POBLACION-EEUU: Censo confirma gran diversidad étnica

Estados Unidos se está transformando rápidamente en una nación de muchos colores, según los resultados preliminares del censo nacional 2000, publicados esta semana.

Según el censo de población realizado el año pasado, 31 por ciento de la población total de Estados Unidos es «no blanca», es decir, conformada por afroestadounidenses, hispanos, asiáticos y del Pacífico, indígenas estadounidenses y de Alaska, entre otras minorías raciales.

Dos generaciones atrás, la mayoría de los estadounidenses percibían la división racial en términos monocromáticos: blancos contra negros. En ella se basó, desde 1950, la larga lucha del pueblo afroestadounidense por terminar con el sistema legal segregacionista en el sur del país.

Desde 1619, «blancura» y «negritud» constituyeron el paradigma central sobre el cual se construyó la jerarquía social opresora de Estados Unidos.

El censo 2000 señala un cambio fundamental en aquel paradigma «negro-blanco» del racismo tradicional. El porcentaje de hispanos — que no se identifican a sí mismos con un origen racial específico— es de 12,5 por ciento, algo mayor que el de la población negra, de 12,1 por ciento.

Por otra parte, los estadounidenses de origen asiático o del Pacífico suman 3,6 por ciento de la población, pero son la minoría que crece más rápidamente. Si se mantiene el ritmo actual de crecimiento, en 20 años vivirán en Estados Unidos entre 20 y 24 millones de asiáticos.

Pero el crecimiento estadístico más sorprendente es el de los estadounidenses «multirraciales», aquellos que se identifican a sí mismos como pertenecientes a dos o más grupos raciales. Siete millones de ciudadanos, es decir 1,6 por ciento del total, se calificaron como multirraciales en el censo 2000.

Entre los negros de 17 años o menores, hay cuatro veces más personas que se identifican como multirraciales que entre los negros de 50 años o más.

Actualmente, 10 por ciento de los hombres negros se casan con mujeres blancas, y un tercio de los hispanos se casan con no hispanos. Hay más de 8.000 estadounidenses que aseguran pertenecer a cinco grupos raciales.

Esta proliferación de identidades étnicas y raciales tiene implicaciones profundas en la visión política tradicional de las comunidades afroestadounidenses.

En el libro «Beyond Black and White» (Más allá de lo blanco y lo negro), editado en 1995, el autor de este artículo predijo que muy pronto el movimiento político negro debería negociar nuevos principios para la construcción de coaliciones y la defensa de los derechos civiles, especialmente con los asiáticos e hispanos.

Ese tiempo ha llegado. La postura tradicional de los negros para abordar una política multicultural se basa en una visión exclusivamente negra, que se niega a reconocer que uno de cada seis estadounidenses habla en su casa una lengua distinta al inglés.

Esta postura carece de la flexibilidad necesaria para construir otro tipo de movimientos multiculturales de protesta.

Si bien dentro de la población «hispana» existe una enorme diversidad cultural y política, en poco tiempo la población negra de los centros urbanos se convertirá en «minoría» dentro de vecindarios predominantemente hispanos.

La obstinación por mantener una visión política racial no cambiará la realidad demográfica. En cambio, es posible construir una nueva democracia multicultural a través de una valoración diferente de la historia.

De hecho, todo diálogo político entre negros y asiáticos en Estados Unidos debería partir de la cercanía histórica de las civilizaciones asiática y africana.

Los historiadores probaron hace tiempo los antiguos lazos comerciales entre China y el este de Africa a través del océano Indico. El Islam creó una comunidad religiosa trasnacional que se extendió desde Nigeria hasta Indonesia.

También hubo profundos vínculos entre asiáticos y africanos durante el desarrollo de las sociedades americanas y caribeñas.

Quince millones de africanos fueron trasladados como esclavos al hemisferio occidental entre los años 1550 y 1870.

Sus descendientes, que trabajaron en plantaciones de caña de azúcar desde Bahía, en Brasil, hasta Georgia y Carolina del Sur, en Estados Unidos, construyeron culturas, tradiciones y sociedades basadas en su pasado africano, pero que también reflejaban nuevas realidades materiales y sociales.

Por otra parte, el colonialismo e imperialismo europeo fue responsable de las migraciones coercitivas de los culis — trabajadores chinos e indios— hacia Africa, el Caribe y las Américas.

Tal como observó en sus estudios étnicos la académica Lisa Yuri, los mismos barcos que se usaban para trasladar esclavos africanos a través del Atlántico se emplearon más tarde para llevar la fuerza de trabajo culi a través del Pacífico.

Los escritos revolucionarios del líder comunista vietnamita Ho Chi Min se hicieron eco del famoso ensayo de W.E.B. DuBois de 1915, «Las raíces africanas de la guerra», que probó que el imperialismo y colonialismo europeo fue la principal razón de la primera guerra mundial.

La desobediencia civil no violenta y la filosofía de la «satyagraha» o fuerza del alma de Mahatma Gandhi fue aplicada para luchar contra el racismo en Sudáfrica, y luego Martin Luther King adaptó esa estrategia a las condiciones del sur de Estados Unidos.

Luego de la segunda guerra mundial, el proyecto político del Tercer Mundo no alineado se basó esencialmente en la colaboración asiático-africana, reuniendo a Sukarno, de Indonesia, con Jawaharlal Nehru, de India, Kwame N'Krumah, de Ghana, y Gamal Nasser, de Egipto.

Tanto Malcolm X como más tarde Muhammad Alí —si bien en sentidos diferentes— se convirtieron en héroes en los mundos afro- asiático y musulmán.

La lucha contra el colonialismo francés vinculó a Vietnam con Argelia y a ambos con la revolución haitiana del siglo XVIII de Toussiant L'Ouverture.

Es, por tanto, el momento de concebir el concepto «política negra» en un contexto verdaderamente global. Es cierto que existen contradicciones y diferencias entre negros, asiáticos y latinos. Pero en cualquier estrategia política, la tarea central de los oprimidos es «unir a muchos para derrotar a pocos». (FIN/IPS/tra- en/mm/da/dc/mlm/pr-hd/01) —— * Manning Marable es profesor de Historia y Ciencia Política y director del Instituto de Investigación en Estudios Africanos- Americanos de la Universidad de Columbia, Estados Unidos

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