a este país en la era de los libros electrónicos.
«La comercialización es lo mejor que le sucedió a la literatura china moderna en mucho tiempo», sostuvo el escritor Yu Hua.
«Antes de los 90, no existía mercado para las obras. Teníamos algunos escritores mediocres y el ambiente literario estaba dominado por una sola revista autorizada: Cosecha. Era un gran honor que te publicaran un artículo allí», explicó.
«Pero la comercialización acabó con ese monopolio e hizo que los autores comenzaran a competir por los lectores», añadió Yu.
China aún no tiene su propio Stephen King, un superventas estadounidense que publicó por su cuenta la novela «The Plant» (La planta) en Internet, evitando a los editores. Pero los escritores ya se entusiasman con la idea de los libros electrónicos.
Algunos de ellos, como el punk Wang Shuo y el vanguardista Yu Hua, patrocinaron y crearon sitios literarios en la red, lo que llevó a los críticos a hablar de un «nuevo movimiento cultural en Internet del siglo XXI».
«Es más que una nueva Revolución Cultural. Todos quieren participar en el cambio social. Todos quieren estar en la red», observó Yu.
En esta competencia virtual, el ganador es por lejos el sitio con el nombre «Bajo el árbol Banyan» (www.rongshuxia.com), editado por el escritor Chen Cun. Sus detractores afirman que es el más visitado porque ofrece sesiones de «kuping», que arremete contra los escritores más vendidos.
«Estos ataques a los escritores famosos se volvieron tan populares que tuvimos que ponerle límite», dijo Li Jiefei, del Instituto de Estudios Literarios de la Academia China de Ciencias Sociales.
«El propósito del 'kuping' es crear una polémica en la prensa y llamar la atención, lo que aumenta las ventas», explicó Li.
«Son los ídolos de la literatura popular. Jin Yong (el maestro chino de las novelas de kung-fu) y Yu Qiuyu (el prosista de mayores ventas) son objeto de esas críticas justamente porque todo el mundo los lee», agregó.
La batalla literaria entre los escritores Wang Shuo y Jin Yong estalló en 1999, en periódicos, revistas y sitios de Internet, y sólo acabó cuando fue remplzada por la lucha entre «los dos Yu».
«Yu Qiuyu, ¿por qué no te arrepientes?», inquirió Yu Lie en un artículo publicado el año pasado. La decisión de Yu Lie, un joven escritor que todavía estudia en la Universidad de Beijing, de atacar a Yu Qiuyu, reconocido autor de ensayos sobre la cultura tradicional china, asombró a muchos.
Yu Jie exigió al ensayista que pidiera disculpas en público por haber integrado el «Shiyige», un grupo de 11 escritores contratados en tiempos de la Revolución Cultural por la Banda de los Cuatro.
Por Banda de los Cuatro se conocía al grupo dirigente radical que encabezaba la esposa de Mao Zedong, Jian Quing, y cuya detención en 1976, a la muerte del líder de la revolución china, marcó formalmente el fin de la Revolución Cultural.
El artículo de Yu Lie originó una de los enfrentamientos más espectaculares entre dos autores. Los seguidores de Yu Quiyu lanzaron varias acusaciones a Yu Lie, un escritor inexperto a sus ojos y mucho menos conocido que el primero.
Criticaron a Yu Lie por adoptar una posición de «defensor moral» y revivir el estilo de las sesiones de discusión de la Revolución Cultural.
Por su parte, los partidarios de Yu Lie endilgaron a Yu Qiuyu un «pensamiento retrógrado» y «mal gusto». En varios medios de prensa, Yu Qiuyu anunció que abandonaría la literatura y toda actividad cultural.
Algunos intelectuales deploraron la «moda de la difamación» y la atribuyeron al mercado de literatura, que transformó a los escritores chinos en «ruidosos vendedores ambulantes».
Pero la moderna obsesión de China por el dinero no solo está cambiando a los escritores, sino también a los editores. Los tiempos en que los novelistas golpeaban las puertas de las editoriales por un contrato llegaron a su fin, lamentó Li.
Ahora, el proceso de creación de una obra «comienza en las casas editoriales». Los autores empiezan a escribir sus novelas «sólo después de recibir la orden y algunos dólares. Algunas editoriales tienen equipos dedicados a investigar el mercado y hacer listas con los autores que más atraen», explicó.
Otro cambio a partir de los 80, rechazado por los más tradicionalistas, es la influencia de la prensa en el proceso literario. Si los libros se convierten en un éxito o son censurados por el Partido Comunista, se debe a la presión de los medios.
«Los burócratas no leen libros», aseguró Zhao Zumo, profesor asociado del Departamento de Lengua y Literatura China de la Universidad de Beijing. «Se ocupan en alguna lectura sólo cuando la prensa insiste. No es que no quieran controlar, simplemente es que no saben controlar», añadió.
Por otra parte, las escritoras «bellas», entre ellas Mian Mian, Wei Hui y Zhou Jieru, fueron responsables de las últimas ofensas a los guardianes de las tradiciones socialistas.
Las autoridades, que ya habían prohibido el libro «La chica de Shanghai», de Wei Hui, y «Caramelo», de Mian Mian, acusaron de pornográfica a la novela erótica «La red de Sirenita», de Zhou Jieru, y ordenaron que fueran confiscados todos los ejemplares.
Pero esto no desalentó a «las chicas». Ai Man escribió una nueva versión de la prohibida novela de Wei Hui, con el título «La chica de Beijing», y fue un éxito.
«Este tipo de literatura es muy popular entre los jóvenes. Les decimos escritoras 'bellas' no por su aspecto físico, sino porque escriben sobre amor y sexo de una forma muy íntima. A través de sus libros, esas autoras quieren convertirse en las amantes de los lectores», explicó Li.
Pero no es perversión sexual lo que atrae a los chinos a leer esta clase de literatura, según Yu Hua.
«Se debe a que la vida en China es muy aburrida. No hay grandes acontecimientos. Todo esta previamente establecido y la vida corre en los mismos carriles para todos. Tan rutinaria es nuestra vida que aún recuerdo lo emocionante que fue la llegada de la Coca Cola a este país», comentó. (FIN/IPS/ap-ae/ab/js/rp-ff/cr/01