ARGENTINA: Aerolíneas, una crisis incubada durante 10 años

La crisis de Aerolíneas Argentinas alcanzó hoy un pico de tensión, tras el fracaso de la gestión del gobierno ante el grupo estatal español propietario de la compañía, que determinó la movilización de trabajadores en oficinas y pistas de aterrizaje en esta capital.

El movimiento sindical no recuerda una protesta como la que realizan las organizaciones de los 6.800 empleados de Aerolíneas Argentinas. La salida de aviones de la empresa española Iberia fue impedida, y locales de la compañía de bandera argentina permanecen ocupados hace 22 días.

«Nunca había ocurrido que los pasajeros, en lugar de protestar, nos apoyaran», dijo sorprendida una empleada de Aerolíneas Argentinas que trabaja en un mostrador de acceso.

Los sindicatos interpretan que para muchos argentinos, la aerolínea de bandera, aunque fue privatizada hace 10 años, es un símbolo nacional que no se quiere perder de esta manera.

Numerosos oyentes llamaron a emisoras de radio para exhortar el público a renunciar al uso de productos y servicios de empresas de España, el primer inversor extranjero en este país. «Dejemos a Telefónica (de España) por Telecom (de Francia), no compremos combustible a Repsol-YPF», sugirieron.

La ocupación el martes durante dos horas de la pista de aterrizaje del Aeroparque Jorge Newbery, de Buenos Aires, fue considerada un hito por otros sindicatos.

Pilotos y aeromozas, en otras ocasiones reacios a participar activamente de las protestas, forcejearon con policías e ingresaron en la pista.

Luego, ante la amenaza de que la policía recurriera a la fuerza para cumplir la orden de desalojo dictada por la justicia, los trabajadores -algunos con salarios mensuales de varios miles de dólares- abandonaron la pista en una columna envuelta en una bandera argentina y cantando el himno nacional.

«Lo que más me duele no es el golpe recibido, sino lo que están haciendo con la empresa», lamentó un piloto herido por un policía aeronáutico. Es que muchos trabajadores representan la tercera generación de familias empleadas durante décadas en la aerolínea.

La ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, llegó este miércoles de España y, en sintonía con los administradores de la empresa perteneciente al Estado español, acusó a uno de los sindicatos de Aerolíneas Argentinas de rechazar condiciones laborales que permitirían, eventualmente, conseguir dinero para mantener los vuelos.

«En una actitud cerrada e irresponsable de APTA (Asociación de Personal Técnico Aeronáutico), los mecánicos de Aerolíneas pusieron a la empresa en una situación de extrema gravedad, al no aceptar adecuar sus condiciones de trabajo, como hicieron los otros gremios (sindicatos), y como pide la empresa», dijo Bullrich

La misma crítica hizo desde Madrid Pedro Ferreras, director del grupo español SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), que responsabilizó a los mecánicos por el fracaso de las gestiones realizadas el fin de semana para evitar el cierre de una compañía que ya debe dos meses de sueldo a sus trabajadores.

Bullrich y Ferreras explicaron que la SEPI iba a pedir en su consejo de administración una capitalización de 350 millones de dólares para Aerolíneas Argentinas, pero la solicitud estaba condicionada al acuerdo de los cinco sindicatos de la empresa aérea, sin excepción.

Rubén Cirielli, representante de APTA, señaló haber rechazado una propuesta que implicaba despidos, la rebaja de salarios y el aumento de las horas de trabajo, aunque no garantizaba que, una vez aceptadas esas condiciones, la empresa se mantendría operativa.

Cirielli comentó que en la negociación en Madrid, de la que participó, el gobierno argentino había aceptado las primeras condiciones, que consistían en la rebaja de impuestos aeroportuarios, la liberalización de servicios de rampa y la flexibilización de normas de seguridad, pero no obtuvo nada a cambio.

«Todavía más, el presidente (Fernando de la Rúa) emitió antes de este viaje un decreto para que las empresas españolas tengan mejores condiciones para participar de un plan de infraestructura que movilizará inversiones por 11.000 millones de dólares, y la ministra no supo usar ese argumento para negociar», aseguró el sindicalista.

Cirielli se refirió así a un decreto que provocó una reacción airada de empresas argentinas de ingreso prioritario en el anunciado plan de infraestructura. La resolución se aprobó el viernes, para que la ministra la presentara en Madrid, y entonces la SEPI cambió su pedido.

También observó que la compañía venezolana Viasa, adquirida por Iberia, como Aerolíneas Argentinas, dio quiebra en 1997 pese a que los sindicatos, en una última apuesta desesperada, habían aceptado resignar condiciones de trabajo para mantener la fuente de empleo.

«A los trabajadores de Viasa también les plantearon la trampa de hacer que se peleen entre ellos», dijo Cirielli, en alusión a las presiones que los otros sindicatos de Aerolíneas Argentina ejercieron sobre los mecánicos para resolver la crisis.

Cirielli, que había viajado a Madrid en primera clase de un vuelo de Aerolíneas junto con la ministra Bullrich, volvió este miércoles en el mismo avión, pero relegado a la clase turista.

Un analista radial especializado en asuntos internacionales, Oscar Cardoso, comentó este miércoles que el caso de Aerolíneas Argentinas es un típico conflicto de la globalización.

«Los trabajadores se movilizan en Argentina en defensa de sus fuentes de empleo, su interlocutor está en España y el Estado argentino mira para otro lado», indicó Cardoso, al hacer la síntesis de un problema que se remonta a la misma venta de Aerolíneas Argentinas, en 1991, cuando gobernaba Carlos Menem (1989-1999).

La compañía, que era rentable y eficiente, fue entregada entonces sin deudas a la española Iberia, de propiedad estatal, en una subasta irregular cuestionada por los sindicatos y por un juez de primera instancia, que había aceptado un recurso de amparo presentado por un legislador.

Pero la Corte Suprema de Justicia, en una medida sin precedentes, pidió el fallo del juez, lo ignoró, prescindió de la Cámara de Apelaciones (segunda instancia) y destrabó la venta en cuestión de horas. El procedimiento se llamó «per saltum» y sólo se usó en ese caso.

Una vez entregada la compañía, Iberia hipotecó la flota para obtener el dinero fresco que le permitiría pagar la compra. Aerolíneas Argentinas, que había sido saneada por el Estado argentino para ponerla a la venta, cargó desde entonces con una deuda de casi 1.000 millones de dólares.

Las noticias siempre fueron malas para los trabajadores y la empresa. De los 34 aviones propios, Aerolíneas conserva uno. El resto los obtiene en alquiler. De los casi 12.000 trabajadores de 1991 quedaron 6.800 y con los sueldos recortados. Se vendieron sedes de la compañía en todo el mundo y simuladores de vuelo y otros bienes.

Aerolíneas renunció también en los últimos años a unas 40 rutas aéreas, entre internacionales y de cabotaje.

La ministra Bullrich reconoció este miércoles una vez más que la de Aerolíneas fue «la peor privatización y la peor administración» de la historia argentina.

Para Flabio Basteiro, del sindicato de trabajadores aeroportuarios, el problema se arrastra hace 10 años y numerosos dirigentes políticos y legisladores fueron cómplices de lo que consideró un «vaciamiento de la empresa». «Lo que pasa hoy es apenas una foto. Hay que ver toda la película», recomendó. (FIN/IPS/mv/ff/lb tr/01

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