(Arte y Cultura) ESCULTURA-AMERICA LATINA: El realismo mágico llega al Vaticano

El arte de América Latina se impone en el mundo porque integra lo racional con lo mágico, sostuvo el escultor costarricense Jorge Jiménez Deredia, uno de los artistas de la región más reconocido en Europa.

Jiménez Deredia, de 46 años, se constituyó en septiembre en el primer latinoamericano en colocar una escultura en la basílica de San Pedro, en el Vaticano.

Radicado desde hace 25 años en Italia, el escultor destacó el sentido mágico de la cultura latinoamericana, en una charla con IPS durante su visita de varias semanas a Costa Rica.

«El arte de América Latina es el de la esperanza, porque integra toda la experiencia del racionalismo y el materialismo con un elemento adicional, el mundo mágico», expresó.

Agregó que la creación artística de la región no es como la de Estados Unidos o de Europa, que sólo expresan la neurosis de sus sociedades, sino que también permite soñar.

Jiménez Deredia, cuyas obras están cobrando un interés creciente entre críticos y compradores internacionales, es el primer latinoamericano en colocar una escultura de un santo de la Iglesia Católica en uno de los nichos del Vaticano.

En uno de esos espacios, diseñados por el artista renacentista Miguel Angel hace casi cinco siglos, el escultor costarricense ubicó una creación suya de 5,2 metros de altura.

La escultura, titulada «Un gigante de amor», representa a san Marcelino Champagnat, el religioso francés fundador de la orden de los Hermanos Maristas.

Jiménez Deredia se inspiró para hacer la obra en las líneas que siguen las esferas de piedra indígenas de la época precolombiana encontradas en Costa Rica, que los científicos todavía no se explican cómo fueron fabricadas.

Convencido de que la única causa que sigue como artista es la del ser humano, sostiene que el latinoamericanismo interesa cada vez más fuera del hemisferio.

«La cultura de América Latina se impondrá, y eso se puede notar porque ahora hay más gente que quiere bailar como latinoamericano, comer como tal y conocer las tradiciones de nuestros países», destacó.

Sin embargo, también cree que América Latina afronta el peligro de seguir la tendencia de internacionalizarse para estar a la moda.

«El arte es una respuesta a la existencia humana, por eso no puede ser globalizado y, si los latinoamericanos perdiéramos el sentido mágico de nuestra cultura, colapsaríamos», añadió.

Jiménez Deredia considera que la globalización es una ideología, que al igual que el nazismo, el fascismo y el comunismo se olvidan de lo fundamental, el ser humano.

El escultor decidió llevar en su propio nombre sus orígenes y por eso incorporó a su apellido el nombre de la ciudad de Costa Rica donde nació, Heredia

Descendiente de una familia humilde, Jiménez Deredia es uno de tantos latinoamericanos que decidió arriesgarse y llevar a otras latitudes lo que consideraba era la pasión de su vida, su escultura.

En 1976, tras graduarse en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, viajó a Italia con una beca y decidió quedarse en Europa para mostrar su arte, a pesar de que no tenía dinero.

Con el correr de los años ha esculpido cientos de obras, que paulatinamente reciben mayor atención, que están inspiradas en el fenómeno de la transmutación cósmica y la alquimia.

«Somos polvo de estrellas», ha repetido este escultor, quien considera que la espiritualidad es la memoria humana desde el big- bang hasta la actualidad.

Según Jiménez Deredia, es a partir de esa espiritualidad que los artistas pueden crear.

El crítico de arte francés Pierre Restany resaltó la labor cultural de Jiménez Deredia, de quien ha alabado «su gran síntesis y talento para ilustrar conceptos».

Aunque el artista costarricense declara que cree firmemente en Dios, también explica que no se identifica con un grupo religioso específico.

«Hay que tener cuidado con las religiones, pues cuando se convierten en fundamentalismos se vuelven peligrosas», comentó a IPS.

El artista anunció que su próximo gran proyecto es la exposición retrospectiva de su obra, que se mostrará a fines de 2002 en el Palazzo Strozzi, en la ciudad italiana de Florencia.

Esta exposición constará de 35 esculturas, de las cuales 10 son de más de cinco metros de altura. (FIN/IPS/nms/dm/cr/01

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