(Arte y Cultura) TEATRO-VENEZUELA: La calle, escenario del mundo

Habitantes de ocho ciudades de Venezuela se disputan «la flor en el asfalto» que deja cada día la nueva edición del festival internacional de teatro, que convoca hasta este domingo a agrupaciones de 24 países.

El XIII Festival Internacional de Teatro de Caracas, que ya se extendió bastante más allá de la capital venezolana, tiene esta vez el signo distintivo de ser un encuentro de calle, además de ser la habitual vidriera para compañías que apuestan por el llamado teatro total.

«Nos apropiamos del espacio urbano, pues queremos que el festival se convierta en una tregua frente a esta ola de delincuencia e inseguridad», comentó Carmen Ramia, directora de la fundación que organiza la reunión teatral.

El éxito de público y participantes a la muestra, que comenzó el 31 de marzo, hizo que los organizadores se animaran a realizarla de aquí en más en forma anual y no cada dos años como hasta ahora.

Las entradas se habían agotado antes de comenzar esta maratón de teatro, que presentó un programa de 150 funciones en salas cerradas y otras 35 en espacios abiertos y con ingreso gratuito en Caracas, y numerosas actividades en otras siete ciudades.

«Una flor en el asfalto» es el lema de esta cita artística internacional, cuyo costo llega a 2,5 millones de dólares, financiado con el apoyo de entidades privadas y del gobierno de Hugo Chávez.

Ramia señaló que «las alianzas» han sido «el gran secreto del éxito del festival y ha sido la posibilidad de que ahora lo hagamos anualmente».

La variada presencia internacional ha sido una constante en esta muestra, que en 1973 fundara el director teatral argentino Carlos Giménez, fallecido hace 12 años.

En su primera edición participaron sólo seis países de Iberoamérica, pero en esta oportunidad se recibieron a 26 agrupaciones de 24 países de cuatro continentes.

Con boletos a 14 y 42 dólares para los espectáculo en espacios cerrados, la XIII festival se asoció con la tecnología y por primera vez fue posible adquirir entradas a través de la red mundial de computadoras (Internet).

Integrantes de agrupaciones extranjeras manifestaron a la prensa su satisfacción por la «fidelidad y entusiasmo» del público en Caracas.

Críticos teatrales indicaron que esto se debe a la tradición de espectáculos de calidad que presenta la muestra desde su creación, pero también a la ausencia de obras extranjeras en otras épocas del año en las tablas venezolanas.

La cita caraqueña ha tenido como filosofía desde 1973 la de reunir a diferentes expresiones y tendencias de las artes escénicas.

«Deseamos el intercambio y el encuentro, la discusión franca y abierta, la confrontación y el análisis. Por eso este festival, de todos, pretende ser una tribuna abierta a la expresión, una asamblea democrática de conceptos y de formas», había expresado Giménez dos décadas atrás.

Siguiendo los criterios del fundador, este año se realizaron una serie de intercambios, seminarios y talleres.

«Tinta fresca: dramaturgia en proceso», por ejemplo, se concibió como un espacio para el intercambio entre los creadores y el público interesado en torno a obras que están en proceso de ser escritas.

Otro espacio fue el taller llamado «Las pieles del actor», donde se trabajó con métodos de actuación, mientras que «El director, alma desencarnada» sirvió para confrontar ideas entre gente procedente de lugares tan diferentes como Brasil, Hungría, Grecia, Eslovenia y Singapur.

El crítico Rubén Monasterios explicó que alrededor de 20 por ciento de las presentaciones en el festival de este año se inscriben en la tendencia del llamado «teatro total».

En esas expresiones se integran la estética de varias artes, como el canto, el baile, la pantomima, la acrobacia, además de las tradicionales de la actuación dramática.

Monasterios recordó que en ocasiones anteriores el peso se colocó en otros elementos, como el caso de la X edición que tuvo como centro al actor.

El experto explicó que el teatro total es una tendencia internacional, que surge «después de siglos de teatro cerrado.

«Los realizadores quieren volver al teatro abierto, al espectáculo al aire libre, presenciado por multitudes», comentó.

En esa línea se inscribe la agrupación alemana Titanik, que presentó «Insect» en un paseo peatonal de Caracas, con enorme receptividad de público.

«El teatro lo que quiere es contar una historia, ya sea dulce o dramática, y para nosotros es muy importante poder crear imágenes que atrapen a todo tipo de público», comentó Uwer Kohler, director del grupo alemán a propósito de su propuesta teatral.

Otros que captaron la atención del público en las calles de Caracas fueron Gail Productions, de Nueva Zelanda, con la obra «Urban Safari», los australianos de Strange Fruit, con «The Spheres», y los franceses de la compañía Off con «Carmen, una opera de calle».

Dentro de la línea del teatro total, con producciones escénicas híbridas, se destacaron el Cloud Gate Dance Theater de Taiwán «con Canciones del errante», la Opera de Pekín, de China, con un mosaico de cinco obras, y los brasileños del Teatro da Vertigem con «Apocalipse 1,11».

Venezuela está representada por una docena de compañías y el festival fue la oportunidad para presentar al mundo la adaptación que hizo el grupo Rajatabla de «Del amor y otros demonios», del colombiano Gabriel García Márquez.

Rajatabla, fundado por Giménez, también adaptó en la década del 80 otra obra de García Márquez, «El coronel no tiene quien le escriba», considerada por la crítica como «monumento del teatro latinoamericano».

Esta pieza, precisamente, ha pasado a formar parte de lo mejor visto en otras ediciones del festival caraqueño. (FIN/IPS/ac/dm/cr/01

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