DERECHOS HUMANOS-SUDAN: Obispos de EEUU piden intervención

Un grupo de obispos estadounidenses reclamaron al gobierno de Estados Unidos que intervenga rápidamente en Sudán para poner fin al sufrimiento y la guerra en el país más grande de Africa.

El reclamo se suma a duras declaraciones de líderes de derechos civiles de Estados Unidos que constataron la práctica de la esclavitud promovida por el gobierno sudanés.

Una delegación de ocho funcionarios gubernamentales y obispos católicos de Estados Unidos concluyó esta semana una misión de observación en Sudán y declaró que Washington debería «tomar enérgicas medidas para conseguir una paz justa y definitiva» en la guerra que azota al país africano.

«La paz en Sudán no puede permanecer olvidada por la comunidad internacional», dijo ante la prensa en la capital de Kenia el obispo John Ricard, presidente de los Servicios de Ayuda Católica de Estados Unidos (CRS) y jefe de la delegación.

«El juicio de la historia lo determinarán el valor y la convicción de la comunidad internacional para dar pasos enérgicos que pongan fin a esta cruel guerra», declaró Ricard.

Sin embargo, los integrantes de la delegación no aclararon el alcance de la intervención solicitada al gobierno estadounidense y a la comunidad internacional.

La guerra civil en Sudán lleva 18 años, ha causado dos millones de muertos y desplazado a cuatro millones de personas. Según versiones extraoficiales, el gobierno islámico de Jartum gasta cinco millones de dólares diarios en su lucha contra los grupos rebeldes del sur del país.

Las divisiones entre el norte y el sur tienen sus raíces en la administración colonial británico-egipcia, que no solamente rigió al sur como una entidad separada del norte, sino que favoreció el desarrollo de éste a expensas del sur.

El enfrentamiento se debe también a conflictos religiosos. En la región norte de Sudán los habitantes, en su mayoría de origen árabe, profesan la religión musulmana, mientras en el sur, de mayoría negra, predominan los cultos tradicionales africanos (animistas) y existen comunidades cristianas.

El conflicto actual estalló en 1983, cuando el gobierno de Gaafar Nimeiry traicionó los compromisos del acuerdo de paz alcanzado en 1972 —que daba al sur autonomía administrativa— e impuso la ley islámica o sharia en todo el territorio.

Jartum es acusado de dar apoyo y armas a grupos paramilitares árabes que secuestran y esclavizan a africanos negros del sur. Según el CRS, en el norte de Sudán hay unos 100.000 esclavos negros capturados en villas y poblados del sur.

El reverendo Walter Fauntroy, del Grupo de Congresistas Negros de Estados Unidos, y el locutor de radio Joe Madison integraron otra misión de observación, a fines de marzo, y presenciaron la liberación clandestina de 2.953 esclavos bajo el patrocinio de la organización Solidaridad Cristiana Internacional.

Ambos dirigentes dijeron que los liberados dieron claras pruebas que muestran la existencia de un modelo de ejecuciones, violaciones colectivas, mutilaciones genitales femeninas, golpizas, amenazas de muerte, insultos raciales y conversiones forzadas al Islam.

«Estos crímenes intolerables deben detenerse ya», exhortó Madison. «Estamos totalmente decididos a movilizar a la familia de líderes negros y a toda la comunidad negra estadounidense para obligar al gobierno de Sudán a que detenga estas atrocidades contra inocentes civiles africanos negros».

Por otra parte, en su declaración pública los obispos estadounidenses reclamaron a las empresas trasnacionales que explotan y venden el petróleo de Sudán que «reconozcan el impacto de esas actividades en la escalada de la guerra».

Los religiosos afirmaron que Jartum no solo viola los derechos humanos y las libertades políticas del pueblo sudanés, sino que también ordena bombardeos aéreos indiscriminados para aterrorizar a los civiles en el sur del territorio.

«Está claro que el gobierno es el principal responsable por la continuación de la guerra», declaró Ricard. «La misma obedece al intento gubernamental de crear por la fuerza un país árabe y un estado islámico».

Varios dirigentes de la región manifestaron su preocupación por el agravamiento de la guerra en Sudán. El presidente de Kenia, Daniel Arap Moi, viajó la semana pasada a Jartum para persuadir al presidente sudanés Omar Al Bashir de la necesidad de acelerar el proceso de paz.

Moi preside la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, encargada de la mediación de paz en el país del noreste africano. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/dc/aq/ip/01

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