(Arte y Cultura) COLOMBIA: Negros piden reconocimiento de su legado

El gobierno de Colombia inauguró esta semana la Cátedra de Estudios Afrocolombianos para celebrar los 150 años de la abolición de la esclavitud, pero las comunidades negras creen que aún no se han roto del todo sus cadenas.

La cátedra tiene la finalidad de reconocer «una cultura que le ha hecho importantes aportes al país y al mundo, y con la que aún nos sentimos en deuda», dijo el lunes, en la inauguración, el ministro de Educación Francisco Lloreda.

La Constitución promulgada en 1991 define a Colombia como país «multiétnico y pluricultural» y, si bien hubo avances en ese campo, «subsisten elementos de intolerancia» que pueden ser superados en un proceso educativo, dijo Loreda a IPS.

La inauguración de la cátedra, que trabajará con los centros de educación primaria, secundaria y universitaria, es parte de una serie de actos que esta semana incluyeron el lanzamiento de un sello postal, varias conferencias a cargo de estudiosos de cuestiones afrocolombianos y una muestra de danza.

Esta semana es también una oportunidad «para recordar los 500 años de resistencia cultural, de marginalidad, de exclusión y de racismo» sufridos por la comunidad afrocolombiana, que representa 26 por ciento de la población de este país, dijo Esperanza Biohó, directora de la fundación cultural Colombia Negra.

El escritor Manuel Zapata, dedicado a investigar su origen africano, recordó que su padre fue el primero de sus ancestros que aprendió a leer y a escribir, medio siglo después del fin de la esclavitud en Colombia.

Esa es «una muestra del formalismo con que se habla de la abolición», dijo Zapata, médico y antropólogo de 79 años considerado el más representativo de los escritores afrocolombianos y galardonado en 1988 con el premio Nuevos Derechos Humanos, en París.

Entre sus publicaciones están las novelas «Chambacú corral de negros», «Changó el gran putas» y «Pasión Vagabunda».

La cátedra servirá para «rescatar la identidad cultural de los niños», dijo Rubi Quiñones, directora del Taller Infantil, programa que trabaja por la identidad, los derechos humanos y la autoestima de los menores «mediante danzas, juegos y cantos que rescatan la tradición oral de los afrocolombianos».

Los niños «tienen derecho a protestar cuando les tocan el cabello porque es diferente, a que no los discriminen por su color de piel o fisonomía y a que se les respete su forma de hablar», dijo Quiñones.

Gabino Hernández, de la Oficina de Asuntos Afrocolombianos del Ministerio de Educación, sostuvo que la cátedra puede ayudar a minimizar la discriminación sufrida por los negros desde la escuela, donde se brinda una enseñanza con parámetros europeizantes.

La población afrocolombiana se ha esforzado durante 150 años por que sus valores se integren al imaginario de la nación, pero «su aporte cultural es estereotipado» y «en el mejor de los casos se vuelve espectáculo para tolerarlo», dijo Claudia Mosquera, trabajadora social de la estatal Universidad Nacional.

«Los legados de Africa en la cultura colombiana son muchos» y estas comunidades sobrevivieron «biológica y culturalmente» a través de expresiones como «la música y la danza», explicó Mosquera.

Eso produce «representaciones colectivas transmitidas de generación en generación y una corporalidad distinta que se expresa en maneras de caminar, de mover el cuerpo o de hablar», agregó.

Entre esos legados figura «el currulao», el ritmo musical más importante del litoral pacífico colombiano, la región de mayor concentración afrocolombiana.

Sus intérpretes ejecutan instrumentos como la marimba de chonta (una especie de palmera), los cununos macho y hembra (tambores), los guasá (maracas). Además, participan «cantadoras».

También se destacan los cantos fúnebres de «alabaos», también en la costa del océano Pacífico, y en la localidad de Palenque de San Basilio se celebra el «lumbalú», otra ceremonia para despedir al difunto cantada en lengua bantú.

El antropólogo Wilmer Villa observó que en el Palenque de San Basilio, territorio fundado en 1691 por esclavos rebelados, se habla aún una lengua criolla de la familia linguística del bantú.

Así mismo, las comunidades afrocolombianas también han hecho su aporte a otras expresiones musicales como la cumbia (que mezcla ritmos negros e indígenas), el vallenato (cantos rurales del norte colombiano asimilados por las ciudades) y la champeta (nuevo género musical también del norte que retoma los ritmos africanos y del Caribe).

Colombia figura como una de las zonas de América al que más esclavos africanos llegaron, superada por lo que hoy es Brasil, Cuba y Jamaica.

Los negros fueron establecidos en la costa septentrional, donde se encuentra de Cartagena de Indias, principal puerto para el comercio de esclavos en su época, así como en el oeste y en el archipiélago de San Andrés y Providencia.

Esas áreas siguen siendo las más pobladas por las comunidades afrocolombianas. (FIN/IPS/yf/mj/cr hd/01

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