CHINA-EEUU: Incidente de avión espía refleja diferencia cultural

Los residentes mayores del centro de Beijing tienen un nuevo y exitante tema de que hablar por la noche, cuando se reúnen en algún parque o salen a caminar luego de la cena: la supuesta amenaza de guerra entre China y Estados Unidos.

«Es hora de dar una lección a los yanquis», dijo Lao Zhang, un hombre jubilado de casi 70 años, a su audiencia en el barrio de Tian Tian, que quiere decir «Templo del Paraíso».

«Estados Unidos siempre se cree la policía del mundo y mete sus narices en todo. No podemos dejar que el pequeño Bush (en referencia al nuevo presidente de Estados Unidos, George Bush hijo) se ría de nosotros los próximos cuatro años», agregó.

Washington y Beijing están trabados en una guerra verbal por causa de un avión espía estadounidense que el domingo chocó contra un caza chino sobre aguas internacionales y luego realizó un aterrizaje de emergencia en la isla china de Hainan, frente a la costa austral de China.

La colisión provocó la pérdida del avión de combate chino y la desaparición de su piloto, Wang Wei.

Estados Unidos exige la devolución del avión y sus 24 tripulantes, mientras China exige una disculpa y la admisión de total responsabilidad por la colisión.

Pero Bush ha dicho que no se disculpará, y su secretario de Estado, Colin Powell, se limitó a lamentar la presunta muerte del piloto chino.

Por su parte, el presidente chino Jiang Zemin, dijo el jueves antes de iniciar una gira por América Latina que Estados Unidos debe disculparse, detener sus vuelos de reconocimiento cerca de territorio chino y admitir total responsabilidad por el choque.

Sun Yuxi, portavoz de la cancillería, consideró el pésame de Washington «un paso en la dirección correcta», pero reiteró la exigencia de una disculpa completa.

«Si Jiang cede una vez más, los estudiantes se volcarán a las calles de nuevo», advirtió Wang Hui, otro jubilado residente en Beijing.

Su voz suena entusiasmada cuando recuerda las protestas frente a la embajada de Estados Unidos luego de que un avión estadounidense en misión de la OTAN bombardeara por un supuesto error la embajada china en Belgrado, en mayo de 1999.

«¿De qué se trata todo esto? ¿Atacaron una embajada nuestra otra vez?», preguntó Ren Chunlan, una mujer de mediana edad que trabaja como niñera para una familia extranjera.

Inmediatamente, los otros le reprochan: «¿Qué clase de china eres? ¿No sabes que los yanquis mataron a nuestro piloto y violaron nuestro espacio aéreo?»

Estas y otras discusiones sobre la saga del avión abundan entre los residentes promedio de Beijing, que de otra manera llevan una vida política bastante monótona.

Mientras el enfrentamiento por el avión espía cumple su sexto día, la cuestión de la disculpa se carga de especial importancia y la diferencia cultural entre ambos países se hace más evidente.

En tanto Washington se niega a pedir perdón por sus implicaciones jurídicas, dado que significaría reconocer la soberanía china sobre gran parte del Mar de China Meridional (en general considerado un espacio internacional), Beijing considera la disculpa como la única medida moralmente aceptable.

Cuando el bombardeo de la embajada china en Belgrado, el entonces presidente estadounidense Bill Clinton debió disculparse en persona, además de ofrecer una compensación económica por los daños materiales y humanos.

Ante esas medidas, el incidente de la embajada pasó a ser un capítulo cerrado en la historia de las relaciones bilaterales, al menos desde el punto de vista estrictamente político.

Sin embargo, persiste la indignación por el bombardeo entre la población china, y la línea dura adoptada por las autoridades en la cuestión del avión espía refleja su determinación de no reiterar la experiencia de 1999.

Ese año, los líderes comunistas fueron acusados de debilidad y de ceder a la «presión imperialista» para mantener estables sus relaciones comerciales exteriores.

Pese al discurso beligerante de muchos, pocos chinos creen en verdad que la cuestión del avión espía pueda conducir a una guerra.

«No creo que haya guerra después de este incidente tampoco», declaró Lang Haohe, un residente de Beijing.

«Los gobernantes chinos desean fortalecer primero la economía y hacer poderoso este país. Sólo cuando China sea una potencia económica mundial, podrá pensar en hacer frente a Estados Unidos», opinó. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mlm/ip/01

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