SALUD: Los virus van al paraíso con la globalización

Las pandemias se acrecientan de la mano de la globalización, que aumentó el flujo comercial y de personas facilitando la circulación de los virus, bacterias y otros microorganismos patógenos.

La Organización Mundial de Salud (OMS) señala que tan sólo seis enfermedades infecciosas, como sida, sarampión, diarrea, malaria, neumonía y tuberculosis, causan la muerte de 13 millones de personas al año, pese a que para algunas de ellas existen vacunas o tratamientos preventivos.

Por ejemplo, el sarampión puede ser combatido con vacunas eficaces y para la diarrea existen métodos de prevención y tratamiento sencillos y baratos.

El director de la OMS para enfermedades contagiosas, David Heymann, dijo esta semana al diario Folha de Sao Paulo, que el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la malaria, la neumonía y la tuberculosis se diseminan por la intensa circulación de las personas y el uso inadecuado de medicamentos.

La rapidez del sida en hacerse pandemia fue consecuencia del enorme flujo internacional de migraciones y de viajes turísticos.

El virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, contaminó a 36 millones de personas en todo el mundo en menos de 20 años, pese a que sólo se transmite por el semen y la sangre.

Más rápidos aún son los virus y bacterias que se diseminan a través de mosquitos o el aire, o por la ropa o zapatos de las personas.

En ese marco, los países en desarrollo concentran la mayoría de los microorganismos peligrosos, muchos de los cuales fueron «importados» por los colonizadores europeos en el pasado.

La identificación del tipo tres del virus del dengue en Río de Janeiro hace dos semanas alarmó a las autoridades sanitarias brasileñas, porque representa la amenaza de una epidemia de la forma hemorrágica de la enfermedad, con su cadena de muertes.

El dengue es una enfermedad transmitida por por el mosquito Aedes Aegypti, que habita en climas tropicales y templados y coloca sus larvas en recipientes con agua estancada, las cuales pueden sobrevivir hasta seis meses.

El tipo hemorrágico suele ocurrir cuando una persona se enferma una segunda o tercera vez. Eso exige el contagio por otro tipo de virus, ya que desarrolló anticuerpos contra el primero.

Así, la presencia de la tercera variedad de virus puede provocar el recrudecimiento de la epidemia, con hemorragias y la consecuente mortalidad para los que ya contrajeron el dengue del tipo uno o dos.

El tipo tres sólo fue observado en Ecuador y Venezuela, entre los países de América del Sur, pero puede haber venido de otras partes, como América Central o Indonesia, observó Rogerio Valls, médico infectologista del hospital Evandro Chagas, de Río de Janeiro.

Hay cuatro tipos conocidos del virus causante del dengue y todos están presentes en Venezuela, que por eso tiene el más alto índice de la forma hemorrágica, explicó Valls.

El especialista advirtió que, como los virus no respetan fronteras, es posible que también el cuarto tipo pronto esté en Brasil, donde numerosas ciudades brasileñas tienen gran cantidad del mosquito transmisor.

Sólo basta la llegada de un viajero contaminado para iniciar un brote epidémico, agregó.

Pero los países del Sur en desarrollo también tienen mucho para perder en el campo económico, además de la vulnerabilidad en la salud humana, debido al rebrote y expansión de enfermedades en animales y vegetales.

La globalización amplió la posibilidad de migración de enfermedades típicas del subdesarrollo. Es el caso de la fiebre aftosa, que no se registraba en Europa hace décadas y por eso encontró un ganado más vulnerable, menos resistente al virus.

También hay estudios que prevén brotes de malaria en Gran Bretaña a partir de 2010, según Pedro Vasconcelos, virólogo del Instituto Evandro Chagas, en Belém, una gran ciudad de la Amazonia, en el norte de Brasil.

Los productos primarios y agrícolas constituyen las principales exportaciones de América Latina, hoy afectadas, por ejemplo, por la fiebre aftosa en el ganado de algunos países.

Esta enfermedad, que muy rara vez ataca a los seres humanos, afecta a los animales de pezuña hendida, como el ganado bovino, ovino, caprinos y porcino, o animales salvajes como ciervos, renos, jabalíes, búfalos, elefantes y jirafas.

La fiebre, que provoca llagas en boca y patas, persiste entre 15 y 20 días, y si bien los animales adultos pueden sobrevivir, ya no recuperan su plena capacidad de producción de carne y leche.

Por eso ha sido calificada de enfermedad «comercial» del ganado, pues cierra las puertas de los mercados a la carne y las reses de las regiones afectadas.

La matanza generalizada de vacunos, puercos y ovejas en Gran Bretaña, la ocupación militar de fronteras y embargos a la importación de alimentos hacen parte de la guerra contra la aftosa, de éxito incierto, pero que trastorna el comercio internacional.

El brote de aftosa en Argentina, reconocido por el gobierno con retraso de por lo menos ocho meses, condujo Brasil a movilizar militares para controlar la frontera.

También anunció la suspensión de la importación de productos vegetales del país vecino a partir de este mes, por temor al ingreso del virus adherido a las cargas.

El golpe a las exportaciones argentinas, aplicado con rigor y sin la flexibilidad luego adoptada, podría haber afectado severamente a las relaciones entre los dos países más grandes del Mercado Común del Sur (Mercosur), también conformado por Paraguay y Uruguay.

«Es insólito que se considere susceptible al contagio por la fiebre aftosa la cebolla argentina, ironizó el ex presidente brasileño, José Sarney, lamentando el daño al Mercosur, que ayudó a crear promoviendo un acercamiento con Argentina hace 15 años.

Sin embargo, también el gobierno de Indonesia acaba de anunciar la prohibición de importar maíz y soja de países donde se registraron brotes de la enfermedad ganadera. Otros países adoptaron medidas similares en relación a otros productos.

Todo eso comprueba que a la reducción de aranceles en el comercio internacional le sigue un aumento de las barreras sanitarias, porque la expansión de los flujos comerciales y el turismo elevan el riesgo de diseminación de enfermedades no sólo animales, como humanas y vegetales.

Las epidemias castigan principalmente los países en desarrollo, con débiles sistemas de saneamento y salud, pero como son mercados pobres, la industria farmacéutica no tiene interés en desarrollar vacunas y medicamentos adecuados, aunque mueran muchos millones de malaria cada año, por ejemplo.

Además de las enfermedades conocidas, los países con extensas áreas despobladas, pueden ser fuentes de muchas otras. En la Amazonia brasileña, por ejemplo, se identificaron 190 nuevos tipos de virus transmitidos por insectos y ya se sabe que 34 enferman seres humanos, advirtió Vasconcelos. (FIN/IPS/mo/dm/he/01

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