COLOMBIA: Feria del Libro convoca a volver a la lectura

La XIV Feria Internacional del Libro se inaugurará este sábado en la capital de Colombia, país donde el hábito de lectura en la última década descendió en promedio anual de 3,4 a 2,4 libros por persona.

La feria es auspiciada por los ministerios de Educación y de Cultura, por la Cámara Colombiana del Libro, la Fundación para el Fomento de la Lectura (Fundalectura) y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe.

Estas instituciones, en preparación de la muestra, organizaron encuentros académicos con editores, impresores y comerciantes, además de promover la realización de la Encuesta Nacional de Hábitos de Lectura.

Ese estudio, que abarcó 20.000 hogares, señala la existencia de sólo 5,8 millones de lectores entre las 13 millones de personas que habitan 11 de las 32 capitales departamentales del país, incluida Bogotá.

Los datos sobre la cantidad de libros leídos, maneras de acceso a ellos, temáticas predilectas y otros aspectos fueron recogidos en forma simultánea a la última encuesta nacional de hogares realizada por el estatal Departamento Nacional de Estadísticas.

El bajo índice de lectura de los colombianos contrasta con el crecimiento de la industria editorial de este país, segundo exportador de libros e impresos en América Latina, después de México.

También contradice con la importante afluencia de público que cada año convoca la Feria Internacional del Libro de Bogotá, cuyos organizadores estiman para esta edición un promedio diario de 27.000 visitantes, similar al registrado en 2000.

La encuesta sobre hábitos de lectura identificó como principales causas del escaso interés por la lectura la falta de interés, de tiempo y de dinero.

El promedio anual de lectura de los colombianos, de 2,4 libros por persona, es muy inferior al que se registra por ejemplo en Argentina, que llega a 14 libros al año por habitante, y al de la Unión Europea, que ronda entre 20 y 30 libros.

«La raíz del problema está en la pésima política educativa de Colombia, la falsa idea de que a la gente no le gusta leer y las pocas campañas de promoción de la lectura», dijo a IPS la escritora de literatura infantil Pilar Lozano.

Lozano, cuya última obra «Turbel, el viento que se disfrazó de brisa» será una de las novedades que ofrecerá la Editorial Panamericana en la Feria, entiende que hay una sobreoferta de «cultura chatarra», particularmente en los centros urbanos.

A modo de ejemplo de las deficiencias educativas y del abandono de las escuelas en las zonas rurales, Lozano narró que una maestra de una escuela de Mesetas, en el oriente del país, sólo tiene para ofrecer a sus alumnos la Constitución y el Código Penal.

«A la maestra se le aprieta el corazón cuando tres de sus alumnas, a las que les encanta leer, le piden algún cuento para llevarse a casa y ella no tiene nada para darles», relató la también autora de «Colombia, mi abuelo y yo», geografía contada de la que se han publicado 10 ediciones.

Sin embargo, Lozano citó como ejemplo positivo la existencia de 150 clubes de lectura, organizados en San Vicente del Caguán por Reina Amparo Restrepo, de la comunidad católica Hermanas Misioneras de la Consolata.

San Vicente del Caguán es la cabecera de la zona de 42.000 kilómetros cuadrados del sudeste del país, desmilitarizada para desarrollar el diálogo de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. En esa área también está la zona rural de Mesetas.

Las bibliotecas de los clubes funcionan en casas y escuelas, en las que se organizan charlas y se lleva un registro de los libros prestados para leer en la casa. Cada biblioteca tenía el año pasado 13 títulos que ya habían sido leídos por todos los miembros de las asociaciones, comentó Lozano.

Por su parte, Alberto Manguel, escritor nacido en Argentina y nacionalizado canadiense, comentó que el descenso del hábito de lectura de los colombianos «coincide con la decisión de convertir a América Latina en el depósito de la basura cultural norteamericana».

«No debe sorprendernos, porque hay una inmensa maquinaria hecha para vendernos porquería cultural», añadió el autor de «Una historia de la lectura», que recopila información sobre 6.000 años de lecturas en diferentes culturas.

También el ensayista y profesor de comunicación Arturo Guerrero opina que uno de los orígenes de los bajos niveles de lectura en Colombia está en la estructura de la educación.

«Los niños y los jóvenes son víctimas de la superficialidad y falta de metodología de la pedagogía de tradición científica, que produce estudiantes sin capacidad de concentración ni comprensión de lectura», dijo Guerrero a IPS.

«El asunto no es sólo falta de dinero y de tiempo. La cultura contemporánea de la superficialidad, difundida por los medios masivos de comunicación va en contra de la capacidad de concentración «, explicó.

«Leer no es tan fácil como ver televisión. No basta hacer 'click', sino que se requiere un esfuerzo, supone una inmersión en la soledad personal», añadió Guerrero.

El experto cree que en Colombia «la geografía y el clima del trópico contribuyen a formar temperamentos ligeros», menos proclives al hábito de lectura.

En tanto, Carmen Barvo, directora ejecutiva de Fundalectura anunció que, mediante un convenio con el Ministerio de Cultura, se relanzará este año la campaña «Colombia crece leyendo».

La campaña busca que los alcaldes de los 1.069 municipios del país conformen nuevas bibliotecas públicas o actualicen las existentes, para lo cual se apoyará con la selección bibliográfica, nuevas tecnologías y con programas de formación en lectura para toda la población.

«Los pilares básicos para la formación de lectores son la escuela y la biblioteca», indicó Barvo.

A su vez, el presidente de la Unión Internacional de Editores, Pere Vincens, invitado a la feria, advirtió que la falta de hábito de lectura revelado por la encuesta obliga a Colombia a encarar programas de urgencia en el campo de educación y promoción del libro.

«La lectura está en relación directa con la riqueza de un país, porque leer y entender quiere decir que uno puede asimilar mejor las nuevas tecnologías», señaló.

Por eso la Universidad de Los Andes, de Bogotá, considerada uno de los centros universitarios de mayor nivel académico en el país, inició un programa de lectura y escritura para estudiantes, en los que se enseña desde cómo consultar un diccionario hasta redacción y comprensión de textos. (FIN/IPS/mig/dm/cr/01

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