ECONOMIA-AMERICA LATINA: Segunda ola de expansión transnacional

La creciente expansión de las transnacionales en América Latina entra en una segunda ola, en que las compañías no dejan de tomar en cuenta esta región al diseñar sus estrategias mundiales, informó hoy la Cepal en la capital de Chile.

Las grandes corporaciones superan así su primera fase de implantación de los años 80 y 90, que descansó en la privatización de empresas estatales, dijo Michael Mortimer, jefe de la Unidad de Inversiones y Estrategias Empresariales de Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

El frente emblemático de esta segunda ola es el de las telecomunicaciones, que presenta el mayor dinamismo inversionista en el sector de los servicios, donde los flujos de capitales y las fusiones y adquisiciones han convertido a Telefónica de España en la transnacional con mayor presencia en la región.

Los flujos de inversión extranjera directa (IED) hacia las economías latinoamericanas y caribeñas ascendieron en 2000 a 74.000 millones de dólares, según el informe sobre la inversión extranjera en 2000 presentado este miércoles por la Cepal.

Eso representa una disminución de más de 20 por ciento respecto de los 93.000 millones que ingresaron en 1999, señaló el secretario ejecutivo de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas, José Antonio Ocampo, en la presentación del informe.

América Latina y el Caribe mantienen una posición secundaria en el ámbito de la IED hacia los países en desarrollo, que llegó a 190.000 millones de dólares el último año.

Más de 100.000 millones de dólares se concentraron en el «Asia en desarrollo», y sobre todo en China, que recibió 70 por ciento de esa cifra considerando también la IED en Hong Kong.

La IED total en el mundo en 2000 fue de 1,1 billones de dólares, y tuvo un incremento de 14 por ciento con relación a 1999.

Del total mundial, 900.000 millones tuvieron como destinatarios a los países industrializados, en primer lugar a Estados Unidos y Alemania, seguidos por Gran Bretaña, Bélgica, Francia y Holanda.

En los tres últimos años la inversión se ha vuelto a concentrar en las economías industrializadas, con más emprendimientos internos, basados sobre todo en el auge de las operaciones de fusión y adquisición de empresas, dijo Ocampo.

La inversión hacia el mundo en desarrollo se mantuvo prácticamente estable entre 1999 y 2000, explicándose el retroceso de América Latina y el Caribe por la recuperación de Asia, que comenzó a salir de la crisis recesiva con una acentuada caída de la IED en 1998 y 1999, agregó el economista colombiano.

El secretario ejecutivo de Cepal apuntó que resultará difícil para la región repetir el buen desempeño en la atracción de IED de 1999, no obstante lo cual el flujo actual de capitales es muy superior al de comienzos de la década del 90.

En el periodo 1990-1994, el promedio anual de inversión externa en América Latina y el Caribe fue de 18.162 millones de dólares, mientras que en 1995-1999 se elevó a 64.126 millones, según el informe.

En términos absolutos, Brasil y México, las dos mayores economías de la región, continúan siendo los mayores receptores de IED, con ingresos estimados en 2000 de 30.250 millones y 12.950 millones de dólares, respectivamente.

La relación entre el producto interno bruto (PIB) y la IED fue de 3,3 por ciento en la región en 1995-99. Chile tuvo el mejor registro, con 7,6 por ciento, mientras en Argentina fue de 3,6 y en Brasil y en México de 2,8 por ciento.

Para América Central y el Caribe, la IED representó 4,1 por ciento del PIB en el periodo.

Uno de los rasgos más determinantes de la inversión externa es el creciente proceso de transnacionalización de las economías latinoamericanas, con una presencia cada vez mayor de las grandes corporaciones en perjuicio de las firmas privadas locales y, sobre todo, de las empresas estatales.

En 1990-1992, de las ventas de las 500 mayores empresas de la región correspondió 27,4 por ciento a compañías extranjeras, 39,4 a privadas nacionales y 33,2 por ciento a estatales.

En 1998-1999 los índices son de 43,7 por ciento para las empresas extranjeras, 37,2 por ciento de las privadas nacionales y solo 19,1 por ciento para empresas del Estado.

Mortimer destacó que entre las 200 mayores empresas exportadoras de la región, 43,2 por ciento de las ventas externas en 1998-1999 correspondieron a transnacionales, 32,7 por ciento a compañías privadas locales y 24,1 por ciento a estatales.

Estas cifras muestran que el sector estatal, pese a su desmantelamiento en América Latina y el Caribe, mantiene aún presencia en sectores primarios de alta capacidad exportadora, como el petróleo en Venezuela y el cobre en Chile.

De acuerdo con el informe de Cepal, la inversión extranjera fluyó hacia América Latina y el Caribe en la década del 90 en pos de eficiencia, y encontró nichos propicios en el sector manufacturero, como el sector automotor en México, y el electrónico y la confección de ropa tanto en México como en la Cuenca del Caribe.

Una segunda estrategia de búsqueda de materias primas se tradujo en inversiones en petróleo y gas en Venezuela, Colombia y Argentina, y en el sector minero de Chile, Argentina y Perú.

La tercera estrategia fue la búsqueda de acceso a mercados tanto nacionales como regionales, con inversiones en el sector automotor del Mercado Común del Sur, en la industria química de Brasil, en la agroindustria de Argentina, Brasil y México, y en la producción de cemento en Colombia, República Dominicana y Venezuela.

En esta misma estrategia se inscribieron inversiones en el sector de servicios, como las financieras en Brasil, México, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia y Perú, en telecomunicaciones en Brasil, Argentina, Chile y Perú y en el comercio minorista en Brasil, Argentina, México y Chile.

Siempre en el área de los servicios se consignó en la pasada década la expansión de las transnacionales en la producción y distribución de energía eléctrica en Colombia, Brasil, Chile, Argentina y América Central, como asimismo en la distribución de gas en Argentina, Chile y Colombia y en la industria turística de México y la Cuenca del Caribe.

El informe, que en años anteriores incluyó estudios especiales de las industrias automotriz y de confecciones, analiza este año la presencia de la IED en las telecomunicaciones.

Al respecto, Mortimer señaló que en los años 90 comenzaron sus operaciones en la región empresas estatales europeas (de España, Italia y Francia) que aprovecharon las privatizaciones de compañías estatales y que concentraron inicialmente esfuerzos en telefonía fija para extenderse a otros segmentos en la segunda mitad de la década.

El experto señaló que hoy se observan indicios de una segunda ola de presencia de las transnacionales de la telecomunicación, con el ingreso de empresas globalizadoras, como Verizon/Vodafone y Telecom Américas, estructuradas a través de fusiones en países industrializados.

Se trata, señala el informe, de «corporaciones que diseñan e implementan estrategias mundiales que, en un momento dado, las llevan a invertir en América Latina» y cuya presencia aquí podría cambiar la industria de las telecomunicaciones.

El informe hace una evaluación crítica de la primera ola de privatización de las telecomunicaciones, que redundó en conductas monopólicas y en un desarrollo tecnológico por debajo de sus potencialidades, y advierte que esta segunda ola plantea un «desafío regulatorio» a los gobiernos latinoamericanos para superar esa experiencia. (FIN/IPS/ggr/mj/if dv/01

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