SUDESTE ASIATICO: Gobiernos ante el fantasma de la crisis

Malasia y Singapur se preparan para afrontar la reducción de la demanda de sus productos por parte de Estados Unidos y Japón, mientras expertos piensan que la mayor amenaza a largo plazo para la región es el crecimiento de China.

Estados Unidos registra desde mediados del año pasado un enlentecimiento del ritmo de crecimiento de su producto interno bruto (PIB), con tendencia a ingresar en un período de recesión, que se instala desde el punto de vista técnico con dos trimestres sucesivos de disminución del PIB.

En Japón, el PIB creció en promedio uno por ciento anual desde 1992 y hay deflación (caída general del precio de bienes y servicios, no debida a disminución de costos de producción), relacionada con la sobrevaluación de la moneda y con un sistema bancario cargado desde hace una década de deudas incobrables.

Esta semana, el yen se depreció hasta los niveles más bajos en los últimos dos años y medio, y se espera que eso reactive la industria exportadora de Japón, pero el fenómeno implica a la vez una reducción de su demanda de productos de otros países, cuyos precios son ahora mayores para los japoneses.

Durante los últimos años Japón aumentó la importación de productos terminados o componentes provenientes de la región, a menudo producidos por filiales de empresas japonesas instaladas en otros países para reducir costos, así como la contratación de servicios en mercados regionales.

Estados Unidos y Japón compraron en los últimos tiempos casi la mitad de las exportaciones de microprocesadores y otros componentes de computadoras de Malasia y Singapur.

El año pasado, el PIB de Malasia creció 8,5 por ciento, pero se espera que este año crezca menos de siete por ciento.

El PIB de Singapur creció 9,9 por ciento en 2000, pero a comienzos de este año se previó un crecimiento de siete por ciento en 2001, y se espera que la semana próxima se ajuste la previsión a cinco por ciento.

Para contrarrestar los efectos de la caída de la demanda externa, el gobierno malasio hizo público un plan de estímulo al consumo interno cuyo costo para el Estado será 790 millones de dólares.

Ese plan incluye la reducción del aporte de los trabajadores a la seguridad social, la rebaja del costo financiero de compras con tarjeta de crédito, y préstamos en condiciones favorables a empleados públicos para que compren vehículos de fabricación nacional.

El año pasado, las firmas que cotizan en bolsa en Singapur lograron beneficios de 6.300 millones de dólares, pero es probable que no se registre crecimiento de la producción de manufacturas para exportación en el primer cuatrimestre de este año, según Kaan Quan Hon, economista del banco DBS de ese país.

Eso afectará el crecimiento del PIB, ya que la industria manufacturera es responsable de 25 por ciento del mismo, indicó.

Esta semana, la depreciación del yen arrastró a la mayoría de las monedas de la región. El dólar de Singapur cayó a un valor sin precedentes desde 1990, y el baht tailandés a su valor más bajo en tres años.

Sin embargo, los analistas piensan que los países del sudeste asiático aprendieron lecciones importantes de la crisis financiera que sacudió a la región en 1997, con reducción del PIB y del empleo en Corea del Sur, Indonesia y Tailandia, y que las economías de la región ya no son tan vunerables como entonces.

Los ministros de economía no entraron en pánico como en 1997, e intentan evitar tanto la total libertad de los mercados cambiarios como el predominio de la intervención estatal para fijar el precio de las monedas nacionales, mientras observan de cerca el desarrollo de los acontecimientos.

«No esperamos una reiteración de la crisis asiática», dijo esta semana el presidente del Banco Asiático de Desarrollo, Tadao Chino.

Las razones del optimismo son el superávit de las cuentas corrientes nacionales (balances de ingresos y pagos por bienes y servicios), el aumento del comercio regional desde 1997, y situaciones más favorables que las de aquel momento en materia de reservas de divisas y endeudamiento de corto plazo.

En 1997, la cuenta corriente malasia era deficitaria, pero el año pasado mostró un superávit de 16.000 millones de dólares, debido al crecimiento de 16 por ciento de las exportaciones, y en 1999 hubo 19.200 millones de dólares de superávit en la balanza comercial (saldo de la importación y exportación de bienes).

Mientras Malasia y Singapur confían en superar posibles problemas de reducción de la demanda externa, sus vecinos Indonesia y Tailandia afrontan peores perspectivas.

El primer ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, advirtió en un mensaje al país esta semana que se esperan tiempos difíciles.

«Las exportaciones crecen en la actualidad en forma mas lenta que las importaciones, y ambas llevan van rumbo a la colisión. No hemos escapado a la crisis, y por lo tanto será preciso mantener medidas de crisis», advirtió.

La balanza comercial de Tailandia registró en enero un déficit de 282 millones de dólares, su primer resultado negativo en once meses.

El Consejo para la Economía Nacional y el Desarrollo Social, organismo estatal de planificación económica, redujo sus previsiones de crecimiento económico para este año a 3,5 o cuatro por ciento.

En Indonesia, la frágil economía va rumbo a una brusca caída, mientras el presidente Abdurrahman Wahid y el parlamento están enfrascados en una batalla política.

El gobierno indonesio admitió que el crecimiento del PIB este año sólo llegará a dos o tres por ciento, sin alcanzar metas oficiales mucho más ambiciosas.

«Afrontaremos una grave situación si no se cumplen las metas presupuestales para este año», dijo al diario Business Times Amir Sambodo, uno de los principales asesores económicos del gobierno.

El analista económico Karim Raslan sostuvo en el mismo periódico que el crecimiento de China es el factor que implica mayores peligros a largo plazo para la región, y esa opinión es compartida por muchos expertos.

«China siempre fue nuestro competidor económico, y con su actual crecimiento económico de más de ocho por ciento anual, en términos reales, la amenaza que representa para el sudeste asiático se multiplica por dos», explicó.

«En primer lugar, China es el principal polo de atracción para la inversión extranjera directa mundial, y eclipsa incluso a Brasil», indicó.

«En segundo lugar, luego de ocho años consecutivos con crecimiento anual del PIB en torno a siete por ciento, China ha acumulado capacidad de producir en serie y en escala masiva bienes baratos que van a inundar nuestros mercados», agregó.

China ya es un importante competidor para los fabricantes y armadores asiáticos de bienes de consumo baratos, entre ellos productos electrónicos y motocicletas.

En 2000, las exportaciones chinas de esos bienes crecieron más de 25 por ciento, y alcanzaron un valor total de 249.000 millones de dólares. Indonesia fue el país más afectado por la competencia, tanto por la caída de sus exportaciones como por el incremento de sus propias importaciones provenientes de China. (FIN/IPS/tra- eng/ks/js/dc-mp/if/01

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