PERU: García, favorecido por amnesia o por amnistía

Los analistas peruanos se preguntan si el inesperado renacer político del ex presidente Alan García, que el mes próximo intentará ganar un nuevo mandato, responde a un movimiento pendular de la opinión pública, que devolvería a los partidos tradicionales el vigor perdido en los 10 años de gobierno de Alberto Fujimori.

La votación lograda por García el último domingo, que le aseguró el pase a la segunda y definitiva vuelta electoral, se debió a «amnesia colectiva», o a la pública voluntad de concederle una suerte de «amnistía», comentó el Enrique Bernales, ex relato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Dos partidos tradicionales, el socialdemócrata Apra, de García, y el Popular Cristiano (conservador), de Lourdes Flores, que en la década anterior obtuvieron votaciones menores a cinco por ciento, sumaron el domingo casi 50 por ciento.

El candidato más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales fue un independiente, Alejandro Toledo, que también es todavía el favorito para la segunda ronda.

Pero el apoyo obtenido por García y Flores parece debilitar la tendencia al «sin partidismo» que prevaleció desde 1990, cuando el entonces casi desconocido Fujimori derrotó a otro aspirante sin militancia política orgánica, el escritor Mario Vargas Llosa.

Los sondeos de opinión evidenciaban que los votantes consideraban a los partidos políticos maquinarias oportunistas y ávidas de poder, y el resultado fue la promoción de personalidades independientes.

Para lograr su reelección, Fujimori debió superar en 1995 a otro candidato independiente, el ex secretario general de la ONU Javier Pérez de Cuéllar, actualmente primer ministro en el gobierno provisorio de Valentín Paniagua.

En cambio, los independientes no habían tenido casi lugar en los comicios de 1985, ganados por García, cuando el centroizquierda y la izquierda reunieron 85 de los votos válidos y la derecha el resto.

En 1990, simultáneamente con el denominado «el ocaso de las ideologías», y como consecuencia del desastre económico al que condujo la gestión de García, el electorado peruano castigó a las organizaciones tradicionales y dio su respaldo a candidatos sin filiación partidaria.

Cinco años después, los partidos tradicionales desaparecieron virtualmente del escenario político. En las elecciones de 2000, plagadas de denuncias de irregularidades, la oposición a Fujimori se agrupó en torno de Toledo, otro candidato libre de compromisos con los partidos.

Fujimori obtuvo el año pasado su segunda reelección, pero fue destituido en noviembre en medio de los escándalos de corrupción que tuvieron de figura central al jefe de inteligencia Vladimiro Montesinos.

Los comicios del domingo último fueron convocados para reemplazar al exiliado Fujimori y a los parlamentarios elegidos durante su régimen, y Toledo, del movimiento Perú Posible, logró 36,58 por ciento de los votos, frente a 25,83 de García y 24,08 de Flores.

García sólo lograba una intención de voto de cinco por ciento en enero, cuando volvió a Perú de un exilio de ocho años, y 80 por ciento de los elctores lo rechazaban, según las encuestas de entonces.

Ahora se considera que García, cuyo potencial electoral está en constante aumento, podría imponerse a Toledo en la segunda rueda, en mayo, gracias al aguardado apoyo de votantes de Flores, que ha quedado excluida de la instancia final, a la captación de indecisos y a la declinación perceptible del favorito.

«García era un político desprestigiado, no sólo por la debacle económica en la que acabó su gobierno, con una inflación de 7.000 por ciento, por acusaciones de enriquecimiento ilícito y porque tiene un juicio por violación de los derechos humanos», señaló el periodista Lino Montes.

«Por lo que se ve, García fue beneficiado por la gran corrupción que se descubrió en el entorno de Fujimori, que convirtió las acusaciones contra García como pecados menores a los ojos del electorado», dijo Emilio Althaus, entrevistador político de la televisión de Lima.

«Pero eso no explica que más de 25 por ciento de los electores hayan optado» por el ex presidente, «pues podrían haber apoyado a cualquier otro», que no arrastrara descrédito.

«Tenemos que establecer si estamos frente a una manifestación de amnesia colectiva o frente a una voluntad de amnistía», replicó el sociólogo Bernales.

Los hechos demuestran que, en lo relativo a García, muchos votantes «están dispuestos a pasar por alto su pésima gestión administrativa, de la que nadie duda, y las acusaciones de violación de derechos y enriquecimiento ilícito», agregó.

La socióloga Imelda Vega, autora de un ensayo sobre la ideología del Partido Aprista, tiene una respuesta al interrogante planteado por Bernales.

«La forma como concluyó su largo mandato presidencial Alberto Fujimori, destituido en noviembre del año pasado y actualmente fugitivo de la justicia, ha generado en los electores una extrema desconfianza en los personajes sin ideología definida y sin el freno de las organizaciones partidarias», señaló Vega.

García ganó la Presidencia a los 36 años, en 1985, un objetivo supremo que nunca pudo lograr su mentor, Víctor Raúl Haya de la Torre, fundador en 1924 del Apra, el partido con mayor cantidad de afiliados y mejor organizado del país.

Levantando banderas contra el poder financiero transnacional, limtió los pagos de la deuda externa a 10 por ciento de los ingresos por exportaciones y puso en práctica una política económica expansiva y de subsidios al consumo que supuestamente promovería el desarrollo social.

El programa fracasó estrepitosamente, Perú perdió el crédito externo, los subsidios al consumo se tragaron las reservas internacionales y la inflación se volvió intolerable.

Ahora, casi 15 años después, García asegura que ha aprendido la lección, y no sólo por sus reflexiones sobre su propia experiencia.

En efecto, en Francia, donde estuvo exiliado, presenció el viraje impuesto al gobierno por el entonces presidente François Mitterrand (1981-1995), que luego de una etapa inicial de radicalismo, otorgó prioridad a la estabilidad y el orden fiscal.

«He discutido ampliamente con Mitterrand y con otros políticos y estadistas europeos que proponen la 'tercera vía» entre el socialismo y el liberalismo, propuesta especialmente por el primer ministro británico Tony Blair y a la que García dice afiliarse.

«El pueblo y los empresarios peruanos, así como la comunidad financiera internacional, pueden estar seguros que no incurriré en ninguna política extremista», aseguró el ex presidente. (FIN/IPS/al/ff/ip/01

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