PERU: Difícil gobernabilidad en confuso escenario

El economista Alejandro Toledo es el candidato que tiene mayores posibilidad de ganar las elecciones presidenciales en Perú, pero las encuestas también indican que carecerá de mayoría parlamentaria para dirigir el país.

Mientras la población atiende la evolución de la campaña, antes de la primera vuelta electoral de este domingo, los analistas y políticos revisan las condiciones de gobernabilidad de este país a partir del 28 de julio, cuando un nuevo gobierno y un nuevo parlamento asuman sus funciones.

Ante la seguridad de que el próximo presidente no contará con mayoría parlamentaria propia, los observadores coinciden en que se hace imprescindible la formación de alianzas u acuerdos que posibiliten la gobernabilidad.

Además del presidente y sus dos vicepresidentes, los casi 15 millones de electores peruanos deberán elegir el 8 de abril, en una sola vuelta, los 120 miembros del Congreso legislativo, que representarán a 25 departamentos.

El sistema de distrito electoral múltiple, según el cual cada departamento tiene un número de representantes de acuerdo con su población, es ventajoso para los partidos y frentes más grandes y virtualmente elimina los más pequeños.

Las encuestas pronostican que el partido Perú Posible que lidera Toledo contará con el principal bloque del Congreso, entre 40 y 46 representantes, pero esa proporción no alcanza para que obtenga mayoría propia.

El Partido Aprista Peruano de Alan García tendrá entre 24 y 26 representantes, la coalición Unidad Nacional, de la candidata Lourdes Flores, de 18 a 22, el Frente Independiente Moralizador hasta 12, y los antiguos simpatizantes del ex presidente Alberto Fujimori, divididos en dos partidos, hasta seis.

Todos los partidos opositores a Fujimori firmaron en noviembre de 1999 el Acuerdo de Gobernabilidad, pero se trata, según analistas, de un compromiso muy laxo y genérico, y, además, su aplicación se dificulta por el encono de la contienda electoral.

El Acuerdo de Gobernabilidad es «un inventario de buenos propósitos y metas obvias, una retahíla de lugares comunes que no incluyen aspecto definitorios en política, como los métodos para alcanzar dichas metas», señaló César Hildebrandt, director del matutino Liberación.

«En consecuencia, (…) servirá de poco mientras se mantenga dentro de esas carácterísticas», concluyó Hildebrandt.

Toledo, que respalda su campaña en su condición de indígena, tiene 80 por ciento de posibilidades de ser elegido presidente de Perú en la primera vuelta de las elecciones generales del domingo 8 de abril, según Manuel Torrado, director de la empresa encuestadora Datum.

Las últimas encuestas prevén un elevado número de votos en blanco o anulados. Por eso, Torrado y otros expertos calcularon que Toledo necesitaría sólo el apoyo en las urnas de 42 por ciento de los ciudadanos inscriptos para alcanzar 50 por ciento de los votos válidos necesarios para ganar en la primera vuelta.

En Perú se consideran votos válidos los que contengan un pronunciamiento por presidente o por congresistas. De ese modo, los votos en blanco para ambas opciones son contabilizados entre los votos anulados.

Toledo encabeza la última encuesta de la consultora IMA Estudios de Marketing, con 37,3 por ciento de las intenciones de voto.

Por el derecho a disputar la segunda ronda compiten Flores, líder del Partido Popular Cristiano y al frente de la coalición Unidad Nacional, que contaba con 23,9 por ciento de las intenciones de voto, según las encuestas, y el ex presidente García, con 20,5 por ciento.

En los últimos días, la tendencia marcada por los sondeos era a un estancamiento de Flores luego de un gran avance entre febrero y las primeras semanas de marzo y a un repunte de García, lo cual hace impredecible el resultado.

Si bien el cargado populismo de los discursos no permite ver con claridad el paisaje ideológico, Toledo, un economista egresado de la universidad estadounidense de Stanford que trabajó en la de Harvard y en el Banco Mundial, es considerado un liberal defensor de la economía de mercado.

Mientras, Flores representa el modelo de economía social de mercado propio del socialcristianismo y García la línea socialdemócrata.

La definición del segundo lugar es la principal incógnita de la primera ronda, porque el resultado comprometería en cierta medida las posibilidades de Toledo de imponerse, así como el tono del debate rumbo a la segunda ronda.

Torrado y el también investigador social Alfredo Torres, de la encuestadora Apoyo, suponen que si Toledo compite con Flores se agudiza su discurso populista, con alusiones de creación de empleos, aumento de salarios y reducción de impuestos.

En cambio, si se enfrenta con García, mostrará su propuesta económica liberal, con énfasis en el equilibrio fiscal y la captación de inversiones extranjeras.

«Toledo no suele mantener uniformidad en sus exposiciones sino que se caracteriza por adecuarlas a las distintos interlocutores, adversarios o circunstancias», opinó al respecto el sociólogo Flavio Solórzano.

García logró remontar su impopularidad. En enero, contaba con apenas 10 por ciento de respaldo como consecuencia de la grave crisis económica y la inflación de 7.000 por ciento anual al final de su gobierno (1985-1990), así como por las acusaciones de enriquecimiento ilícito en su contra.

Flores genera, según los expertos, menos anticuerpos en la opinión pública. Pero sus adversarios destacan el hecho de que los antiguos fujimoristas están dispuestos a votar por ella antes que por Toledo.

En teoría, la suma de los votos de los adversarios de Toledo en la segunda ronda alcanzaría para derrotar al favorito, pero los expertos no consideran posible que todos los votantes de García apoyen a Flores y viceversa.

Torrado sostuvo que «si Toledo compite en la segunda vuelta con García, sus posibilidades de imponerse ascienden a 90 por ciento, porque es alto el porcentaje de electores que en ningún caso votarían por él».

El responsable de Datum consideró que, enfrentado con Flores, las posibilidades de que Toledo gane en la segunda vuelta son un poco menores, «diríamos un 80 por ciento, porque habría una mayor cantidad de simpatizantes de los otros candidatos a votar por ella». (FIN/IPS/al/mj/ip/01

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