/BOLETIN-DD HH/ SIRIA: Un economista desafía al gobierno

El economista sirio Aref Dalilah aseguró a IPS que continuará su campaña por la democratización del país, en la primera entrevista que ha concedido desde que el gobierno ilegalizó en febrero los foros de intelectuales que él organizaba.

«Aún somos optimistas. La actual actitud negativa del régimen no significa que el movimiento por cambios se haya detenido. La 'Primavera de Damasco' no ha terminado», afirmó.

«No hay horizonte temporal para el cambio. Si no llega ahora, le aseguro que llegará en el futuro cercano, porque la situación actual ya no puede ser soportada. El cambio es inevitable», enfatizó.

«El deseo de cambios y el ambiente favorable para que se produzcan no se desarrollan de un día para otro. Han existido durante 40 años, y se expresaron de distintas formas según las posibilidades en cada circunstancia», apuntó.

Dalilah fue profesor de la Universidad de Aleppo y luego decano de economía de Universidad de Damasco hasta ser destituido en 1997. En la actualidad escribe artículos para la revista Al- Domari, la primera publicación independiente de sátira política del país.

En los años 80 se hizo notorio por atreverse a criticar la política económica del Partido Baas Arabe Socialista, gobernante desde que encabezó una revolución en 1963.

La actividad política de Dalilah comenzó en 1986, cuando fue cofundador de un foro de intelectuales sobre asuntos económicos que se reunía en forma semanal. Desde entonces, ha sido cada vez más crítico del gobierno.

«La economía y la política no pueden separarse», dijo.

El primer desafío de Dalilah al gobierno fue una declaración pública en la cual pidió acceso al balance presupuestario anual.

En los países occidentales, esos balances están a dispsición de cualquier ciudadano, pero «en Siria aún son secretos e inaccesibles. Cada sirio es accionista de la economía nacional, y el balance pertenece al pueblo, pero está prohibido que la gente lo conozca», señaló.

Dalilah reivindicó haber mantenido una actitud «muy transparente» cuando era decano de economía, al indicar «la masiva pérdida de ingresos de la economía nacional, causada por quienes utilizan cargos públicos en beneficio propio, en vez de buscar el bien de la nación».

«Se han aprobado reformas que afectaron a todo el país, en beneficio de una o dos personas», opinó.

En 1997, el economista organizó una conferencia en Damasco sobre mercados financieros y bursátiles, inversiones y privatizaciones, a la cual invitó a especialistas extranjeros.

Esa conferencia fue cancelada a último momento por el entonces primer ministro Mahmoud al-Zoubi, porque Dalilah había pedido copias oficiales del balance presupuestario para su discusión técnica.

Al-Zoubi arguyó que esa solicitud era «un insulto a la inversión en Siria», y poco después envió a Dalilah una carta en la cual le comunicó que quedaba destituido de su cargo de decano y expulsado de la universidad, sin explicar las razones de esas medidas.

Dalilah no quiso abandonar el país en ese momento, pese a que sus posibilidades de trabajo se vieron reducidas en forma drástica.

Las cosas comenzaron a mejorar en agosto del año pasado, cuando el presidente Bashar Assad rehabilitó al economista como profesor universitario. Poco después, Dalilah comenzó a publicar artículos en el diario estatal Tishrin, en los cuales afirmó que la recesión económica se debía al régimen de partido único.

En septiembre de 2000, el economista y otras 99 personas firmaron un documento denominado «Manifiesto de los intelectuales», en el cual pidieron el cese de la vigencia de la ley marcial, liberación de los presos políticos y libertad de prensa.

Luego se divulgaron otros manifiestos y comenzaron a realizarse foros de intelectuales por la democratización. Dalilah comentó que eso fue «el resultado natural del deseo popular de libertad de expresión y de acción».

El Estado, y en especial la vieja guardia del Baas, se resisten al cambio, que significaría el fin de su existencia política y económica, opinó.

Algunos altos funcionarios han sostenido que los intelectuales críticos «ingresaron en territorio vedado», pero el economista alegó que ninguna de sus acciones amenazó la seguridad nacional.

«Según el presidente Bashar Assad, hay cuatro cosas intocables: las metas y principios del pueblo sirio, el Partido Socialista Arabe Baas, el legado del difunto presidente Hafez Assad (padre del actual mandatario), y el Ejército Nacional Sirio. No hemos atentado contra ninguna de ellas», dijo.

«Lo único que hicimos fue expresar nuestra opinión sobre situaciones que el propio Estado admitió que deben cambiar», explicó.

La propuesta del economista más resistida por las autoridades fue la de elaborar una nueva Constitución.

«Los funcionarios se enfurecieron y nos llamaron traidores, como si un documento de hace 30 años fuera un texto sagrado que no puede modificarse», recordó Dalilah.

El economista no quiso responder cuando se le preguntó si será candidato al parlamento en las próximas elecciones.

«La cuestión principal es si habrá una ley electoral adecuada para elegir a un parlamento adecuado cuando se realicen los comicios», porque si no es así, «Siria sufrirá otros cuatro años bajo un Poder Legislativo incompetente como el actual, y el resultado será catastrófico», pronosticó.

La ley electoral vigente, las «cómicas campañas» de los candidatos y el sistema de escrutinio no son los de un sistema democrático, aseveró.

«En los años 50, siete de los 120 diputados eran profesores universitarios. En el parlamento actual no hay ninguno, ni tampoco otras personas que puedan representar en forma adecuada a las universidades sirias», señaló.

El mayor retroceso en la historia contemporánea del país se produjo «cuando la gente dejó de decidir por sí misma. En los años 50 hubo esbozos de democracia y racionalidad, que fueron eliminados por acontecimientos históricos posteriores», dijo.

«No queremos volver al pasado, pero aún necesitamos democracia y racionalidad, en formas actualizadas que correspondan a la situación actual», añadió.

Dalilah piensa que el pueblo ha descubierto «formas refinadas» de expresar su opinión crítica. «El miedo es contagioso, pero la valentía también lo es», sostuvo. (FIN/IPS/tra-eng/gb/mn/mp/hd ip/01

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