Las gestiones del presidente George Bush para que el Congreso de Estados Unidos apruebe la venta condicionada de los modernos aviones F-16 a Chile reabren el debate acerca de una nueva carrera armamentista en América Latina.
El subsecretario (viceministro) de Aviación chileno, Nelson Haddad, dijo este jueves en Santiago que su gobierno está a la espera conocer una propuesta definitiva de Estados Unidos para confirmar la adquisición de los 12 cazabombaderos aprobada en diciembre por el presidente Ricardo Lagos.
La operación, que exigiría a Chile un gasto de 650 millones de dólares, tiene numerosos opositores, tanto en este país como en Estados Unidos, e igualmente de personalidades y grupos internacionales que temen un relanzamiento del armamentismo en América Latina.
El diario estadounidense The New York Times dijo el miércoles que Bush alcanzó un «acuerdo decisivo» con los sendores del opositor Partido Demócrata en el Congreso, para aprobar la venta a Chile de los F-16, que son fabricados por la compañía estadounidense Lockheed Martin.
Los demócratas, que en febrero anunciaron su rechazo a la operación, la aceptarían ahora a condición de que las aeronaves no incluyan en su equipamiento el sistema avanzado de misiles aire- aire de alcance medio ni otros armamentos sofisticados.
Cazabombarderos F-16 equipados con arsenal de alta tecnología fueron empleados en los últimos días en operaciones de ataque y represalia de la Fuerza Aérea de Israel contra objetivos palestinos.
Haddad señaló que el gobierno chileno no recibió aún ninguna propuesta ni información oficial de Bush y que conoce del eventual acuerdo para la entrega condicionada de las naves de guerra sólo por los informes de prensa.
«No corresponde emitir un juicio prematuro en esta materia», dijo.
«Vamos a esperar el desarrollo de las conversaciones entre el Congreso y el presidente de Estados Unidos, y una vez que tengamos en definitiva el mérito completo de su propuesta, analizaremos su contenido y asumiremos las decisiones que más convengan a los intereses del país», puntualizó el viceministro.
La Fuerza Aérea de Chile (FACH) se opondría a la adquisición de los F-16 si éstos no incluyen su armamento de última generación, de acuerdo con anteriores declaraciones de su comandante en jefe, general Patricio Ríos.
Los atributos propios de la nave estadounidense, así como sus armas, fueron decisivos para que en el proceso de selección, iniciado en 1995 bajo la Presidencia en Chile de Eduardo Frei (1994-2000), se prefiriera al F-16 por sobre el Mirage-2000 francés y el JAS-39 Gripen de Suecia.
El interés de la Fuerza Aérea chilena por los sistemas avanzados de misiles aire-aire que incluye el F-16 aumentó aún más hace una semana, ante versiones de que la aviación de guerra peruana habría adquirido cohetes similares de mediano alcance.
El día 17, el ministro de Defensa chileno, Mario Fernández, dijo que de ser cierta esa información, su gobierno respetaría la decisión peruana, «así como los demás países respetan las determinaciones chilenas sobre el tema».
Los viejos conflictos limítrofes con Perú, cerrados en el ámbito político a comienzos de 2000 por Frei y el entonces presidente Alberto Fujimori, parecen persistir en una rivalidad no declarada entre las Fuerzas Armadas de los dos países.
Aunque no está reconocido así en el discurso oficial, se estima que la decisión de renovar la flota de la Fuerza Aérea chilena con F-16 responde a la compra por parte de Perú de modernos MIG-29 de fabricación rusa a fines de la pasada década.
Analistas militares advierten que la existencia en América del Sur de dos fuerzas de aviación equipadas con sistemas de misiles aire-aire de mediano alcance rompería el actual equilibrio en torno a esos equipos bélicos.
La prevista incorporación a la Fuerza Aérea de los F-16, uno de los cazabombarderos más avanzados disponibles en el mercado de armamento, es observada también con recelo en los demás países latinoamericanos.
El ex presidente costarricense Oscar Arias, Premio Nobel de la Paz, fue uno de los primeros en manifestarse públicamente contra la decisión de Lagos de autorizar la compra de estas naves, que estimularía un rebrote de la carrera armamentista en América Latina.
La Fuerza Aérea chilena planificaba originalmente la compra de 20 aviones, pero Frei los redujo a 12 al tiempo que postergaba una decisión, como consecuencia del impacto recesivo de la última crisis financiera internacional, que comenzó en Asia sudoriental en 1997.
Las razones económicas aparecían despejadas en diciembre de 2000, cuando Lagos dio el visto bueno a la opción de la Fuerza Aérea por los F-16, pero hoy están reinstalados serios problemas en la economía, debido en gran parte a la contracción del crecimiento de Estados Unidos.
La Conferencia Episcopal de Chile manifestó indirectamente su rechazo a la compra de los aviones a comienzos de este mes, cuando llamó tanto a los empresarios como a las autoridades gubernamentales a priorizar la creación de puestos de trabajo y contener un desempleo que se aproxima a los dos dígitos.
Los partidos Por la Democracia y Socialista, que integran la principal base de sustentación de Lagos dentro de la coalición gobernante, pidieron también en las últimas semanas que se postergara indefinidamente la adquisición de las controvertidas aeronaves.
El diario El Mercurio inició hace dos días una encuesta en su sitio en Internet, con la pregunta «¿vale la pena que el país gaste 600 millones de dólares en aviones F-16?» Sobre 5.814 respuestas registradas este jueves, 45 por ciento decían sí, 50 por ciento no, y solo cinco por ciento se declaraban indiferentes. (FIN/IPS/ggr/mj/ip/01